La adhesi¨®n de Espa?a a las Comunidades, Europeas
Vicepresidente de la Comisi¨®n Europea, responsable de la ampliaci¨®n
La apertura oficial de las negociaciones de adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Europea han representado algo m¨¢s que una simple ceremonia ritual. En efecto, hemos comprobado un amplio acuerdo sobre algunos aspectos fundamentales de las negociaciones a las que nos preparamos. Un primer aspecto es que, tanto Espa?a como la Comunidad Europea, concuerdan en el hecho de que la negociaci¨®n tenga un objetivo preciso y circunscrito: definir las modalidades de la. aceptaci¨®n por parte de Espa?a de lo adquirido comunitario. Por ambas partes es subrayada la importancia que se da al car¨¢cter din¨¢mico y evolutivo de dicho adquirido comunitario.
Espa?a quiere adherirse a una Comunidad viva y cada vez m¨¢s pr¨®xima a sus finalidades pol¨ªticas ¨²ltimas de uni¨®n de los pueblos europeos. La Comunidad ve en la adhesi¨®n de Espa?a un impulso importante para fortalecer su propia cohesi¨®n. Y agregar¨ªa que precisamente ese reconocimiento del car¨¢cter din¨¢mico de lo adquirido comunitario explica por qu¨¦ la Comunidad no frena sus actividades en espera de la entrada de Espa?a. La ampliaci¨®n es uno de los desaf¨ªos m¨¢s importantes a los que la Comunidad debe responder. Pero r¨ªo es el ¨²nico, sobre todo en un momento de crisis econ¨®mica.
Un segundo aspecto es el acuerdo que se ha delineado acerca del m¨¦todo y la organizaci¨®n de la negociaci¨®n. La comunidad ya ha comenzado los trabajos preparatorios para definir su base de negociaci¨®n. Estamos de acuerdo con Espa?a para comenzar efectivamente las negociaciones despu¨¦s de las vacaciones de verano. Un punto de partida ser¨¢ la elaboraci¨®n, en com¨²n, entre Espa?a y la Comunidad, de una visi¨®n de conjunto de los principales cap¨ªtulos de negociaci¨®n. En base a esa visi¨®n com¨²n, de conjunto, podremos luego entrar en la negociaci¨®n propiamente dicha, sector por sector. Por otra parte, ya desde ahora, la Comisi¨®n Europea ha sido encargada de empezar con las autoridades espa?olas los trabajos con respecto a las adaptaciones t¨¦cnicas que han de hacerse a algunos actos comunitarios con vistas a la adhesi¨®n espa?ola.
Ciertamente, las declaraciones hechas en la apertura oficial de las negociaciones han revelado tambi¨¦n acentos y prioridades distintas de parte de la Comunidad y de Espa?a. Lo contrario me hubiera sorprendido.
En efecto: negociar significa buscar posiciones comunes partiendo de posiciones diferentes, y en Bruselas nadie ha negado jam¨¢s que esa b¨²squeda de posiciones comunes tambi¨¦n podr¨¢ ser dif¨ªcil.
Pero lo que es importante es que se llegue a un acuerdo sobre el marco, sobre los objetivos y sobre la metodolog¨ªa de una tal negociaci¨®n. He comprobado que sobre todo esto en ninguna de las dos partes existen dudas ni diferencias. La negociaci¨®n de adhesi¨®n de Espa?a no ser¨¢ una simple operaci¨®n pol¨ªticodiplom¨¢tica. Dicha negociaci¨®n ha de ser vista como una parte importante del futuro de la Comunidad y de Espa?a, como tambi¨¦n del conjunto de sus relaciones. En efecto: est¨¢ bien claro que para la Comunidad no se trata de esperar pasivamente la hora de la entrada de Espa?a en las instituciones comunitarias. Por el contrario, ya desde ahora debemos actuar en la perspectiva de una Comunidad ampliada a Espa?a,, as¨ª como a Grecia y a Portugal.
Algunas pol¨ªticas comunitarias en la pol¨ªtica agr¨ªcola han sido concebidas y desarrolladas en funci¨®n de una comunidad en la que las producciones mediterr¨¢neas eran marginales. La ampliaci¨®n hace todav¨ªa m¨¢s urgente avanzar en el camino ya emprendido por las instituciones comunitarias para adaptar a¨²n m¨¢s la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n a las necesidades de la agricultura del ¨¢rea mediterr¨¢nea.
Otras pol¨ªticas comunitarias han sido suficientes o demasiado t¨ªmidas. Nos referimos a la pol¨ªtica regional y, de un modo m¨¢s general, a la pol¨ªtica de intervenciones estructurales.
Tambi¨¦n ah¨ª la Comunidad ha emprendido ya algunos esfuerzos de fortalecimiento de las, propias pol¨ªticas y de los instrurnentos de acci¨®n, con el fin de prepararse a la realidad de ma?aria en la que se amplificar¨¢n las diferencias de ingresos entre las diferentes regiones comunitarias.
No me corresponde, por cierto, prever c¨®mo Espa?a deber¨¢ prepararse, por su parte, a su adhesi¨®n a la Comunidad. Pero nos preocupamos porque la. entrada de Espa?a se realice sin choques ni traumas para la econom¨ªa espa?ola. Por este motivo hemos manifestado nuestra disponibilidad para emprender acciones concertadas. Tal es el caso, por ejemplo, de las iniciativas que se har¨ªan necesarias en Espa?a en material de reestructuraci¨®n industrial, de reconversi¨®n social o de fortalecimiento de la estructura agr¨ªcola.
As¨ª pues, para nosotros, en Bruselas, la negociaci¨®n con Espa?a se sit¨²a en un horizonte ambicioso. La adhesi¨®n de Espa?a representa un test de la capacidad que tiene la Comunidad para fortalecerse. Esperamos que Espa?a contribuya para que la Comunidad salga de su nuevo proceso de ampliaci¨®n no solamente diluida, sino fortalecida en sus instituciones, en sus pol¨ªticas y en sus medios de acci¨®n.
Una ¨²ltima consideraci¨®n: si tal es el terreno en donde se coloca el futuro de las relaciones entre la Comunidad y Espa?a, es claro que la confianza y la comprensi¨®n rec¨ªprocas deben inspirar nuestro trabajo com¨²n. La Comunidad es una realidad original en la que partes cada vez m¨¢s importantes de la soberan¨ªa nacional son ejercidas colectivamente en el seno de las instituciones comunitarias. En la fase que precede a su ingreso definitivo, Espa?a est¨¢ en las instituciones comunitarias con plenos derechos. Estoy convencido de que, tanto por parte de Espa?a como por parte de la Comunidad, es preciso salir de los esquemas r¨ªgidos de una relaci¨®n centrada ¨²nicamente sobre las exigencias de una negociaci¨®n. Se trata de dar pruebas de las cualidades necesarias para aprender conjuntamente c¨®mo ejercitar en com¨²n, en un pr¨®ximo futuro, las soberan¨ªas nacionales dentro de la Comunidad.
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