Ya no hay centro
Diputado electo del PSOE por Segovia Los datos electorales est¨¢n ah¨ª, tozudos y tristes para algunos, pero definitivos. Un partido confuso en sus or¨ªgenes, plagado de franquismo vergonzante, con incrustaciones de hombres aut¨¦nticamente fieles a la idea de libertad, conocedor de la m¨¢quina del Estado, ha ganado las elecciones. Unas elecciones que tienen mucho de clarificadoras por m¨¢s que algunos quieran entenderlas de otra manera. Pueda ser que los resultados medidos en esca?os se parezcan a los de las anteriores C¨¢maras, pero la correlaci¨®n de fuerzas ha cambiado sustancialmente. Cada formaci¨®n pol¨ªtica tiene ahora los apoyos reales, no los ideales, que jugaron un importante papel el 15 de junio de 1977.
Hay derecha
La primera conclusi¨®n es que en Espa?a se ha terminado el centro. Ya no hay centro por m¨¢s que sea dif¨ªcil cambiar nombres registrados. Hay derecha. Y no es ninguna acusaci¨®n; es la constataci¨®n de un hecho. Dejando aparte al representante de un fascismo iluminado -que, sin embargo, puede incrementarse en los pr¨®ximos a?os-, no hay nada en el panorama pol¨ªtico espa?ol que represente a la derecha m¨¢s que la UCD. Si alguna vez -que lo dudo- Adolfo Su¨¢rez tuvo que ir al psiquiatra, ahora ya no tendr¨¢ necesidad de estas muletas para resolver un problema de doble personalidad. Ya no ser¨¢ preciso. S¨®lo tiene una: la de derechas. Derecha llena de adjetivos, es cierto, pero derecha. Derecha civilizada, derecha continuista-innovadora, derecha de los valores permanentes y mutantes, derecha de los intereses evolucionistas. Un largo etc¨¦tera en funci¨®n del autor o del receptor del mensaje. Pero derecha al fin. Con penetrante acierto, un nuevo senador de UCD por Segovia dijo en declaraciones a la prensa local que, aunque su incorporaci¨®n al partido era reciente, ¨¦l era de UCD desde antes de que se creara la Uni¨®n del Centro Democr¨¢tico. Era un profundo an¨¢lisis que muchos, desde la izquierda y desde otra derecha, han tardado en reconocer. Ha tenido que ser el pueblo espa?ol quien con sus votos confirmase la definici¨®n.
Hab¨ªa una derecha pol¨ªtica que ya no serv¨ªa y para cuya liquidaci¨®n se utiliz¨® una h¨¢bil maniobra (por cierto, hija de la t¨¦cnica franquista): nombrar jefe de Gobierno a un hombre de la maquinaria del Estado. Subrayo: ni un bur¨®crata, ni un tecn¨®crata, ni un ide¨®logo. Nada de eso. Un hombre comprometido aparentemente s¨®lo con el Estado y con su personal ambici¨®n. El Rey hab¨ªa elegido el perfecto instrumento para cambiar la derecha pol¨ªtica. A su lado se amontonaron una mezcla desordenada de personas que iban desde seu¨ªstas esc¨¦pticos hasta hombres de Cuadernos para el Di¨¢logo. El mensaje del se?or Su¨¢rez debi¨® ser por aquellos d¨ªas algo as¨ª como: ??Quieres ser protagonista del cambio democr¨¢tico?? Muchos aceptaron de buena fe. Varios, por ambici¨®n. Otros muchos, por personal prudencia.
En menos de dos a?os el proceso ha sido clarificador. Llegadas las elecciones de 1979, surge la derecha real, la derecha de los poderes econ¨®micos, sociales, religiosos, etc¨¦tera, y decide utilizar la UCD para su cobertura. Aquel cardenal largo y fumador que sermoneaba a reyes, rememora el problema de la ense?anza, el divorcio, el aborto y propugna h¨¢bilmente el voto a UCD. Un banquero opusde¨ªsta y europeo hace p¨²blico su apoyo a UCD. De la CEOE y su evoluci¨®n nada hay que aclarar. Las Fuerzas Armadas aceptan las decisiones de un jefe de Estado que apoya -democr¨¢ticamente, por supuesto- al jefe del Gobierno que en su d¨ªa promocion¨®. Estados Unidos prev¨¦ una naci¨®n m¨¢s dentro de la OTAN. ?Queda alg¨²n ?poder f¨¢ctico??
Fuera m¨¢scaras
La parte segunda del programa la hemos vivido durante la reciente campa?a electoral. Fuera m¨¢scaras. Incluso se habl¨® del peligro marxista, de los hijos entregados al Estado, del riesgo de perder la vaca o el coche, de que no se iba a legalizar la masoner¨ªa. Pobre Carrero Blanco; c¨¢ndido L¨®pez Rod¨®; no sab¨ªais que la derecha conservadora hay que cubrirla de forma adecuada en cada momento hist¨®rico. Hubo quien lo entendi¨® y -en medio de muchos escepticismos- lo puso en pr¨¢ctica: los votos le han dado la raz¨®n.
Pero quede claro que un an¨¢lisis acertado no quiere decir que sea ni progresista ni justo. Puede ser incluso todo lo contrario. Viene esto a cuento de que conviene que sepamos qu¨¦ derecha ha encontrado Espa?a la madrugada del d¨ªa 2 de marzo: se llama Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Y no digo que sea bueno o malo; eso depende de cada opci¨®n personal; digo que es un hecho.
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