"Plan Marshall" del Pa¨ªs Valenciano: de la naranja a las multinacionales
Rural y artesano hasta hace veinte a?os, el Pa¨ªs Valenciano ha dado un salto espectacular hacia la industrializaci¨®n. Apoyado en las divisas que aportaron sus naranjas y en los fondos de las multinacionales, que escogieron suelo valenciano por la escasa conflictividad de su poblaci¨®n trabajadora, en dos d¨¦cadas la costa se ha convertido en una sucesi¨®n de chimeneas y rascacielos, que en gran parte son propiedad de apellidos extranjeros. Los planes desarrollistas de los a?os sesenta han tra¨ªdo consigo una secuela de contaminaci¨®n, hasta el punto de poner en peligro la Albufera o El Saler, sin que, como contrapartida, hayan crecido los niveles de riqueza. El milagro econ¨®mico valenciano tiene los pies de barro. La transici¨®n de la huerta a la chimenea ha sido tan brutal, que las dos, la agricultura y la industria, aparecen hoy en peligro, como lo demuestra ese gran fracaso de la IV Planta Sider¨²rgica, montada por Altos Hornos del Mediterr¨¢neo. Informa de todo ello nuestro enviado especial Carlos G¨®mez
No es f¨¢cil encontrar hoy en Valencia una barraca. Las que no sucumbieron en la riada del 56 pr¨¢cticamente han desaparecido, al igual que las tradicionales gambas y anguilas de la Albufera, en tres lustros de un desarrollismo aut¨®ctono e importado, contradictorio y, en alg¨²n sentido, salvaje. El t¨ªo Barret, de Blasco Ib¨¢?ez, cuya pasi¨®n suprema eran ?aquellas tierras sobre las cuales hab¨ªa pasado, mon¨®tona y silenciosa, la historia de su familia?, es hoy un obrero industrial, con graves problemas de vivienda, sanidad y educaci¨®n, que vive desarraigado en un paisaje de edificios-colmena y chimeneas de humos sucios.Hace veinte a?os, al comienzo de los sesenta, el Pa¨ªs Valenciano era todav¨ªa eminentemente rural y artesano. ?En 1960, casi la mitad de la poblaci¨®n activa de la provincia de Valencia -escribe Ferr¨¢n Vidal, conseller del Interior- trabajaba en el sector agrario, cerca de una tercera parte en el sector de servicios y menos de la cuarta parte en el sector industrial. La Valencia agraria es, todav¨ªa en esa fecha, una verdad plena que alcanza hasta el momento desde una lejan¨ªa de siglos.?
Veinte a?os despu¨¦s, hoy, el 45 % de los valencianos trabaja en la industria y s¨®lo el 15% en la agricultura. M¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n del Pa¨ªs Valenciano reside en las tres grandes ¨¢reas metropolitanas de la regi¨®n (Alicante-Elche, Valencia y poblaciones del cintur¨®n y Castell¨®n-Villarreal), mientras que las comarcas del oeste y noroeste de la regi¨®n padecen un r¨¢pido proceso de desertizaci¨®n.
La naranja, a la que un gobernador civil lleg¨® a calificar de Plan Marshall espa?ol, ha representado desde los a?os 20 hasta la segunda mitad de la d¨¦cada de los 60 un 15 % como valor promedio (oscila entre el 13 y el 24%) sobre el total de las exportaciones espa?olas, lo que da idea del importante papel que el Pa¨ªs Valenciano ha jugado en la econom¨ªa espa?ola. Las divisas procedentes de la exportaci¨®n citr¨ªcola han sustentado, cuando todav¨ªa las remesas de los emigrantes y las procedentes del turismo eran insignificantes, la econom¨ªa espa?ola y el desarrollo de Catalu?a, Euskadi y Madrid.
Pero no era s¨®lo la naranja. Junto a los c¨ªtricos, otros productos (arroz, vinos, almendra y productos de huerta) completaban la imagen agr¨ªcola y exportadora del Pa¨ªs Valenciano al comienzo de los a?os 60.
Una industria artesanal, confecci¨®n, cer¨¢mica y calzado, dependiente del mercado local (y en alg¨²n caso de los mercados coloniales pobres: norte de ?frica), conviv¨ªa con la agricultura valenciana y se iba a transformar en el motor del nuevo desarrollo valenciano.
Crisis y desarrollo: la naranja mec¨¢nica
La burgues¨ªa valenciana, que hasta ahora hab¨ªa sido eminentemente rentista, y el tradicional olvido madrile?o, junto con la buena marcha del negocio citr¨ªcola, hab¨ªan fijado en el tiempo una imagen hasta cierto punto buc¨®lica y pr¨®spera del Pa¨ªs Valenciano, pese a la emigraci¨®n secular de esta regi¨®n.
El plan estatal de estabilizaci¨®n de 1959, la mayor competencia y peores precios para la naranja en los mercados europeos tradicionales y la creciente afluencia de emigrantes de la meseta provocaron una crisis del modelo econ¨®mico e hicieron reaccionar a los valencianos.
Las peque?as industrias artesanales, a lo largo de las d¨¦cadas anteriores, hab¨ªan ido decantando una mano de obra semiespecializada y nada reivindicativa, que, sumada a la mucha experiencia en mercados internacionales y a la privilegiada situaci¨®n econ¨®mica, constituyeron las bases -seg¨²n Ricardo P¨¦rez Casado, dirigente socialista y experto en estos temas- del modelo de desarrollo valenciano que se inici¨® en la d¨¦cada de los 60.
Es un modelo econ¨®mico que surge casi espont¨¢neamente, sin una planificaci¨®n regional y, desde luego, absolutamente hu¨¦rfano de las atenciones de los Gobiernos de Madrid. Los planes de desarrollo de la tecnocracia opusde¨ªsta no incluyeron ninguna acci¨®n especial a favor de esta regi¨®n, y el cr¨¦dito oficial a la industria valenciana fue irrelevante en estos a?os.
En estas condiciones, sin ayudas oficiales y con una estructura empresarial minifundista (la mayor¨ªa de las firmas tienen cinco o menos trabajadores), se produjo el milagro econ¨®mico valenciano. La paradoja de este desarrollo, en condiciones adversas, ha sido explicada por Luis Marco Bordeta -un alicantino que fue experto del Banco Mundial y que desempe?a actualmente la secretar¨ªa general t¨¦cnica del Ministerio de Industria-, en base a la mayor eficiencia del minifundio industrial valenciano, al funcionamiento generalizado en plan cooperativo y a que sus actividades concretas se ajustan a su dimensi¨®n y dependen en su mayor¨ªa (calzado, confecci¨®n, cuero y madera) de la moda y de un servicio incorporado al producto que no es almacenable.
Un peque?o milagro
Desde estos presupuestos y con una actividad exportadora incesante (el sino de la econom¨ªa valenciana parece ser su dependencia de los mercados extranjeros) se logra compensar la gran p¨¦rdida relativa de la actividad agraria en la d¨¦cada de los 60 (pasa de representar un 40% del valor a?adido bruto aun 13 %).
La producci¨®n industrial del Pa¨ªs Valenciano pasa de 5.260 millones de pesetas, en 1962, a 26.100 millones de pesetas nueve a?os despu¨¦s, lo que se traduce a un incremento porcentual del 343,2%. En igual per¨ªodo, el crecimiento en las exportaciones de Vascongadas es del 256,5%, en Catalu?a del 474,9% y en Espa?a del 252,9%. Todo ello supone que el 10% del valor a?adido neto industrial de Espa?a corresponde al Pa¨ªs Valenciano.
Junto a la industria hay que rese?ar el despegue tur¨ªstico de esta zona en los a?os 60, que contribuy¨®
El "Plan Marshall" del Pa¨ªs Valenciano: de la naranja a las multinacionales
-especialmente en la primera mitad de la d¨¦cada, antes de que las multinacionales tour operator se hicieran con el control- a la nueva prosperidad valenciana.La agresi¨®n multinacional a Valencia
En el umbral de los a?os 70, Madrid al fin se acord¨® -y bien que lo sintieron muchos valencianos- de esta regi¨®n. La clase pol¨ªtica, en plena fiebre desarrollista, se encontr¨® con que Euskadi, Catalu?a y Madrid se hab¨ªan convertido en zonas industriales altamente saturadas y volvieron sus ojos hacia el Pa¨ªs Valenciano.
Franquistas de pro, ilustres valencianos, justificaron con razones triunfalistas y hasta peregrinas la instalaci¨®n en el Pa¨ªs Valenciano de unas industrias; que fueron punta hace treinta a?os y que tienen un car¨¢cter altamente contaminante. Jos¨¦ Mar¨ªa Ad¨¢n (?Sagunto es un crisol contempor¨¢neo de regiones espa?olas... ?), Mortes Alfonso (padrino de un proyecto de una ciudad mod¨¦lica, Vilanova, que deber¨ªa acoger a 250.000 habitantes en la autopista de Madrid y que a¨²n no se ha construido); Cruz Mart¨ªnez Esteruelas, S¨¢nchez Bella, el Instituto de Promoci¨®n Industrial y algunos otros nombres y entidades facilitaron la instalaci¨®n de la IV planta en Sagunto, de la central nuclear en Cofrentes y la llegada a esta regi¨®n de lo que el soci¨®logo Mario Gaviria ha llamado ?la agresi¨®n multinacional a Valencia?: US Steel, Ford, IBM, entre otras muchas firmas internacionales.
Hoy, en 1979, la realidad ha confirmado muchas de las tesis de quienes se opon¨ªan a la instalaci¨®n de estas macroindustrias. El efecto multiplicador de la factor¨ªa Ford, por ejemplo, ha sido m¨ªnimo: la mayor¨ªa de los suministros proceden de fuera de los l¨ªmites del Pa¨ªs Valenciano, y el grueso de los mismos, del extranjero. Sus vertidos, sin embargo, han contribuido al deterioro ecol¨®gico de la Albufera. Sagunto -ese crisol, que dec¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Ad¨¢n- iba a alcanzar en 1981 una poblaci¨®n de 250.000 habitantes; hoy, dos a?os antes de la fecha prevista y tras haberse expropiado muchas hect¨¢reas de tierras de naranjos, s¨®lo cuenta con unos miles de habitantes m¨¢s (unos 55.000) que los que ten¨ªa antes de la instalaci¨®n de la IV planta. Es el reflejo del fracaso de los planes triunfalistas sobre Altos Hornos del Mediterr¨¢neo. A estas alturas, el t¨ªo Barret contemplar¨ªa, sin acabar de cre¨¦rselo, media regi¨®n despoblada, la costa convertida en una cadena sin soluci¨®n de continuidad de rascacielos y chimeneas, propiedad en buena parte de apellidos extranjeros; la Albufera, el Saler y las barras destruidas y los pueblos y huertas atravesados de Norte a Sur por una autopista de explotaci¨®n privada. Tal vez creyera, como la mayor¨ªa de los j¨®venes valencianos, que es imprescindible la autonom¨ªa, la democracia y la planificaci¨®n regional a partir de una industria mediana no contaminante para comenzar a recrear de nuevo el Pa¨ªs Valenciano.
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