La cosa sexual
Cuando yo vine a Madrid, o sea la noche en que llegu¨¦ al Caf¨¦ Gij¨®n, ca¨ª, claro, en manos de la progre y nos fuimos al av¨ªo:-T¨² est¨¢s lleno de represiones, macho.
-Claro, es que vengo de Valladolid.
-Pues ya est¨¢: son represiones vallisoletanas.
Y me fue dando todo un bachillerato nocturno e intensivo de Freud y psicoan¨¢lisis. La culpa no est¨¢ en la Biblia, sino en uno mismo:
-Hay que internalizar la culpa.
A m¨ª, m¨¢s castellano que internalizar me sonaba interiorizar, pero no dec¨ªa nada por no quedarme sin ligue. Luego he visto que todos los cient¨ªficos lo dicen como mi progre, o sea mal. Como dicen contracepci¨®n por contraconcepci¨®n. Los cient¨ªficos no han arreglado mucho a las personas, pero han estropeado cient¨ªficamente los idiomas
Un d¨ªa llegu¨¦ al apartamento con posters del Ch¨¦ y de Wilhelm Reich:
-Ya est¨¢, ya me lo he internalizado todo. Cuando quieras empezamos.
Pero no se quit¨® para nada la minifalda, que era lo que se llevaba entonces:
-Pues a desinternalizarte otra vez. ?Ves a ¨¦ste del poster? No, el Ch¨¦, no. El otro. Reich. El sexo no es una culpa, sino un deber. Fornicar sirve a la revoluci¨®n. L¨¦ete eso y vuelve.
Y me dio unos cuantos tomos de Reich. La funci¨®n del orgasmo y todo eso. Menos mal que soy muy estudioso, y como nunca he podido hacer una carrera, me ha quedado tiempo para estudiar cosas:
-Ya est¨¢. El orgasmo debe ser c¨®smico, seg¨²n Reich. Vamos a tener una cosa c¨®smica.
Pero no juguete¨® para nada con la cremallera de su mini-short, que era lo que se llevaba ese a?o:
-D¨¦jate de cosmicismos, paleto, que eres como la pintura de Toral, otro paleto: una pintura cosmicista.
-Pues a Cam¨®n Aznar le gusta. Lo he le¨ªdo en Abc.
-En lugar del Abc, ent¨¦rate de Masters y Johnson. Hay que despolitizar el sexo, relajarlo, darle confianza, felicidad, seguridad.
Y me dot¨® de los ¨²ltimos Masters/Johnson llegados de Barcelona y Salvador P¨¢niker, que suelen ser los que editan estas porquer¨ªas exquisitas. Volv¨ª a mi pensi¨®n y me doctor¨¦ a solas en M/J, aunque me faltaban pilas, re¨®foros, paneles y c¨¦lulas para medir y anotar la intensidad el¨¦ctrica de mis emociones. Me lo montaba todo a mano, qu¨¦ remedio. Viv¨ªa amancebado con su mano, dijo de m¨ª Quevedo, por entonces.
-Que ya me s¨¦ a Masters y Johnson, y adem¨¢s algo de Quevedo.
-Esto fue ayer como quien dice:
-Olv¨ªdalo. El sexo no puede ser una hidroel¨¦ctrica. Hay que entrar en el nuevo desorden amoroso. Toma.
Otro libro. Al fin y al cabo, como las estrechas vallisoletanas, que les ped¨ªas un beso y te daban un libro de Tagore. Ahora te dan un estructuralista. Pascal Bruckner y Alain Finkielkraut han escrito El nuevo desorden amoroso, que publica Anagrama, ensayo de sociolog¨ªa ir¨®nica que desmonta a todos los anteriores, de Freud a M/J, poniendo el ¨¦nfasis destructivo en Reich. La moraleja o bastardilla es que hay que ir a lo loco, tipo Tarz¨¢n, a lo que salga, ciegamente, olvid¨¢ndose de libros, teorizaciones y rollos finos:
-M¨¢s o menos, como hac¨ªamos en Valladolid, o sea antes de venirme -le digo a la progre-, s¨®lo que sin desnudarnos, que las nieblas del Pisuerga en seguida te cog¨ªan la l¨ªbido.
Rosa Montero, compa?era de p¨¢ginas y d¨ªas, montada en el rollo vaginocr¨¢tico, el otro d¨ªa exterminaba aqu¨ª incluso a los progres delicados que -flores de pared, como dicen los yanquis- se quedan en un rinc¨®n esperando que les saque a bailar la m¨¢s fea. Deseo que en la intimidad no sean tan totalitarias del ovario estas maravillosas. Al menos mi progre ha entrado ya en el rollo brutal/vallisoletano, aunque dando el rodeo Freud/Reich/ Masters/Hite/Bruckner. La coartada cultural como siempre. Nuestra generaci¨®n falocr¨¢tica ha sufrido demasiadas oscilaciones en su falocracia a lo largo del siglo. Estamos a punto de gatillazo.
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