Emilio Mu?oz con vitola de figura
Plaza de Valencia. Octava corrida fallera (domingo). Toros de Juan Pedro Domecq, discretamente presentados (bajaron mucho segundo y tercero), casi todos inv¨¢lidos, con mucha casta. Palomo Linares: Bajonazo (protestas). Pinchazo y otro hondo y bajo (algunos pitos; fue despedido con lluvia de almohadillas). Jos¨¦ Mari Manzanares: Estocada (ovaci¨®n). Media estocada baja (pitos). Emilio Mu?oz: Pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). Pinchazo ca¨ªdo (oreja).
Hay que contar con ¨¦l. Emilio Mu?oz dio el domingo, en Valencia, un gran paso hacia la fama. Lo mismo que hab¨ªa ocurrido siete d¨ªas antes, la tarde de su alternativa, la papeleta se le presentaba dif¨ªcil. El ¨²ltimo juanpedro, colorao, terciad¨®n, bien armado y con genio, se cay¨® dos veces al principio de la faena. Luego ser¨ªa un toro violento y con problemas. Mu?oz intentaba someterlo, le pisaba el terreno, y en cada muletazo se jugaba el f¨ªsico.
Era una lucha de poder a poder, peligrosa, que nos ten¨ªa en vilo. Al fin, el diestro consigui¨® ligar tres naturales, el ¨²ltimo de ellos impresionante de recorrido y hondura. Los ol¨¦s, restallaban en la plaza. Al iniciar el de pecho se produjo un volteret¨®n. Y aqu¨ª estuvo la clave de la faena. Porque Emilio Mu?oz se incorpor¨® sin mirarse, se ech¨® la muleta a la izquierda, ret¨® a la fiera, y juntas las zapatillas, de frente, sac¨® dos naturales ce?idos e impecables, dos m¨¢s cargando la suerte y el de pecho. Otra tanda igual. En la pelea de poder a poder ha ganado el torero.
Siguen los naturales. El abarrotado grader¨ªo est¨¢ en pie, las ovaciones son clamorosas. Monta la espada Emilio Mu?oz y entra a matar con decisi¨®n, saliendo cogido. De nuevo se levanta sin mirarse. El pinchazo ha ca¨ªdo bajo, pero hondo,, rueda el toro sin puntilla. Ha sido una faena importante, emotiva, que marca la medida de este jovenc¨ªsimo matador de alternativa. Aqu¨ª hay torero y ser¨¢ figura si no lo desbaratan.
Por un lado, paseaban a hombros a Emilio Mu?oz, y por otro, la emprend¨ªan a almohadillazos con Palomo Linares. Palomo es en Valencia la percha de los golpes. La gente -aqu¨ª y en casi todos los cosos- hace juicios simplistas apabullantes y divide a los toreros entre los que quieren y los que no quieren trabajar, y en este caso el sentir popular dictamin¨® el absurdo: Palomo no ha querido. De paso le cargaban las culpas de que la corrida, hubiera resultado floj¨ªsima.
Los juanpedros, en efecto, salieron inv¨¢lidos. Casi todos embest¨ªan dando tumbos y doblaban las patas, cuando no ca¨ªan pesadamente. Lo del primero de la tarde fue vergonzoso. Nada m¨¢s aparecer por el chiquero se peg¨® la costalada, y as¨ª tres veces m¨¢s, antes de entrar al caballo. En la vara se tumb¨®. Era un toro absolutamente in¨²til. El p¨²blico se indign¨®, arroj¨® al ruedo almohadillas y botes de cerveza, y aunque el esc¨¢ndalo lleg¨® a alcanzar proporciones may¨²sculas, el presidente hac¨ªa como que no se enteraba. Esta actitud, a despecho de toda l¨®gica, no tiene explicaci¨®n. La incompetencia del palco es uno de los m¨¢s graves males que padece la afici¨®n valenciana.
El cuarto ten¨ªa una casta de asombro. Se ?com¨ªa? a Palomo cada vez que ¨¦ste le pon¨ªa delante el capote. El percal sal¨ªa enganchado en los lances, y el torero, despedido en cada violento tir¨®n. El juanpedro tom¨® con gran estilo un largo puyazo, y es una pena que tambi¨¦n flojeara de remos, pues quiz¨¢ habr¨ªa sido el toro de la feria. Pero qued¨® tan maltrecho que apenas se le pod¨ªa torear, aunque Palomo lo intent¨® con mucha insistencia y, por supuesto, sin lucimiento.
Poca fuerza y mucha casta fue la t¨®nica de la corrida. La invalidez del tercero hizo asimismo imposible el toreo que intent¨® Emilio Mu?oz. La casta del segundo y del quinto trajo de cabeza a Manzanares, el cual exhibi¨® todo; los defectos del neotoreo: de costadillo, encorvado, la pierna contraria atr¨¢s, abuso del pico, muleta retrasada y el pie ligero para salvar la cabezada en la salida del pase, por no rematarlo con mando. Manzanares ha tenido muy mala feria y pierde cartel. En cambio, Emilio Mu?oz sale de ella con vitola de figura. A ver si es verdad. La hora del relevo ha llegado y hay un grupo de j¨®venes valores que piden paso. S¨®lo falta que los empresarios, exclusivistas del sota-caballo-rey, les den confianza y sitio.
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