Ciudades dorm¨ªtor¨ªo y zonas residenciales, dos formas de vivir lejos del centro
Hay quien emigra del casco urbano de Madrid por huir de los males de una ciudad millonaria y hay quien lo hace porque no le queda m¨¢s remedio. Las zonas residenciales y las ciudades-dormitorio rodean Madrid por los cuatro costados, aunque perfectamente diferenciados unos de otros. Mientras la zona Norte y Noreste sirven de asentamiento a la vivienda residencial, la zona Sur, Sureste y Suroeste son las zonas de residencia de los que no tuvieron m¨¢s remedio que emigrar hacia pisos m¨¢s baratos, tras firmar varias decenas de letras. El Madrid industrial encontr¨® acomodo al lado de los bloques de casas baratas, pero los hospitales, el transporte, la infraestructura urbana y las dotaciones sociales no siguieron el mismo camino. Victoria Catalina y Miguel Angel Crespo han realizado este informe.
La r¨¢pida expansi¨®n experimentada por Madrid en los ¨²ltimos cuarenta a?os ha producido grandes cambios no s¨®lo en su fisonom¨ªa, sino tambi¨¦n en la manera de plantearse la vida en esa ciudad.En un principio, los barrios se agrupaban en torno al palacio Real, constre?ido su desarrollo por el recinto amurallado. La colmataci¨®n de este espacio llev¨® al derribo de las murallas, expandi¨¦ndose la villa a su alrededor y a lo largo de las principales v¨ªas de comunicaci¨®n que a ella concurr¨ªan. De esta manera se verific¨® el crecimiento durante largo tiempo, aproxim¨¢ndose a los focos rurales m¨¢s cercanos (Hortaleza, Fuencarral, Carabanchel, etc¨¦tera), que luego fueron absorbidos.
Los espacios ¨ªnsterficiales entre lag v¨ªas de penetraci¨®n se rellenaron poco a poco, conformando el actual casco urbano. En la d¨¦cada de los sesenta se producen, gracias al comienzo del resurgir econ¨®mico, dos grandes fen¨®menos urbanos: por una part¨¦ empieza la urbanizaci¨®n a gran escala de la sierra madrile?a con el boom de la segunda residencia; por otra, la emigraci¨®n, potenciada por la falta de perspectivas que ofrec¨ªa un campo olvidado, acude masivamente a las ciudades que ofrecen puestos industriales, y se agudiza la necesidad decrear residencias de bajo coste donde poder alojarla.
Bajo estas premisas, y pretendiendo descongestionar una ciudad ya saturada, se opt¨® por la creaci¨®n de nuevos n¨²cleos que se pretend¨ªan autosuficientes, situados a una distancia razonable de la capital, de tal manera que el precio del suelo r¨²stico que se ocupase fuera rentable.
As¨ª nacieron las ciudades sat¨¦lite, que en la pr¨¢ctica se han mostrado inoperantes en este sentido, y se han convertido en ciudades-dormitorio, a las que la falta de dotaciones urbanas completas hace que est¨¦n encadenadas a Madrid para toda actividad ciudadana, creando un cintur¨®n alrededor del mismo, que abarca todo el sector de Suroeste a Sureste.
Inicialmente, el planeamiento urbano concibi¨® estos centros bajo un criterio muy diferente a su actual realidad; como ejemplo, el poblado de Vic¨¢lvaro, ?entre la autopista de Atocha a Barajas, el nuevo acceso a Valencia y la v¨ªa de los poblados? (formando parte de un plan que comprend¨ªa tambi¨¦n San Blas, Palomeras y Villaverde), se pens¨® como ?cludad exponente de la labor social de nuestro tiempo?, y en ella se inclu¨ªa un centro administrativo y comercial, barrios residenciales, servicios culturales, sanitarios, campos deportiv.os, parques, etc¨¦tera, as¨ª como todo un sistema viario que favoreciera el tr¨¢fico, comunicaci¨®n con la capital por ferrocarril, y pol¨ªgonos industriales que produjeran puestos de trabajo en la propia zona.
Pero la realidad actual es bien distinta. Barrios que se caen enteros, problemas de mala edificaci¨®n (San Blas, Orcasitas y tantos otros en remodelaci¨®n), grav¨ªsimos problemas de transporte que, estando previstos en el planeamiento, no se han realizado, pero que, como en el caso del ferrocarril desde Villaverde a Parla y Fuenlabrada, se anuncia que entrar¨¢n en funcionamiento dentro de un par de a?os. Catastr¨®ficos fallos de infraestructura, como la falta de agua en Parla o la deficiencia de mantenimiento del colector de Villaverde; ausenc¨ªa de centros sanitarios que obliga al transporte de los casos urgentes a los hospitales madrile?os, en el caso de que existan ambulancias disponibles; escasez alarmante de puestos escolares (Alcobendas, dos-a?os esperando colegio), e innumerables deficiencias m¨¢s que, unidas a una mala gesti¨®n por parte de las autoridades locales (han provocado multitud de manifestaciones por parte de los habitantes de estas poblaciones, que durante el d¨ªa s¨®lo albergan a mujeres y ni?os y por la noche la televisi¨®n deja vac¨ªos, porque fuera no hay m¨¢s que el bar de la esquina, la farmacia de guardia y unas calles mal iluminadas, que jalonan de bloques id¨¦nticos, respuesta mediocre de una arquitectura divorciada de todo compromiso est¨¦tico, sin parentesco alguno con una posible herencia cultural. S¨®lo se manifiesta la mon¨®tona y gris uniformidad, que nos hace dudar de si nos encontramos en Parla, Legan¨¦s o M¨®stoles. M¨¢s a¨²n: si comparamos los folletines propagand¨ªsticos de cualquiera de las viviendas que ofrecen, vemos que son tan iguales por fuera como por dentro, coincidiendo muchas veces promotora, constructora e inmobiliaria, intentando con las diferencias de prec¨ªos, jerarquizar el confort con el que pretenden identificarlas.
Habitualmente, la venta se realiza dando f¨¢cilidades de pago que oscilan desde cinco hasta diez e incluso quince a?os; facilidades que pagan intereses y encarecen grandemente la vivienda.
En general, los precios de las viviendas var¨ªan con la distancia a Madrid, aumentando a medida que ¨¦sta disminuye. Oscilan desde las 18.000 pesetas por metro cuadrado construido en Navalcarnero, hasta las 37.000 que alcanzan en Villaverde, en dependencia tambi¨¦n de otros factores, como son la facilidad de comunicaciones, servicios y dotaciones, o la tradici¨®n residencial de la zona, as! como de? n¨²mero de puestos de trabajo en el ¨¢rea. La repercusi¨®n del solar por metro cuadrado tiene unos valores medios que van de 1.500 a 4.500 pesetas, y el precio de ejecuci¨®n material, incluidos los beneficios industriales, ronda actualmente las 15.000 pesetas.
Las superficies medias de las viviendas se acercan a los cien metros cuadrados construidos, aunque se dan casos, como en San Fernando y Legan¨¦s, en que la media es de setenta metros cuadrados.
Los pisos en alquiler en estas ciudades son pocos, en comparaci¨®n con los que se ofrecen a la venta; pero el precio de los mismos es proporcionalmente mucho m¨¢s bajo que los de compra, ya que los alquileres medios son de 9.000 pe-
Ciudades dormitorio y zonas residenciales, dos formas de vivir lejos del centro
setas para pisos de noventa metros cuadrados, hasta 13.000 en Getafe o 13.000 en Alcobendas para los de cien metros cuadrados de superficie. Cifras evidentemente bajas, si las comparamos con las que alcanzan los alquileres en la periferia de Ma.drid. Por otra parte, el coste de la vida no se diferencia demasiado del de la ciudad. Los productos b¨¢sicos alcanzan, pr¨¢cticamente, los mismos precios, y la diferencia s¨®lo se nota en determinadas mercancias consideradas de lujo, que, por tanto, no abundan. Los locales comerciales alcanzan, comparativarnente, unos precios similares a los situados en las zonas perif¨¦ricas madrile?as.El segundo, fen¨®meno importante que se est¨¢ verificando en los ¨²ltimos a?os es la progresiva transformaci¨®n de la llamada segunda residencia, que creci¨® en toda la zona Norte y Noroeste de la capital con innumerables urbanizaciones, en residencias definitivas que poco a poco han ido conformando lo que se ha dado en llamar ciudades residenciales, creciendo paulatinamente a medida que las incomodidades de la ciudad empujan a un determinado sector de la poblaci¨®n a residir fuera del casco urbano.
En un principio cumpl¨ªan una funci¨®n provisional, por su funcionamiento ?de temporada?, pero a medida que aumenta la demanda van cambiando de uso, aproxim¨¢ndose a la ciudad (se busca la rapidez del transporte), y configurando. verdaderos n¨²cleos semiurbanos donde ya se instalan todo tipo de elementos adecuados a este enfoque que no ten¨ªan cabida en las anteriores urbanizaciones; as¨ª, colegios y guarder¨ªas de elevado coste junto con discotecas y cafeter¨ªas de ¨²ltima moda o supermercados de lujo. Por el contrario, otros aspectos son desatendidos -caso del transporte-, puesto que para la mayor¨ªa de las personas que ocupan estas residencias no supone un grave problema, ya que en general utilizan el autom¨®vil y s¨®lo les preocupa. desde esta ¨®ptica, la distancia a la ciudad.
El coste de estas viviendas (chal¨¦s) es elevado -var¨ªa seg¨²n la categor¨ªa de las zonas y tama?o-, siendo los m¨¢s baratos y de menor superficie de parcela los situados en Collado Mediano, con un precio rriedio de 2.500.000 pesetas (no nuevos), y los m¨¢s caros, los de La Moraleja, que cuestan unos 35.000.000 de pesetas, con parcelas de 2.500 metros y quinientos metros cuadrados de vivienda.
Por otra parte, exceptuando algunas zonas tradicionalmente de lujo, est¨¢ proliferando en el resto de las urbanizaciones de este tipo la construcci¨®n de edificios de viviendas en altura, pisos y apartamentos, cuyo objeto es ampliar el campo de la oferta, dirigida a un sector medio de la sociedad, con un claro sentido en su propaganda y promoci¨®n de vivienda estable. Este proceso y la evidente crisis en la construcci¨®n est¨¢n haciendo desaparecer las diferencias que antes exist¨ªan entre los precios de las viviendas en cludades-dormitorio y en las residenciales, como revelan los cuadros adjuntos que reflejan la oferta media en el mes de febrero. Existe. pues, un flujo masivo de Madrid hacia el extrarradio que, si bien est¨¢ lejos de vaciar la ciudad, da lugar a uno de los fen¨®menos t¨ªpicos del urbanismo moderno: las plusval¨ªas que originan las zonas residenciales del centro de la ciudad, que poco a poco van siendo abandonadas, no pueden ser rentabilizadas con el mismo uso, siendo ¨²nicamente interesantes y asequibles para el sector terciario (comercios, oficinas, servicios).
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