Las izquierdas
Me quedo en casa con faringitis. En seguida vienen a hacerme una entrevista las izquierdas. Las izquierdas minoritarias, marginales, orbitales y extraparlamentarias tienen que cogerle a uno en un momento de debilidad o enfermedad (es su estrategia), tienen que cogerle a uno con faringitis de alma para hacerle su bondadoso lavado de cerebro, que nada tiene que ver con los de Brejnev y que ni siquiera es una comida de coco: todo lo m¨¢s, un lavado de cabeza al champ¨² como el que me hacen Paco o Pedro Romero todas las semanas en la peluquer¨ªa, cuando bajo a marcarme la melena. Los del PTE han estado marc¨¢ndome un poco la melena ideol¨®gica, que cada d¨ªa la tengo m¨¢s revuelta.Hay un pet¨¦ que durante todo este invierno me ha llevado y tra¨ªdo por Madrid d¨¢ndome y pidi¨¦ndome revistas, libros, informaciones, cosas. Es bueno, bajo y simp¨¢tico. Ahora se presenta en casa con otro que tiene algo de pr¨ªncipe persa y mendigo lumpem, algo de un orientalismo marxista. Y me graban para La Uni¨®n del Pueblo:
-?Qu¨¦ te parece la fusi¨®n PTE/ORT?
-Inevitable, necesaria, conveniente, racional, correcta. Debiera ser el principio de uni¨®n de todas las izquierdas. Tengo dicho, escrito y repetido que las izquierdas, en Espa?a, tienen la mayor¨ªa al alcance de la hoz. Empezando por el PSOE, que no calza hoz, sino rosa. Pero el PSOE est¨¢ haciendo una rar¨ªsima campa?a municipal de la que est¨¢ ausente Tierno, que tiene que trabajar por su cuenta, casi como s¨ª fuera un independiente.
Por un lado, el PSOE nos vendeun Madrid naif, un Retiro de colorines y tintas planas, en el que ya hac¨ªa socialismo Pablo Iglesias a principios de siglo, los domingos por la ma?ana, para los tip¨®grafos ilustrados. (Tengo escrito que el PSOE guarda con el Retiro la misma relaci¨®n que Macbeth con el bosque: el bosque puede acabar trag¨¢ndose a Felipe, como el Retiro hubiera acabado trag¨¢ndose a Macbeth). Por otro lado, Tierno nos vende un Madrid hegeliano y desratizado como una Atenas con Metro.
-Est¨¢n haciendo dos campa?as en lugar de una -les digo a mis amigos del PTE- Quiz¨¢ est¨¢n volviendo a equivocarse, como en las generales.
Buena gente, buenos chicos. Tan buena gente que no me atrevo a corromperles con el consejo definitivo: ?y por qu¨¦ no os integr¨¢is en los grandes partidos de izquierda, aport¨¢ndoles el agua clara de vuestro entusiasmo, de vuestro idealismo? La minor¨ªa y la marginalidad, como la santidad, tambi¨¦n pueden encerrar un pecado de soberbia: la soberbia de ser pocos.
-Yo tengo escrito que la verdad, cuanto menos repartida, parece m¨¢s, les digo, por ver si lo cogen.
Pero c¨®mo van a integrarse ellos en los grandes partidos de la izquierda, cuando esos mismos partidos est¨¢n desintegrados por dentro, seg¨²n el ejemplo del PSOE y su campa?a municipal. En esto que Teresa Badell, que viene a regalarme una escultura de Pablo Serrano:
-Cuidado con lo que dices, que estos se?ores son muy rojos -le advierto.
Teresa hojea La Uni¨®n del Pueblo: ?Los caciques disparan contra los campesinos.? Y unas fotos que lo prueban.
-Qu¨¦ horror. Parece El Caso. Esto es manipular la informaci¨®n.
-Ver¨¢s, Teresa, la manipulaci¨®n consistir¨ªa en recibir esta informaci¨®n y no darla, si es real.
O sea que tengo que luchar en dos frentes a la vez. Demasiado para m¨ª faringitis y mi spleen. Dec¨ªa Oscar Wilde que el dinero le hab¨ªa arruinado. Digo yo ahora que el exceso de confort puede matarme. M¨¢s vale echarse a la calle, con lo que est¨¢ cayendo, que soportar una discusi¨®n pol¨ªtica. Vivo la melancol¨ªa y el spleen hist¨®rico de sospechar que las izquierdas espa?olas no se unir¨¢n nunca. Por eso no se me cura la faringitis. Claro que, si se unieran, quiz¨¢ iba a ser peor. Y no digo que hay precedentes porque est¨¢n todos muertos. Los mat¨® el capit¨¢n, como en el Tenorio, a la puerta de su casa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.