La banalidad al Poder
HAY DOS razones por las que el comentario al discurso del, presidente Su¨¢rez puede y debe aplazarse m¨¢s all¨¢ del d¨ªa siguiente al que fue pronunciado. En primer lugar, porque si UCD no ha tenido la cortes¨ªa de someterlo a debate parlamentario antes de la votaci¨®n de investidura, parece necesario subrogarse en ese deber de educaci¨®n c¨ªvica y aguardar la transcripci¨®n escrita de las intervenciones de los l¨ªderes parlamentarios a quienes el se?or Lavilla ha permitido, generosamente, explicar las razones de su voto. En segundo lugar, porque el se?or Su¨¢rez, que ha dado asilo en su intervenci¨®n a los m¨¢s aburridos t¨®picos de la ret¨®rica pol¨ªtica de todas las ¨¦pocas y latitudes, ha pronunciado un discurso situado en una imprecisa regi¨®n del tiempo y del espacio que puede ser objeto de an¨¢lisis, sin temor a perder actualidad, lo mismo ma?ana que dentro de un semestre. O hace unos pocos a?os.Si el nuevo presidente hubiera hecho un discurso pol¨ªtico, utilizado cifras, precisado el contenido de los proyectos de leyes, concretado su programa, explicado en definitiva qu¨¦ piensa hacer con este pa¨ªs, si es que lo sabe, merecer¨ªa la pena glosar, de forma urgente, sus palabras. Pero, en el nivel de generalidad del que ha hecho gala, tal esfuerzo s¨®lo estar¨ªa justificado si, en vez de recitar una salmodia de evidentes y elogiables obviedades, hubiera sorprendido al auditorio con proclamaciones abstractas en favor de la inflaci¨®n galopante, el ahondamiento de las injusticias, el despilfarro, el estancamiento econ¨®mico, la delincuencia com¨²n, la hipoteca de nuestra soberan¨ªa nacional y la guerra de expansi¨®n. Dado que, afortunadamente, el se?or Su¨¢rez no ha hecho sino suscribir lo que cualquier hombre de buena voluntad de cualquier naci¨®n y de cualquier ¨¦poca tambi¨¦n firmar¨ªa, baste, por el momento, con recompensarle con nuestro aplauso y con felicitarnos de que no sea un malvado.
M¨¢s interesante, desde el punto de vista pol¨ªtico, aunque no desvelar¨¢ nada nuevo sobre el programa del Gobierno, result¨® la ¨²ltima intervenci¨®n de Su¨¢rez, contestando a las interpelaciones de los portavoces de los distintos grupos. Su¨¢rez siempre ha sido un gran fajador de la pol¨ªtica y est¨¢ claro que habla mejor que lee y que ¨¦l s¨®lo funciona mejor que cuando le ayuda su timorato equipo. Felipe Gonz¨¢lez hab¨ªa hecho un gran discurso, lleno de acusaciones y de razones, un discurso de verdadero l¨ªder de la oposici¨®n, que fue malamente contestado por el portavoz de UCD. Y Su¨¢rez, sin duda caliente por el desarrollo de la sesi¨®n de la tarde, mostr¨® una especie de arrogancia torera en la que lleg¨® a presumir de haber dirigido la Radio y la Televisi¨®n con el almirante Carrero Blanco en el poder. Hay que echarle valor para presumir de una cosa as¨ª.
Por lo dem¨¢s, la votaci¨®n de investidura no ofreci¨® m¨¢s que la relativa sorpresa del pago en sufragios, por los favores recibidor o por recibir, del se?or Rojas Marcos y sus compa?eros del Partido Socialista Andaluz. Postura dejada todav¨ªa m¨¢s al descubierto, si cabe, por la abstenci¨®n de los nacionalistas catalanes y el voto en contra de los nacionalistas vascos.
Los votos de Coalici¨®n Democr¨¢tica eran un fijo en la quiniela despu¨¦s de que al d¨ªa siguiente de su descalabro electoral hicieran p¨²blica su inquebrantable adhesi¨®n al se?or Su¨¢rez. No obstante, su portavoz, el se?or Fraga, con verdadera dignidad parlamentaria, luch¨® tambi¨¦n como el mejor para que se celebrara ese debate, que los temores y arrogancias gubernamentales hicieron imposible, con la complicidad del presidente del Congreso.
La terca resistencia del jefe de Gobierno y de su equipo a someterse, antes de la investidura, a un debate abierto sobre su programa, con r¨¦plicas y contrarr¨¦plicas, constituye as¨ª el tema m¨¢s sobresaliente y digno de comentario de la sesi¨®n. Los vientos de intolerancia, cobard¨ªa y capricho sembrados por UCD cosecharon la tempestad de malas palabras, airados comportamientos y ruidosas protestas de una oposici¨®n parlamentaria que, justificadamente, no se resignaba a actuar de comparsa y exig¨ªa, antes de que se procediera a la votaci¨®n, un debate pol¨ªtico. La responsabilidad ¨²ltima de que el Congreso se convirtiera, ayer, en una olla de grillos incumbe por completo al partido del Gobierno, que ha operado con un desprecio hacia las instituciones parlamentarias s¨®lo capaz de ser correspondido con el desprecio de la opini¨®n p¨²blica a tal falta de dignidad pol¨ªtica. El recurso al pataleo era el ¨²ltimo recurso humano y noble que la oposici¨®n ten¨ªa ante tanto desatino.
P¨¢rrafo aparte merece la actuaci¨®n del se?or Lavilla. Sab¨ªamos ya de su pertenencia a UCD, en general, y a la Democracia Cristiana, en particular. Pero la militancia en un partido del presidente del Congreso, aunque condiciona su independencia, no debe convertirle en un monaguillo de su jefe. Si bien el se?or Lavilla no puede hacer abstracci¨®n de su ideolog¨ªa, su fidelidad al se?or Su¨¢rez deber¨ªa al menos compartirla con los deberes de integraci¨®n y concordia que le imponen el alto cargo que ocupa en el Congreso. El presidente saliente, se?or ?lvarez de Miranda, movi¨® en ocasiones a la risa por sus lapsus linguae y sus equivocaciones, pero se comport¨® como un dem¨®crata honesto. La prosopop¨¦yica seriedad del se?or Lavilla da motivos, en cambio, para una hilaridad menos superficial y para sarcasmos mucho m¨¢s hirientes. El se?or Lavilla puso ayer toda su erudici¨®n jur¨ªdica al servicio de la arbitrariedad. Su¨¢rez habl¨® en su discurso de la necesidad de que todas las fuerzas pol¨ªticas contribuyan al planteamiento y resoluci¨®n de los grandes problemas nacionales y expuso el firme criterio de UCD de no pretender en modo alguno un papel exclusivo en el desarrollo de las leyes org¨¢nicas que han de completar el texto de la Constituci¨®n. El comportamiento sectario del se?or Lavilla en la sesi¨®n de la investidura es la m¨¢s evidente de las demostraciones de que lo que Su¨¢rez promet¨ªa no lo va a cumplir, si no se rectifica el rumbo. Y nada indica por el momento que piense hacerlo.
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