Los vecinos de Santa Mar¨ªa de Garo?a quieren saber la radiactividad que padecen
La central nuclear de Santa Mar¨ªa de Garo?a, situada en un punto remoto de la provincia de Burgos, es una de las tres centrales que se hallan en funcionamiento en Espa?a. Fue puesta en marcha hace ocho a?os por el entonces Jefe del Estado, Francisco Franco. Jam¨¢s ha trascendido a la poblaci¨®n que la circunda un solo dato significativo sobre sus caracter¨ªsticas o sobre los peligros que alberga. Nunca han sido sus vecinos sometidos a pruebas de radiactividad, seg¨²n ellos mismos. Un directivo de la firma que la explota, Centrales Nucleares del Norte, Sociedad An¨®nima, afirm¨® a EL PAIS que en cualquier caso la complejidad de la informaci¨®n que deb¨ªa darse ser¨ªa poco asimilable por tales habitantes, entre los que, seg¨²n ¨¦l, dominan los ancianos.
Ha habido varias oportunidades para que esa informaci¨®n fuera dada: cuando la central, que func¨ªona con un reactor BWR, de agua en ebullici¨®n, tuvo largas paradas, debido a fallos t¨¦cnicos que no fueron p¨²blicamente expuestos. Los vecinos de la zona en que est¨¢ la central, el Valle de Tobalina, han visto ahora incrementada su inquietud a ra¨ªz del accidente nuclear ocurrido en Harrisburg (Pennsylvania), en una central con reactor diferente al existente en Garo?a. La Junta de Energ¨ªa Nuclear ha pedido un informe comparativo entre ambas centrales, extensivo al resto de las centrales en funcionamiento en Espai¨ªa. Unos vecinos de Barcina del Barco, un pago vecino de la central nuclear de Santa Mar¨ªa de Garo?a, en Burgos, se calientan al atardecer con el fuego de unos le?os que se queman al fondo de una amplia chimenea y que, al tiempo, curan los chorizos y los l¨®mos que penden del techo del peque?o bar. La estampa, buc¨®lica y medieval, contrasta con las instalaciones que la empresa Centrales Nucleares del Norte ha dispuesto, muy cerca de la central, para que vivan el director y algunos t¨¦cnicos cualificados en la manipulaci¨®n de este tipo de energ¨ªa.Barcina del Barco y Santa Mar¨ªia de Garo?a son pagos del t¨¦rmino municipal del Valle de Tobalina, habitado por 2.000 personas que viven dispersas, v a veces a oscuras, por unas treinta pedan¨ªas. Uno de los alcaldes ped¨¢neos, el de Pangusi¨®n, concejal electo del municipio citado, no quiso que EL PAIS revelara su nombre, pero se prest¨® a hablar de la creciente inquietud de sus convecinos acerca de la escasa informaci¨®n que tienen sobre lo que significa la central nuclear.
En estos ocho a?os, dice otro de los concejales electos del Valle de Tobalina, que tampoco quiere revelar su nombre, no ha habido un solo informe oficial sobre los efectos que la central nuclear puede tener sobre la vida de sus vecinos. La semana pasada, al parecer, se ha hecho en Madrid una prueba sobre la leche que se toma en los alrededores de la central. El director de la misma, Francisco Mier, 38 a?os, doctor en Ciencias F¨ªsicas, bebedor de leche, afirma que en las pruebas comparativas entre los productos l¨¢cteos que se consumen en esta zona y los que se consumen en un pueblo de Santander no hay diferencia de ninguna clase. Esta informaci¨®n tranquilizadora nunca ha sido ofrecida oficialmente a los habitantes del Valle de Tobalina.
Ausencia total de informaci¨®n
A pesar de la incertidumbre, los vecinos no han protagonizado nunca una movilizaci¨®n para satisfacer sus deseos de informaci¨®n. La ¨ªnformaci¨®n, por otra parte, es una responsabilidad de la Junta de Energ¨ªa Nuclear, seg¨²n dice el se?or Mier, quien adem¨¢s est¨ªma que hay elementos complejos con respecto a la central que ?quiz¨¢ no ser¨ªan asimilados por los habitantes? del valle de Tobalina.Ha habido momentos claves en la vida de la central en los que esa informaci¨®n debi¨® ser instant¨¢nea. En septiembre de 1974 y enero de 1975 hubo un grave problema nuclear en un reactor en funcionamiento en Estados Unidos. El reactor, un BWR (de agua en ebullici¨®n), fabricado por General Electric, era de las mismas caracter¨ªsticas que el de Santa Mar¨ªa de Garo?a. El Gobierno estadounidense orden¨® la paralizaci¨®n de las actividades de ese y de otros veinte reactores iguales en Norteam¨¦rica.
El de Garo?a sigui¨® funcionando. Seg¨²n Francisco Mier, fue somet¨ªdo a una revisi¨®n, a instancias de la autoridad nuclear espa?ola. Los resultados de la revisi¨®n no fueron hechos p¨²blicos.
En 1974, por otro lado, la central nuclear de Santa Mar¨ªa de Garo?a funcion¨® a un 59% de su capacidad. Esta circunstancia extra?¨®, porque la mencionada central sol¨ªa superar el 60% de su capacidad. El se?or Mier explica hoy que ?hubo ¨ªncidencias en las turbinas, pero ning¨²n fallo fuera de lo normal?. La reparaci¨®n se hizo y la central sigui¨® funcionando.
En 1977 hubo otro dram¨¢tico descenso en la producci¨®n de la central, que funcion¨® a s¨®lo un 48% de su capacidad. En esta ocasi¨®n hubo ?una temporada larga? de paro, por lo que el se?or Mier califica ahora de ?problemas de erosi¨®n? habidos en la planta. En ning¨²n caso la autor¨ªdad nuclear ha dado informaci¨®n sobre tales incidentes. Los habitantes de la zona son los que m¨¢s resienten este silencio.
La gente no lo entiende
El propio Francisco Mier hace la autocr¨ªtica: ?Dado el momento en que nos encontramos, ser¨ªa bueno dar m¨¢s informaci¨®n?, aunque el. director de la central repite que ?esta no es una zona donde la gente tenga predisposici¨®n a entender cosas tan complejas como las relat¨ªvas a la central?. Sobre el desaf¨ªo que ecologistas como Mario Gaviria y Pedro Costa le hacen para debatir en p¨²blico la cuesti¨®n de la energ¨ªa nuclear, el se?or Mier es tajante: ?A nivel cient¨ªfico no pueden aceptarse desaf¨ªos. Los desaf¨ªos se hac¨ªan en la Edad Media, con lanzas y padrinos por medio. ?El silencio del municipio del Valle del Tobalina acerca de la central nuclear no ha sido perpetuo. Hace unos a?os, el grupo de alcaldes ped¨¢neos de la zona m¨¢s afectada por la presencia de la central se dirigieron al gobernador civil para pedirle que se prohibiera la construcci¨®n de un cementerio provisional de residuos nucleares de Garo?a, o que al menos se consultara con la gente, garantizando medidas de seguridad y an¨¢lisis peri¨®dicos cuyos resultados se revelaran inmediatamente. El cementerio provisional se hizo, con el correspondiente permiso, seg¨²n dicen hoy las autoridades de la central. El pueblo del Valle de Tobalina nunca recibi¨® una respuesta formal a su contencioso.
"Esa cosa nuclear no es buena"
?Nosotros seguimos sin saber qu¨¦ grado de radiactividad estamos alcanzando ni sabemos si cuando se seca un manzano ello ocurre por culpa de la central nuclear o por otras razones?, dice el alcalde de Pangusi¨®n, explicando la queja principal de sus convecinos. Pedro Salazar, un ex guarda d.el uranio de Santa Mar¨ªa de Garo?a, deplora la misma escasez de informaci¨®n. Para ¨¦l no hay duda alguna: ?Los ¨¢rboles empiezan a decaer y hay que utilizar m¨¢s abono para los frutales. Ya se empieza a notar que esa cosa nuclear no es buena. ?El director de la central entiende esa inquietud de Pedro Salazar por los frutales. Pero tiene una respuesta: ? Los ¨¢rboles no decaen por razones ligadas al trabajo de la central. Yo tengo ¨¢rboles plantados aqu¨ª, muy cerca de la prop ?a central, para que se compruebe que esos temores, son infundados. Los ¨¢rboles decaen en todas Ias zonas rurales porque se ha introducido de forma masiva la maquinaria agr¨ªcola y los herbicidas en los campos. ?
El agua utilizada en la refrigeraci¨®n del. reactor nuclear de Santa Mar¨ªa de Garo?a se vierte directamente al r¨ªo Ebro, que durante uno o dos kil¨®metros de su curso, seg¨²n el director de la central, la temperatura del agua aumenta en un grado. Los ecologistas dicen que ese aumento dar¨ªa irremediablemente el ecosistema, al afectar al ox¨ªgeno disuelto en el agua. Francisco Mier asegura que ese da?o no. se produce y alude a informes t¨¦cnicos en los que esa incidencia se mide.
Estudio comparativo con la central de Harrisburg
El pasado s¨¢bado, por otra parte, en la central nuclear de Santa Mar¨ªa de Garo?a se recibi¨® una orden de la Junta de Energ¨ªa Nuclear para que fuera realizado un estudio espec¨ªfico comparativo entre esta central y la que sufri¨® el famoso accidente en Harrisburg, cuyo modelo es distinto al de Santa Mar¨ªa de Garo?a.El se?or Mier tiene, con respecto a la actitud de la poblaci¨®n del Valle de Tobalina, una opini¨®n diametralmente opuesta a la que hallamos nosotros. Seg¨²n ¨¦l, ?no hay oposici¨®n significativa a la central. La postura de la gente ha sido de enorme colaboraci¨®n y la mayor parte ha mostrado un sentido realista muy considerable?.
Mal pueden colaborar, dicen los dos concejales electos cuyas opiniones hemos citado, ?porque no sabemos absolutamente nada de lo que pasa dentro de esa f¨¢brica de energ¨ªa?. Un elemento que contribuye a ?la natural reticencia de la gente?, como la define Francisco Mier, es la falta de contrapartidas que el Valle de Tobalina ha recibido de la empresa que explota la central. ? Eso no es cierto: dejamos aqu¨ª al menos doce millones de pesetas en impuestos y a lo largo de los ocho a?os que lleva en funcionamiento la central hemos gastado doscientos millones de pesetas en servicios diversos.? El alcalde de Pangusi¨®n sabe esos datos, pero se?ala que hay pedan¨ªas en que pr¨¢cticamente no existe la luz el¨¦ctrica. La de Santa Mar¨ªa de Garo?a se va para otros pagos. Muchos dicen que se va al Pa¨ªs Vasco, aunque el director de la central afirma que eso no depende de ellos, sino de la red nacional. Los vascos antinucleares, por otra parte, reciben el reprozhe de manifestarse contra Lem¨®niz y no contra la central de Santa Mar¨ªa de Garo?a, que est¨¢ dos pasos de Euskadi y que adem¨¢s da luz al Pa¨ªs Vasco.
Los vecinos del Valle de Tobalina se quejan tambi¨¦n de que los doscientos empleados de Santa Mar¨ªa de Garo?a vivan a treinta kil¨®metros de la central, en Medina de Pomar o en Mirailda de Ebro. ?Si esto no es peligrc,so, dice una ¨¢nciana de Barcina, ?por qu¨¦ no viven m¨¢s cerca y revalorizan estas tierras?? El director de la central: ?Yo vivo al lado del reactor y no soy como Fraga, que fue a ba?arse una vez a Palomares. Yo estoy aqu¨ª todo el tiempo.? El alcalde de Pangusi¨®n: ?Nosotros tuvimos la culpa de que se fueran a otros pueblos, porque no nos movimos a tiempo para que se quedaran. ?
Temor a la contaminaci¨®n
La presencia de los periodistas es como un chispazo para los lugare?os. Pero ?por qa¨¦ no hab¨ªan pedido informaci¨¢n antes, por qu¨¦ no hab¨ªan protestado? Domingo Mendialdua, un vasco que vive en Barcina del Barco: ??Y usted protestaba cuando Franco?? Franco fue quien accion¨®, personalmente, el mecanismo que puso en funcionamiento la central de Santa Mar¨ªa de Garo?a. Luego volvi¨® a su Rolls y se hizo de vuelta los cuatrocientos kil¨®metros que separan este remoto y paradisiaco lugar de la capital del Estado. En Barcina se tiene la impresi¨®n que esa distancia es en realidad 4.000 kil¨®metros. Cuando Franco no hablaba, pero ahora a Domingo Mendialdua no le duelen prendas: ?El otro d¨ªa le dije al gobernador que el cementerio nuclear y todo lo que se ha construido aqu¨ª se ha hecho clandestinamente.?Los vecinos del Valle de Tobalina se palpan el cuerpo y se preguntan si estar¨¢n. contaminados. ?Nunca nos han hecho ur,a revisi¨®n. Nosotros no hemos notado nada de particular en nuestra salud, pero el d¨ªa en que ocurra algo se lo vamos a atribuir a los efectos de la radiactividad.? Francisco Mier reacciona: ?Nosotros no podemos hacer esa revisi¨®n entre los habitantes. Eso depende de otras autoridades. Pero a nivel privado estamos dispuestos a ofrecer toda clase de servicios a los que lo soliciten.
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