Los social-liberales, manejables
Diputado PSOE-SegoviaSupongo que, tras todo cambio de Gabinete, los nombres y la raz¨®n de ser de muchos personajes que hoy componen el nuevo Gobierno har¨¢n correr tinta. abundante.
Yo no voy a entrar a fondo en el tema ni voy a analizar la crisis y su soluci¨®n. Pretendo subrayar s¨®lo un aspecto parcial de ella: el trato dado a los social-liberales.
Que el tema es importante est¨¢ aclarado por el mismo hecho de que las notas oficiosas no paran de insistir en el ?elevado n¨²mero de socialdem¨®cratas (sic) que componen el nuevo Gabinete?. A la vez, y con la Cruz de Carlos III, el l¨ªder de ese pretendido grupo se va a su casa.
?Por qu¨¦?
Cuando la constituci¨®n de UCD como partido de partidos, no hab¨ªan tenido tiempo de formarse (o no tuvieron fuerza ni ganas) muchos de esos minipartidos integrados. El grupo social-liberal era uno de ellos. Su cabeza visible y ¨²nico capaz de aglutinarlos era Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez.
No voy a insistir en mi tesis de que un socialdem¨®crata s¨®lo puede ejercer dentro y desde filas del PSOE y que los que as¨ª se denominan y act¨²an en UCD no pasan de social-liberales. Pero a lo que vamos. Ese sector dentro de UCD est¨¢ jugando cada d¨ªa un papel m¨¢s importante: son los ¨²nicos que pueden dar la imagen de que el centro no es la derecha. Esta imagen es -especialmente tras las elecciones municipales- de una urgencia ineludible. La UCD, volcada de hecho a la derecha al incorporar a CD, se intenta agarrar desesperadamente al centro pol¨ªtico del pa¨ªs. Y son ellos, sus social-liberales, los ¨²nicos que pueden evitar el fracaso de esta operaci¨®n.
He dicho que una de las pocas personas que conozco que no necesita psiquiatra es Adolfo Su¨¢rez. Pero me temo que est¨¢ empezando a pedir hora. Ya es la derecha sociol¨®gica y econ¨®mica, pero todav¨ªa pretende ser el centro pol¨ªtico: sobre la base, por supuesto, de los social-liberales. Dif¨ªcil. Pero, como siempre, el se?or Su¨¢rez, maestro de la habilidad y el funambulismo pol¨ªtico, intenta el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: incorporar la tendencia social-liberal, pero sin concederles poder p¨®l¨ªtico. Usar a esos hombres como colorante rosado de la creciente ola azul que nos invade. Emplea para ello su sistema tradicional: dejar fuera de juego a los n¨²meros uno y ascender a altas cotas a sus segundos o terceros. A zonas donde el v¨¦rtigo del poder y el mareo de la altura les hagan olvidar ideolog¨ªas, compromisos y amistades. Muy h¨¢bil.
Lo malo es que ya empezamos a conocer este juego: se gira a la derecha y se buscan unos d¨®ciles servidores con etiqueta m¨¢s centrada. ?Piensa alguien que alguno de los recientes ministros de esta tendencia vaya, por ejemplo, a plantarle cara a Abril Martorell, si llega el caso? S¨®lo uno podr¨ªa haberlo hecho y, naturalmente, est¨¢ en su casa. Esos hombres honestos como son Bustelo, Seara o Garc¨ªa D¨ªez, ?tienen pensado si van a hacer algo m¨¢s que obedecer al vicepresidente segundo?
En un Gobierno y una UCD donde se potencia el antimarxismo carreroblanquista, donde se destapa el poder de los grandes grupos econ¨®micos, donde renace el paternalismo a lo Sol¨ªs frente a los trabajadores, donde se usa. como careta a muchas buenas personas de otros talantes, ?qu¨¦ hacen ya gentes que alg¨²n d¨ªa so?aron con la socialdemocracia? Est¨¢ muy, claro: pasar d¨ªa a d¨ªa a ser exclusivamente los social-liberales manejados, la tapadera ¨¦tica, el billete barato para el centro.
Estas gentes han cumplido -puedo aceptarlo- un papel importante en la dif¨ªcil transici¨®n. Pero ahora que est¨¢n viendo que les agradecen los servicios prestados con condecoraciones y hueras butacas de ministro, pero sin poder pol¨ªtico, ?qu¨¦ hacen en ese partido de derechas que es la UCD hoy? Cuando el pa¨ªs empieza, tras las elecciones municipales, a so?ar con la segunda fase de la transici¨®n -la aut¨¦ntica democratizaci¨®n integral del Estado y de la convivencia-, esas personas pueden ser ¨²tiles s¨ª dejan a un lado sus pequenas ambiciones de organigrama y recuperan las de canibio que tuvieron en otros tiempos. Que lo piensen bien: el pueblo les ofrece colaborar en la democracia; el Poder les ofrece participar en la farsa. Est¨¢n a tiempo de elegir su papel en la historia del cambio. ?Qu¨¦ decidir¨¢n?
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