Se?or alcalde
YA TENEMOS al viejo profesor en la alcald¨ªa. Bien venido sea. Llega al aire de un pacto de la izquierda para promover un cambio en el poder municipal y es, desde luego, una inc¨®gnita c¨®mo ha de manejar la varita m¨¢gica de su mandato.Siempre hemos cre¨ªdo que la tesis funcional de poner al frente de las alcald¨ªas el prototipo del gran empresario no era la m¨¢s acertada. La alcald¨ªa es un puesto para un pol¨ªtico, y de seguir el otro razonamiento se podr¨ªa acabar en la paradoja de creer que el primer ministro o el jefe del Estado ten¨ªan que ser tambi¨¦n unos superhombres de la empresa y nada m¨¢s. Y son precisamente los ribetes y los matices pol¨ªticos -pol¨ªticos, no ideol¨®gicos- los que hacen nacer una razonable preocupaci¨®n entre los ciuda danos, a derecha e izquierda, por la capacidad real del profesor Tierno en puesto tan decisivo como el que le han encomendado las urnas y los pactos. Los pr¨®ximos meses van a servir para desvelar las dudas. El llega a la alcald¨ªa sin una definici¨®n expresa de qu¨¦ cosas piensa hacer y s¨®lo con formulaciones gen¨¦ricas de buena voluntad: una administraci¨®n honesta, un acercamiento a los problemas del pueblo, etc¨¦tera. Es impresionante el paralelismo que se puede trazar entre semejantes prop¨®sitos y los enunciados por el presidente Su¨¢rez en las Cortes, al someterse al voto de investidura. En ambos casos, un vac¨ªo absoluto de planes pol¨ªticos y de proyectos de acci¨®n sume a los ciudadanos en la perplejidad o en la fe. La izquierda debe creer en la bondad de Tierno como la derecha ha de hacerlo en la de Adolfo Su¨¢rez. Con la notable aclaraci¨®n de que Su¨¢rez tiene al menos un curriculum de gobernante por el que se le puedejuzgar, mientras que Tierno es una inc¨®gnita tan grande que ni siquiera su partido quiso hacer una campa?a personalista con ¨¦l.
La Carta Especial de Madrid otorga al alcalde plenos poderes en la gesti¨®n municipal y esta es siempre una peligrosa tentaci¨®n incluso para los personajes de m¨¢s democr¨¢tica trayectoria. La actitud incomprensible de socialistas y comunistas de negar cualquier puesto en el Ayuntamiento madrile?o a los concejales de UCD pone de relieve esa voracidad insaciable de nuestra clase pol¨ªtica, que amenaza con querer contestar a los abusos ucedistas en el Parlamento con los abusos de la oposici¨®n en las alcald¨ªas. Para no quedarse corto, el Gobierno publicaba ayer por sorpresa en el Bolet¨ªn Oficial del Estado una resoluci¨®n administrativa que de alguna manera trata de hacer obligatoria la presencia de concejales de UCD, proporcionalmente a su representaci¨®n popular, en las juntas de distrito madrile?as. Si resultaba absurdo y antidemocr¨¢tico que la oposici¨®n negara el derecho a la lista m¨¢s votada de la capital a una determinada participaci¨®n en la gesti¨®n de la misma, resulta antidemocr¨¢tico y absurdo que el Gobierno emplee ahora el BOE como un arma arrojadiza, de dudosa eficacia, para beneficiar con el tr¨¢gala a la lista de Alvarez.
En cualquier caso, no se puede negar el caudal de esperanza que la renovaci¨®n municipal ha suscitado entre los vecinos de Madrid y merece la pena aguardar a los hechos antes de emitir cualquier juicio pol¨ªtico sobre el nuevo alcalde. Pero, por no ser m¨¢s ben¨¦volos con ¨¦l que con el propio Gobierno, vamos a recordarle al viejo profesor que Madrid tiene planteado un c¨²mulo de problemas de urgente soluci¨®n. Podemos empezar por el tr¨¢fico, con la inevitable alusi¨®n al caos mortal de la M-30; el transporte, de una pobreza y suciedad lamentables; el alumbrado y asfaltado de calles, s¨®lo en buen estado en los barrios c¨¦ntricos; la seguridad, cada d¨ªa peor guardada y con una polic¨ªa municipal que ha hecho gala de indisciplina en los ¨²ltimos meses; la especulaci¨®n de terrenos; el esc¨¢ndalo de los asentadores en el abastecimiento; la destrucci¨®n permanente del centro hist¨®rico... Y por no ser menos ben¨¦volos con ¨¦l que con el propio Gobierno, vamos a esperar tambi¨¦n los cien d¨ªas de rigor desde el comienzo de su mandato para establecer un primer balance.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.