Abertzalismo "versus" espa?olismo
Profesor agregado de Universidad
Como vasco tanto tiempo apartado de Euskal-Herria, quisiera decir algo acertado sobre mi pa¨ªs, si es verdad que la perspectiva que da el alejamiento ?acierta? en la selva de la confusi¨®n.
He aqu¨ª algo que me parece confusi¨®n: que la defensa de alg¨²n partido socialista ante los reproches de ?espa?olismo? se haga relegando sutilmente a un segundo plano ?lo vasco? en beneficio de (?) ?la solidaridad de las clases trabajadoras?. ?Qu¨¦ dir¨ªa Marchais a todo esto con su comunista y peculiar defensa de las clases trabajadoras desde su nacionalista enfrentamiento (de seguro, peculiarmente disparatado) a la ampliaci¨®n de la Comunidad Econ¨®mica Europea? De momento, lo que cabe decir, por nuestra parte, es que en la teor¨ªa marxista se ha le¨ªdo de muy diversas formas el cap¨ªtulo del nacionalismo seg¨²n las distintas coyunturas e intereses de la causa socialista. Por ejemplo: son muy diferentes el tratamiento del tema desde posiciones propias del internacionalismo proletario (aunque ocasionalmente abierto a la aceptaci¨®n estrat¨¦gica del ?principio de autodeterminaci¨®n nacional?) y el de los llamados austromarxistas, visceralmente ocupados y preocupados por la causa de las nacionalidades del Imperio Austro-H¨²ngaro.
La sutil relegaci¨®n antes aludida enlaza con la presentaci¨®n del Pa¨ªs Vasco (o Catalu?a, o Madrid) como explotador de otras partes de Espa?a y de sus recursos en fuerza de trabajo, capital generado en ellas y luego emigrado, etc¨¦tera. Acto seguido, suele apuntarse ?voluntaristamente? a los capitalistas vascos o catalanes como protagonistas de la tradicional explotaci¨®n interregional. A esto cabe apostillar, sin embargo, lo siguiente: que no fueron Madrid, Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco tambi¨¦n dominados por el Estado centralista) sino ese mismo Estado -en el que no caben ex definitione iniciativas regionales auton¨®micas: por ejemplo, la de explotar a otras regiones o hacer ?planes de desarrollo? (cosa de L¨®pez Rod¨®)- el gran actor de los procesos de desigualdad regional, la ?instancia dominante? (en jerga althusseriana) de las mismas relaciones de producci¨®n. ?Porqu¨¦ no pensar entonces que el principio de ?la solidaridad de clases del Estado espa?ol? habr¨ªa quedado mejor garantizado desde una organizaci¨®n auton¨®mica o federal? Naturalmente, tambi¨¦n los espa?olistas aludidos responder¨ªan afirmativamente, aunque en tono menor. Digo ?en tono menor? porque su invocaci¨®n a la autonom¨ªa y la solidaridad de clase est¨¢ mediatizada, en buena medida, por su m¨¢s tibia identificaci¨®n (medible en base a su genealog¨ªa familiar, lugar de nacimiento, utilizaci¨®n o voluntad de utilizaci¨®n del euskera) con Vasconia, Catalu?a, etc¨¦tera.
Solidaridad con lo vasco
Creo que los que, viviendo en Euskadi (por ejemplo), no han nacido all¨ª o los que nos hemos visto impedidos del acceso institucionalizado y normal al euskera y muchos otros admitir¨¢n progresivamente que una cosa (la profunda y no descafeinada organizaci¨®n auton¨®mica) no quita sino que pone la otra (la solidaridad con las clases trabajadoras de Espa?a y la misma Espa?a). Los inmigrantes que trabajan en Euskadi -importante arsenal de votos espa?olistas- deber¨ªan tomar conciencia de que su solidaridad de clase pasa ineludiblemente por la solidaridad con las clases trabajadoras (no s¨®lo obreras) vascas y con lo vasco. Pero... ?qu¨¦ es lo vasco? Utilizando la actual terminolog¨ªa, ?deber¨¢ entenderse por tal lo vasco-espa?olista o lo vasco- abertzale? Creo que cada vez m¨¢s, lo segundo. Entre otras muchas razones, porque los mismos inmigrantes tender¨¢n a integrarse (en actitudes, comportamientos -?incluido el electoral! -, lengua, conciencia de nacionalidad y de clase, etc¨¦tera) en la sociedad vasca (la que no pudo ser por las derrotas hist¨®ricas y la represi¨®n, la que surge y la que la voluntad vasca quiere hacer desde su profunda conciencia diferenciada: ah¨ª est¨¢n los resultados de recientes investigaciones y de las ¨²ltimas elecciones). Es lo que ha ocurrido con los inmigrantes de otras regiones de la tierra: que las segundas y terceras generaciones acaban por adoptar perfiles de actitudes y conductas muy similares a las del nuevo entorno y muy diferentes a las de padres y abuelos.
El Pa¨ªs Vasco -al igual que Espa?a, Europa o cualquier sistema social- no es una cosa ya dada o hecha, sino un proceso. Se va haciendo. ?Qu¨¦ incompletas y absurdamente autosatisfechas me parecen mitologizantes y sustancializadoras visiones (por cierto, no s¨®lo del frente totalitario-fascista sino del liberal) de Espa?a basada casi exclusivamente en lo que Castilla (?sobre todo, Castilla!), Arag¨®n... Espa?a fueron. Son visiones escol¨¢sticas y hasta biologistas: se dir¨ªa que los genes de Espa?a y su esencia estaban ya descubiertos, cabiendo tan s¨®lo ?accidentales? modificaciones a unos valores ?eternos?. Sin embargo, Espa?a no se ha realizado todav¨ªa, ni Euskadi, ni Europa. La invocaci¨®n a la raz¨®n hist¨®rica debe hacerse con todas sus consecuencias: es decir, no para momificar el presente y el futuro en aras de un ?glorioso? pasado, sino para descubrir los muchos hilos posibles del desarrollo de los pueblos.
Un pa¨ªs en formaci¨®n
He se?alado antes la hip¨®tesis de la progresiva ?abertzalizaci¨®n?. Si la misma se verificara, aquel proceso morder¨ªa sucesivas parcelas de poder y votos a los espa?olistas... o dial¨¦cticamente transformar¨ªa -como a las primeras generaciones de inmigrantes- a algunos: de ?partidos en? a ?partidos de? Euskadi dentro del Estado espa?ol. Creo capaces de esta transformaci¨®n (sin duda, ya iniciada) a varias formaciones pol¨ªticas. Este proceso puede ser frenado, sin embargo, por la ?reacci¨®n? del Estado central o la ?reacci¨®n? de la violencia (contrainstitucional, si se quiere, pero cada vez menos estrat¨¦gica y siempre condenable, aunque, como el delito, hecho innegable de la sociedad). Hablo de reacci¨®n (tambi¨¦n quiero decir ?reaccionarismo?) porque se origina una alimentaci¨®n negativa de los procesos de realizaci¨®n del Pa¨ªs Vasco (anul¨¢ndolos, retard¨¢ndolos, retrotray¨¦ndolos o, en todo caso, enlut¨¢ndolos).
Finalmente: el problema del nacionalismo no ha sido materia importante de an¨¢lisis en las Ciencias Sociales. La aproximaci¨®n al mismo sigue siendo ?lejana?. Creo que Espa?a, que est¨¢ viviendo dolorosamente el problema como ninguno, se encuentra excepcionalmente capacitada para comprenderlo y explicarlo e incluso para marcar una pauta en la estructuraci¨®n de la ?Europa de los pueblos?.
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