?Generalidad provisional o provisionalidad generalizada?
LAS ELECCIONES municipales han sido la primera materializaci¨®n del proyecto reformista de modificar sustancialmente la localizaci¨®n y el ejercicio de los poderes reales de decisi¨®n y administraci¨®n, a fin de permitir el acceso a su ejercicio directo a las; fuerzas pol¨ªticas y sociales mantenidas al margen de cualquier responsabilidad p¨²blica durante varias d¨¦cadas. El primer y dilatado tramo de la transformaci¨®n democr¨¢tica de las instituciones se especializ¨® de manera casi exclusiva en garantizar las libertades ciudadanas, en legalizar la reagrupaci¨®n de las formaciones partidistas y sindicales y en devolver a la sociedad el derecho de elegir a sus gobernantes mediante el sufragio. Los comicios locales del 3 de abril, despu¨¦s de la victoria en las elecciones generales del partido del Gobierno, mostraron que la izquierda puede conquistar en nuestro pa¨ªs parcelas de poder sin que nadie rompa la baraja, pero tambi¨¦n que la aceptaci¨®n de esa realidad, como algo distinto de una posibilidad abstracta, todav¨ªa no es acogida con la suficiente naturalidad por un poder ejecutivo demasiado acostumbrado por la inercia a contemplar el Estado y la Administraci¨®n Local como un todo continuo.Es un t¨®pico se?alar que del dicho al hecho hay un trecho. No es lo mismo que la mayor¨ªa admita te¨®ricamente el derecho de la minor¨ªa a sustituirle en el ejercicio del poder y que esa subversi¨®n se produzca efectivamente. S¨®lo a lo largo de ese proceso de aceptaci¨®n de que el juego democr¨¢tico implica de verdad, y no s¨®lo en las promesas y en las palabras, l¨ªmites al poder, difusi¨®n de la autoridad y alternancia en el manejo de la cosa p¨²blica, el Gobierno y su partido mostrar¨¢n la profundidad y el alcance de su compromiso con un sistema pluralista y representativo.
El control por los socialistas, los nacionalistas y los comunistas de la mayor¨ªa de las grandes ciudades del pa¨ªs ha sido el primer desaf¨ªo real que UCD ha arrostrado en este terreno. Y digamos en su honor que las malas caras, los refunfu?os y las salidas de pie de banco de algunos de sus candidatos derrotados o de sus portavoces no han pasado a mayores. Pero tal vez la p¨¦rdida de numerosos e importantes municipios no representa la prueba m¨¢s dura con que se va a enfrentar la capacidad de digesti¨®n y asimilaci¨®n de UCD. Posiblemente sea el establecimiento de verdaderas instituciones de autogobierno en Catalu?a y el Pa¨ªs Vasco el aut¨¦ntico punto de no retorno a partir del cual podremos estar seguros de que la reforma pol¨ªtica del se?or Su¨¢rez no ha consistido en un simple cambio formal para asegurar el monopolio del poder a quienes lo han disfrutado sin soluci¨®n de continuidad desde hace tres generaciones.
La manifestaci¨®n del domingo en Barcelona para exigir la aprobaci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa elaborado por la Asamblea de Parlamentarios catalanes en la anterior legislatura indica bien a las claras que la pol¨ªtica espa?ola ha pasado la etapa de la adolescencia y ha entrado en plena madurez. A los ni?os o a los j¨®venes se les puede contentar con promesas cuyo cumplimiento se demora con mil pretextos. Pero los adultos no se dejan enga?ar con palabras ni admiten aplazamientos. No hay ninguna raz¨®n para que el Gobierno y su grupo parlamentario contin¨²en afilando el l¨¢piz y colocando el pupitre en orden para no hacer las tareas. Han pasado casi dos meses desde que UCD ganara las elecciones, y casi un mes desde la investidura del se?or Su¨¢rez. Hasta ahora, lo ¨²nico que podemos anotar en su labor es el parco comienzo del reparto de globos entre los segundos. Ahora bien, ser¨ªa destructivo para el Gobierno, y suicida para las instituciones democr¨¢ticas, que de aqu¨ª al verano el partido del poder no apretara a fondo el acelerador para dar respuesta a cuestiones ya planteadas, como los Estatutos de Autonom¨ªa de Catalu?a y del Pa¨ªs Vasco, o para sentar las bases de una pol¨ªtica coherente y eficiente frente a la crisis econ¨®mica y los problemas internacionales. No hay raz¨®n alguna para la demora. Euskadi es un polvor¨ªn con la mecha encendida. Catalu?a, que tan ejemplares lecciones de seny y de esp¨ªritu democr¨¢tico ha dado a lo largo de los ¨²ltimos tres a?os, tampoco puede ser condenada a ese ?vuelva usted ma?ana? que los covachuelistas ?madrile?os? han prodigado desde los tiempos de Larra. Entre otras cosas, porque los catalanes no tienen en su c¨®digo gen¨¦tico la virtud de la paciencia, simple producto hist¨®rico, y, por tanto, reversible, de su madurez pol¨ªtica.
Nada hay, peor en pol¨ªtica que la obcecaci¨®n en una f¨®rmula por el simple hecho de que una vez dio resultado. El pragmatismo del se?or Su¨¢rez y el viej¨ªsimo oficio pol¨ªtico del honorable Tarradellas convergieron, en julio de 1977, para lograr una de las m¨¢s audaces soluciones de la etapa de transici¨®n para uno de sus m¨¢s delicados problemas. Pero la f¨®rmula est¨¢ ya gastada. La hostilidad desplegada por los cientos de miles de manifestantes del domingo en Barcelona hacia el imaginativo invento de la Generalidad Provisional, si bien no priva de m¨¦rito a sus art¨ªfices en el pasado, debe hacer recapacitar seriamente, tanto al se?or Su¨¢rez como al honorable Tarradellas, sobre el m¨ªnimo futuro de lo que comenz¨® como estampa casi ¨¦pica, pero puede convertirse en lamentable farsa. El sentido de la responsabilidad obliga al Gobierno a abandonar cualquier intento de maniobrar con las ambiciones invernales de Tarradellas, quien merece, por su biograf¨ªa personal y por su talento de hombre p¨²blico, algo m¨¢s digno que el destino pat¨¦tico de quienes se empe?an en remedar gestos que en su d¨ªa fueron veraces, pero que el desgaste del tiempo convierte en muecas.
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