G¨¹nter Walraff, "el periodista indeseable" de la Rep¨²blica Federal de Alemania cuenta su experiencia
Estos d¨ªas se presenta en Espa?a el libro El periodista indeseable (editorial Anagrama), del alem¨¢n G¨¹nter Walraff, escritor, obrero, autor de guiones para la televisi¨®n y la radio, miembro del Pen alem¨¢n, multipremiado, es el periodista m¨¢s conflictivo de la moderna historia alemana. A sus 36 a?os, cuenta con una buena decena de libros de gran impacto, elaborados mediante un procedimiento que ¨¦l mismo califica como poco ortodoxo: Wallraf vive sus reportajes, pasa por las mismas situaciones, de sus encuestados, simula cargos, se caracteriza para no ser reconocido por sus peores enemigos y penetra en el mismo centro de la noticia. Muestras de su modo de hacer periodismo son sus obras Trece reportajes no deseados, Reportajes de f¨¢bricas, Te necesitamos, Nuestro fascismo de ah¨ª al lado, Grecia ayer: una ense?anza para el ma?ana, por citar algunos t¨ªtulos. Julio Sierra entrevist¨® al periodista indeseable.
Pregunta. ?Para qui¨¦n resulta hoy tan indeseable G¨¹nter Wallraf?Respuesta. Desde luego, no para quienes me env¨ªan cada semana cientos de cartas sugiriendo temas, comunicando experiencias o, simplemente, anim¨¢ndome a continuar mi trabajo. Me escriben obreros, sindicalistas, progresistas, cr¨ªticos, estudiantes que encuentran en mis libros un est¨ªmulo en la lucha por sus intereses profesionales. Muchos atribuyen a mis obras el haber contribuido a cambiar su mentalidad. En la proporci¨®n en que mis libros se han ido difundiendo ha aumentado la presi¨®n de mis adversarios, que pretenden por todos los medios evitar su publicaci¨®n.
(Un buen d¨ªa, G¨¹inter Wallraf se provey¨® de papeles falsos, alter¨® su aspecto, se adecent¨® y solicit¨® un puesto de redactor en el Bild Zeitung, de Axel Springer, el magnate de la prensa alemana que form¨® su imperio con la f¨®rmula ?sangre + sexo?. Cuando Wallraf reuni¨® suficiente informaci¨®n para escribir un libro sobre la manipulaci¨®n informat¨ªva del Bild, se fotografi¨® en la redacci¨®n, para dejar constancia, y desapareci¨®. Al trascender el hecho, la editorial Springer en pleno sufri¨® una oleada de furor: su peor enemigo hab¨ªa logrado trabajar como redactor en la empresa, un objetivo que a la gran mayor¨ªa de aspirantes les supone un largo per¨ªodo de prueba y observaci¨®n.)
P. A pesar de aquel episodio, G¨¹nter Wallraf parece haber pasado por el aro. Hasta pertenece al Pen, la entidad que agrupa a los escritores profesionales.
R. S¨ª, pertenecer claro que pertenezco. Pero la propia asociaci¨®n de escritores alemanes me ha enviado estos d¨ªas una advertencia en la que se me atribuye encender la lucha de clases, y eso no est¨¢ bien visto aqu¨ª. Por lo dem¨¢s, dentro de algunas semanas se conocer¨¢ la sentencia de un tribunal de Hamburgo en relaci¨®n con el juicio de la editorial Springer. El proceso ha sido para m¨ª no s¨®lo ruinoso, por lo que significan las costas, sino tambi¨¦n por la larga comparecencia: en total, 32 horas hasta ahora. Si la sentencia me fuera desfavorable, podr¨ªa contar con que se me aplicar¨ªa el berussverbot (prohibici¨®n del ejercicio profesional), debido precisamente a mi m¨¦todo de trabajo. De todas formas, espero ganar el proceso.
(G¨¹nter Wallraf tiene en su mesa de trabajo un manuscrito no publicado: Diario de las fuerzas armadas. Se trata de un libro que prepar¨® en 1963, con ocasi¨®n de su servicio militar. Wallraf se neg¨® a cumplirlo cuando a¨²n los objetores de conciencia en este pa¨ªs eran tan pocos que ni en el Ej¨¦rcito se conoc¨ªa su existencia. El mando militar opt¨® por enviarlo a observaci¨®n a una cl¨ªnica psiqui¨¢trica de las fuerzas armadas, de donde fue dado de alta, para no regresar m¨¢s al cuartel, con el diagn¨®stico de ?personalidad anormal, permanentemente incapacitado para el servicio en tiempo de guerra y de paz?. El libro ha encontrado especiales dificultades para su publicaci¨®n. Desde aquellos a?os, G¨¹inter Wallraf ha pasado voluntariamente, para reunir informaci¨®n aut¨¦ntica, por cinco empresas fabriles diferentes, por un asilo de indigentes, haci¨¦ndose pasar por uno de los acogidos; por un sanatorio antialcoh¨®lico, sin ser alcoh¨®lico ¨¦l; hizo un curso sobre defensa civil antla¨¦rea, para confirmar si la RFA desarrolla maniobras civiles en previsi¨®n de una hipot¨¦tica guerra civil interalemana; se inscribi¨® como confidente de la polic¨ªa pol¨ªtica y acudi¨® a moralistas cat¨®licos haci¨¦ndose pasar por empresario qu¨ªmico con conciencia atormentada y que ten¨ªa en su mano la producci¨®n de napalm con destino a la guerra de Vietnam. As¨ª descubri¨® que la mayor¨ªa de los eclesi¨¢sticos alemanes ten¨ªa una doble moral en este punto.)
Un trabajo moral
P. Usted, Wallraf, insiste en la moralidad de su procedimiento de trabajo.R. Si existiese en la Rep¨²blica Federal una verdadera libertad de expresi¨®n no tendr¨ªa que recurrir a estos m¨¦todos de trabajo. Hace unos diez a?os, la prensa era a¨²n muy competitiva en este pa¨ªs. Pero ahora se ha producido una concentraci¨®n tal que su control cada vez est¨¢ en menos manos. Esto vale tambi¨¦n para la televisi¨®n. Las asociaciones y entidades cooperadoras del Partido Democristiano presionan cada vez m¨¢s en este sentido. En la pr¨¢ctica no existe ya una libertad de expresi¨®n, tal y como se garantiza en la Constituci¨®n. El autor conservador Sebasti¨¢n Haffner ha dicho hace poco que Springer puede hundir a cualquier peri¨®dico que le moleste. ?l que mis art¨ªculos aparezcan en la prensa internacional, como en los mejores diarios franceses, holandeses o suecos, y que no tengan entrada en la RFA, mas que en la prensa de minor¨ªas, aqu¨¦lla que no publica anuncios, puede ser un ¨ªndice de la situaci¨®n. El propio Springer hizo que no se emitiese una pel¨ªcula realizada por la emisora de televisi¨®n m¨¢s importante de Alemania, la WDR, en la que se informaba sobre mis m¨¦todos de trabajo.
P. ?Qu¨¦ le parece la funci¨®n de un corresponsal de prensa extranjero en la RFA?
R. Estoy convencido de que la cr¨ªtica exterlor a lo que hay de negativo en nuestra sociedad alemana ayuda a la afirmaci¨®n democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs. Problemas como el del decreto contra los radicales o el de la prohibici¨®n del ejercicio profesional dictado contra muchos dem¨®cratas, tienen en gran parte una soluci¨®n precisamente por la postura cr¨ªtica de la prensa extranjera. En parte, debe atribuirse tambi¨¦n a los corresponsales extranjeros el que los socialdem¨®cratas hayan adoptado ahora una postura autocr¨ªtica en relaci¨®n con estos problemas. Pero debe evitarse hacer excesivamente esquem¨¢tica esta cr¨ªtica; deben evitarse los clich¨¦s. A veces puede darse la impresi¨®n de que aqu¨ª mandan los viejos nazis, solamente; que sus sucesores son aun m¨¢s peligrosos, m¨¢s autoritarios, menos respetuosos con el hombre, m¨¢s prepotentes a trav¨¦s del poder¨ªo econ¨®mico alem¨¢n. Informar exclusivamente de todo esto no es ofrecer una imagen real de la RFA. Hay que dar a conocer tambi¨¦n que aqu¨ª existen hombres j¨®venes que integran el movimiento antinuclear, que buscan el desarrollo de nuevas formas de vida pac¨ªfica. Que hay escritores criticos, militantes de una izquierda independiente que cada vez se perfila m¨¢s. Estos grupos no disponen de un loby, no pueden hacer propaganda en los medios de masas. Hace unos d¨ªas hubo en Colonia, donde vivo, una serie de actos en solidarid ad con los maestros sobre los que pesa la prohibici¨®n de ejercicio profesional por razones pol¨ªticas. Una gran mayor¨ªa de la ciudad estuvo presente en ellos. Pero la prensa de Colonia no dedic¨® a la iniciativa ni una sola l¨ªnea.
P. Usted hace literatura obrera. ?C¨®mo es que sus libros se venden bien, a pesar de que el g¨¦nero no cuenta aqui con un amplio mercado?
R. Cuando me escribe un trabajador me considera como escritor y obrero. Para m¨ª, es un verdadero cumplido. Pero si me ataca un cr¨ªtico del BZ (diario berlin¨¦s de Springer), me llama tambi¨¦n obrero, pero tratando de desclasarme. Yo no hago m¨¢s que escribir sobre los problemas de los trabajadores, de todos aquellos que conectan con mis reportajes. Creo que la tradici¨®n de la literatura obrera alemana es muy antigua, pero qued¨® congelada al constituirse el III Reich. Desde entonces no ha levantado cabeza: ha quedado marginada.
P. Ahora que entramos en el verano, ?no le sugiere la estaci¨®n una oportunidad de escribir un libro sobre el turismo alem¨¢n de masas en Espa?a?
R. La idea es muy sugestiva. Mi padre vivi¨® doce a?os en Espa?a, pero yo no he ido a¨²n, ni siquiera como turista. El turismo es un fen¨®meno que merecer¨ªa un tratamiento muy cr¨ªtico. Basta con leer las informaciones que ha ofrecido el Bild sobre los ¨²ltimos conflictos hosteleros en la Costa del Sol: los pobres turistas alemanes, molestos, sin servicio, hasta apaleados, seg¨²n este peri¨®dico. Pero ni palabra de lo que piden los huelguistas.
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