La fuga de Lerdo de Tejada y la amnist¨ªa
La fuga de Fernando Lerdo de Tejada est¨¢ originando toda una serie de consideraciones, unas que se atienen a hechos objetivos, cuales son la situaci¨®n penal y las circunstancias procesales del fugado, el delito que se le imputa la repercusi¨®n social del mismo y la gravedad de la pena que le corresponde, y otras que pretenden equiparar este suceso a otras situaciones pasadas, que, al mar gen de ciertas apariencias, no dejan de ser distintas, tanto por las normas legales que las ampararon como por las circunstancias en que se produjeron.Las primeras destacan el hecho ins¨®lito, dentro de la pr¨¢ctica penal, de conceder permisos vacacionales a presos que no son acreedores del beneficio de la libertad provisional, en virtud de las graves acusaciones que pesan sobre ellos y de las penas que en principio les corresponden. A este respecto, habr¨ªa que preguntar al juez que autoriz¨® las vacaciones de Lerdo de Tejada en cu¨¢ntas ocasiones di¨® permisos vacacionales a los numerosos procesados pol¨ªticos que en el pasado fueron a la c¨¢rcel en virtud de sus autos de procesamiento. Es cierto que la autorizaci¨®n del permiso de Lerdo de Tejada es legal, pues entra dentro de las atribuciones del juez, siempre que se cumplan ciertas condiciones.
Condiciones no suficientes
Pero en el caso de Lerdo de Tejada estas condiciones, m¨ªnimas y reglamentadas para todos los presos preventivos, no son suficientes, pues entran en juego otros factores que deben ser examinados y valorados a la luz de la prudencia y de la responsabilidad. Declinar la responsabilidad de la huida en el mal uso que el fugado hizo del permiso concedido no es serio, pues, si exist¨ªa esa posibilidad, la obligaci¨®n del que tiene a su cargo la custodia de ley es impedir que tal hecho se produzca. La consecuencia es que la ley ha sido burlada, y si esto es grave siempre, lo es m¨¢s todav¨ªa cuando la ley ha sido tan gravemente lesionada como lo fue en el qu¨ªntuple asesinato del despacho laboralista de la calle de Atocha.
Las otras consideraciones, sin dejar de condenar la fuga de Lerdo de Tejada, pretenden equipararla a las medidas de gracia concedidas en el pasado a los presos pol¨ªticos del franquismo. Sin embargo, se puede estar a favor de la amnist¨ªa a aquellos presos y estar en contra de la huida de Lerdo de Tejada, y de las circunstancias que la han hecho posible. Pretender poner en el mismo nivel uno y otro hecho s¨®lo puede arrojar confusi¨®n sobre ambos e impedir conocer su verdadera naturaleza
Diferencia cualitativa
Aparte de la diferencia cualitativa entre los hechos que fueron amnistiados y los que se produjeron en la noche del 24 de enero de 1977 en el despacho de la calle de Atocha, las medidas de gracia fueron decisiones del Gobierno, ampliamente apoyadas por la sociedad espa?ola.
Si hay algo que criticar en aquellas medidas es su medrosidad, el gota a gota como se produjeron, que en alg¨²n momento llegaron casi a neutralizar los efectos beneficiosos que pretend¨ªan. Por otra parte, si hubo en su aplicaci¨®n casos dudosos, los que m¨¢s alardean de respeto y de reverencia a la independenciajudicial fueron los que m¨¢s pusieron el grito en el cielo y resaltaron la supuesta benevolencia de los jueces.
Necesidad hist¨®rica
La amnist¨ªa fue una necesidad hist¨®rica, una medida pol¨ªtica prudente y acorde con el r¨¦gimen democr¨¢tico que surgi¨® de la inviabilidad de la dictadura anterior. Las medidas de gracia cerraron una ¨¦poca de excepci¨®n, por muy larga que fuera su duraci¨®n, y marcan la l¨ªnea divisoria entre un r¨¦gimen de opresi¨®n y otro de libertad, en el que todas las fuerzas democr¨¢ticas sin excepci¨®n han mostrado una y otra vez su repulsa contra los cr¨ªmenes del terrorismo.
Los que propusieron o aclamaron aquellas medidas tienen autoridad moral para exigir ahora a la autoridad judicial responsable mayor prudencia en casos como el de Lerdo de Tejada, y de las instancias policiales el m¨¢ximo celo en la busca y captura de los que tan gravemente se burlaron de la ley.
Estuvo bien la amnist¨ªa y est¨¢ mal que, por negligencia de unos y otros, Lerdo de Tejada haya burlado a la justicia.
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