Central nuclear de Garo?a
El pasado domingo d¨ªa 15 de abril aparec¨ªa en la secci¨®n Regiones un art¨ªculo sobre la central nuclear de Sta. M? de Garo?a o m¨¢s exactamente sobre la inquietud de los vecinos de los alrededores, en cuanto lo que dicha central nuclear puede suponer para ellos.Da la impresi¨®n por lo que all¨ª se plasma que esta inquietud ha surgido ahora, a ra¨ªz del accidente de Harrisburg, pero yo como hija de esta tierra en contacto con su gente s¨¦ que la inseguridad no es de ahora, sino que tiene una historia en l¨ªnea paralela a la vida de la central, aunque tambi¨¦n ha existido la certeza de que poco o nada pod¨ªa hacerse.
Ya cuando empezaba a construirse la gente ten¨ªa dudas y temores, pero se les acall¨® f¨¢cilmente con tranquilizado rais palabras: ?No hab¨ªa ning¨²n peligro. ?
El proceso de construcci¨®n sigui¨® su curso normal sin ning¨²n tipo de oposici¨®n por parte de nadie; sin embargo, en todos segu¨ªa latente el temor.
Es cierto que nunca hubo una fuerza masiva para exigir una informaci¨®n sobre lo que pod¨ªa influir en el medio y en las gentes de la localidad, pero pienso que el derecho era claro y las autoridades debieran haberlo hecho.
Es muy f¨¢cil -se?or Mier- escudarse en la idea de que la gente no est¨¢ preparada para entender el mecanismo de su funcionamiento; la gente rural entiende cuando se le habla con palabras sencillas y cuando la actuaci¨®n de las personas obedece a la nobleza y a la honradez y no a oscuros intereses...
La informaci¨®n y la seguridad de las personas son derechos que no pueden negarse a nadie y a nosotros se nos han negado.
En la mente de todos est¨¢ la idea de que urge la creaci¨®n de un centro de seguridad nuclear que vele por la seguridad y la integridad f¨ªsica de las personas. La energ¨ªa nuclear es algo muy cercano a nosotros y un problema que nos ata?e directamente; algo de lo que se desconocen muchos aspectos pero del que se conocen algunos otros.
El cementerio de residuos radiactivos se construy¨® -dice el senor Mier- con el correspondiente permiso (no s¨¦ de qui¨¦n ni a cambio de qu¨¦), pero no se cont¨® para nada con la opini¨®n de los tobalinenses, porque ni siquiera se les pidi¨®: ?Nuestra opini¨®n no cuenta.? Es cierto que todo se ha hecho en la m¨¢s absoluta clandestinidad.
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