La transici¨®n como posibilidad
No ser¨ªa l¨ªcito ignorar los conceptos positivos que el autor de esta Cr¨®nica entra?able expone al estudiar el per¨ªodo comprendido entre 1973-1977 de la vida pol¨ªtica espa?ola.Nacido en Uruguay e hijo de padres espa?oles, el profesor Carlos M. Rama siente como si fueran suyos los problemas de este pa¨ªs. Muchas de sus reflexiones e inquietudes nos son comunes. Formula preguntas cuyas respuestas causan preocupaci¨®n e incertidumbre. ?C¨®mo terminar¨¢ esta democratizaci¨®n dirigida por no dem¨®cratas? ?Ha sido positivo o negativo el consenso? Pretende descubrir la falacia y la hipocres¨ªa de los conversos de la nueva era y es certero en el diagn¨®stico.
Si hubiese limitado su trabajo a un informe sociol¨®gico sobre la ins¨®lita e in¨¦dita transici¨®n, que aqu¨ª se ha producido, su prop¨®sito no merecer¨ªa ning¨²n reparo ni objeci¨®n. Pero cuando se desv¨ªa de este camino y quiere explicar algunos hechos a trav¨¦s de la sociolog¨ªa cuantitativa, se lanza arrebatado a darnos sus opiniones personal¨ªsimas, que, en muchos casos, obligan a una somera puntualizaci¨®n.
Espa?a
Cr¨®nica entra?able. 1973-1977. Carlos M. Rama. Ediciones Grijalbo. Barcelona, 1979.
Escribe Carlos M. Rama en el cap¨ªtulo 36 (p¨¢gina 110) de su obra ?Por otra parte, si Espa?a es efectivamente uno de los pa¨ªses integrantes del grupo de atrasados de Europa, junto a Irlanda, Portugal y Grecia, no es menos cierto que tiene una poderosa cultura de analfabetos y semianalfabetos, que se expresa en el folklore, en la cultura espont¨¢nea de las masas; es, m¨¢s que un pa¨ªs atrasado, un pa¨ªs decadente, y, por tanto, tiene un capital cultural que fue muy importante y que est¨¢ desmedrado o no cultivado; su cultura superior est¨¢, en principio, separada de las masas, como corresponde a un pa¨ªs sin vida democr¨¢tica; pero en ciertas regiones, como en el caso de Catalu?a, Pa¨ªs Vasco, hay la conveniente relaci¨®n entre intereses colectivos y cultura superior.?
En primer t¨¦rmino, la cultura del analfabeto glosada por Bergam¨ªn y antes predicada por Unamuno no es una simple manifestaci¨®n folkl¨®rica ni una supuesta virtualidad s¨²bita del car¨¢cter heterog¨¦neo de las masas.
Hay que distinguir entre la calificaci¨®n de atrasado y decadente. Sentenciar, con esa facilidad, sobre la decadencia de un pueblo es de una ligereza muy poco cient¨ªfica. A un profesor de sociolog¨ªa tenemos que exigirle una aportaci¨®n de datos estad¨ªsticos concretos y tangibles. Es necesario argumentar cada supuesto; demostrar el hecho sociol¨®gico, en conclusiones razonadas con veracidad y rigor, sobre s¨®lidas bases.
En el cap¨ªtulo 46, titulado El problema de identidad de los espa?oles, que por su ep¨ªgrafe promet¨ªa un an¨¢lisis sobre el ?ser? de lo espa?ol, en sus distintas facetas, se limita a lo siguiente: ?En definitiva, los espa?oles tienen hoy un verdadero problema de identidad. A fuerza de estar aislados y educados en t¨®picos, incluso los revolucionarios siguen viendo a Espa?a como potencia europea. El reciente avance del mundo industrial ha sido tan colosal que Espa?a sigue encabezando los ¨²ltimos puestos de la Europa del sur, con Turqu¨ªa, Grecia, Yugoslavia, Chipre y Albania. Los m¨¢s feroces izquierdistas siguen discutiendo de pol¨ªtica como en los tiempos de Felipe II.?
Con toda objetividad, parece que el soci¨®logo uruguayo exagera. Y finaliza su ambicioso estudio con estas conclusiones: ?Vista Espa?a de lejos y de cerca, siempre turba el hecho de que los espa?oles est¨¢n viviendo masivamente al margen de la historia universal, ignorantes de lo que sucede en el ancho mundo, que tanto les ata?e, y entregados a una pol¨ªtica menuda y localista sin mayores horizontes.?
Desgraciadamente, y al margen de consideraciones ideol¨®gicas, hay que advertir que el aparato de noticias y documentos con que este libro se ha redactado es de todo punto insuficiente para llenar el tema que en el t¨ªtulo se expresa.
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