"El desarrollo de la Constitucion, fundamento, de la solidaridad, respeto y unidad de todos los espa?oles"
El Rey, en la sesi¨®n solemne de apertura de las Cortes, pronunci¨® el discurso siguiente:?Se?or presidente del Congreso de Diputados, se?or presidente del Senado, se?oras y se?ores diputados y senadores:
Al iniciarse la primera legislatura en el marco de la nueva Constituci¨®n, les dirijo un saludo lleno de esperanza.
La voluntad popular les ha convertido en los leg¨ªtimos representantes del pueblo espa?ol. Pero les ha hecho tambi¨¦n depositarios de las aspiraciones de nuestra sociedad y de un fecundo proyecto de convivencia.
El objetivo esencial de la anter¨ªor legislatura fue consolidar un sistema pol¨ªtico libre, dentro del cual tuvieran cabida todos los espa?oles. Hoy, deseo sinceramente que estas dos C¨¢maras puedan acometer la decisiva tarea hist¨®rica de lograr para nuestros ciudadanos la consecuci¨®n efectiva de los niveles de dignidad y de justicia, de libertad y de paz, que son en nuestro tiempo condici¨®n esencial de la democracia.
Como Rey de Espa?a, me he sentido siempre el primer espa?ol a la hora de cumplir los deberes que me corresponden y de manera muy especial el de guardar y hacer guardar la Constituci¨®n.
Me siento, por tanto, totalmente identificado con los objetivos de progreso que configuran la existencia de un Estado social y democr¨¢tico de derecho y espero sinceramente que ustedes, al interpretar el mandato que han recibido se esfuercen en ir alcanzando, paso a paso, los objetivos definidos en el propio texto constitucional.
Pero esto, con ser mucho, no lo es todo. Porque sabemos que la historia no se da, sino que se hace, creemos que la Constituci¨®n no puede limitarse a ser, sino que consiste en actuar; no encierra en una f¨®rmula ritual el pasado, sino que dinamiza el presente en una tensi¨®n constante que lo convierte en el germen de un futuro vivo y no solamente ut¨®pico.
Por esta causa, la Constituci¨®n tiene menos significado como cierre de una etapa hist¨®rica excepcional que como punto de partida de una. labor permanentemente renovada para modernizar el Estado, reformar la sociedad e impulsar la acomodaci¨®n de las instituciones, de las leyes, de las estructuras econ¨®micas y de las normas sociales a las exigencias de una naci¨®n de tradici¨®n gloriosa, pero tambi¨¦n joven y din¨¢mica como Espa?a.
Y es precisamente en la salvaguarda de lo que de permanente e incuestionable existe en el legado hist¨®rico de nuestra patria -sin merma de la necesidad de renovar, de modernizar y de amparar derechos y deseos que nuestro pueblo reclama con tenacidad- donde reside el gran esfuerzo que se nos ha exigido a las actuales generaciones. Un esfuerzo de creatividad, de imaginaci¨®n, de equilibrio, que puede hacer de nuestra democracia un punto de referencia a la hora de medir la capacidad de rejuvenecimiento de una naci¨®n que se apresta a decidir su porvenir.
Conciliar distintas posturas
Por todo ello, la importancia del trabajo que estas C¨¢maras asumen en el presente momento hist¨®rico es realmente inmensa. Pero no es menos importante la labor que ha de realizarse para que el Parlamento sea el indicador que mida el prestigio y el arraigo popular de la democracia; para que la sinton¨ªa con la calle, con toda plaza de cada pueblo de Espa?a, no se pierda nunca.
A ustedes, precisamente por ser representantes del pueblo espa?ol, les corresponde recoger la voz de los sectores de la opini¨®n p¨²blica, defender los diversos intereses y tratar de conciliar los distintos enfoques y puntos de vista. Porque s¨®lo as¨ª, pueden sustituirse las ineludibles tensiones de una sociedad viva, por un prop¨®sito de conciliaci¨®n y avenencia que garantice en todo caso el predominio del inter¨¦s general sobre las posiciones individuales o de los grupos considerados aisladamente.
El desarrollo constitucional es l¨®gicamente, dentro del calendario de prioridades que tienen ante s¨ª el Congreso y el Senado, el cap¨ªtulo m¨¢s importante de su actividad.
Una actividad claramente dirigida a cumplir los deseos de nuestro pueblo y promover el bien de cuantos integramos Espa?a.
Por eso este empe?o, en la medida que no es una imposici¨®n de unos espa?oles sobre otros, sino fruto de un c¨®digo de valores compartido por todos y fiel reflejo de un profundo sentimiento de solidaridad, tiene que ser fundamento de un orden social asentado en el respeto a todas las ideas y en el que la unidad indestructible de la patria sea el resultado de la arm¨®nica convivencia de las ideolog¨ªas y del vigor y expresi¨®n leg¨ªtima de los diversos pueblos de Espa?a.
Creo que el trabajo de estas Cortes, al plasmar el sistema jur¨ªdico de organizaci¨®n de la libertad y el efectivo ejercicio de los derechos dentro del marco de la Constituci¨®n, puede contribuir tambi¨¦n muy seriamente a que la paz no se vea alterada, devolviendo a todos la confianza y cerrando de manera definitiva toda apelaci¨®n a la violencia y todo riesgo de agredir por medio de la fuerza la pac¨ªfica convivencia espa?ola.
Somos conscientes de que la paz se fundamenta en el respeto al derecho ajeno. Y ha de ser en el reconocimiento a los derechos de todos, personas, pueblos, lenguas y culturas, donde la paz de Espa?a ha de encontrar la mejor defensa frente a unas provocaciones crueles, arbitrarias, sin posible justificaci¨®n y que producen dolor y decepci¨®n en muchas familias y llena de preocupaci¨®n y tristeza la gran casa de todos.
La deplorable plaga del terrorismo
Les pido que tengan siempre presente que las Cortes Generales,
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como coraz¨®n pol¨ªtico de la vida del pa¨ªs, ser¨¢n la gran tribuna desde la que descender¨¢ sobre el alma del pueblo el ejemplo de la conducta ciudadana. Y que no regateen esfuerzos ni sacrificios, en todo aquello que pueda redundar en la definitiva extirpaci¨®n de esta deplorable plaga de las sociedades modernas que es la agresi¨®n terrorista. En la condici¨®n de ¨¢rbitro y moderador que me confiere la Monarqu¨ªa que encarno, he de resaltar la necesidad de tener siempre presente que la paz y el orden son elementos muy importantes para el mantenimiento, sin deterioros, de la verdadera libertad democr¨¢tica.
Una libertad que es el preciado bien a que los hombres aspiramos y a cuya plena consecuci¨®n dirigimos nuestros esfuerzos.
Y no puede haber libertad sin orden, sin seguridad ciudadana, sin respeto a la ley, sin reconocimiento y aplicaci¨®n rigurosa de los derechos humanos.
Pero pensando siempre en estos derechos humanos con un car¨¢cter de generalidad que a todos afecta. Porque su observancia significa, tanto tratar con la consideraci¨®n que estos derechos suponen a los que caen en la desgracia de apartarse del cumplimiento de las leyes, como respetar los mismos derechos humanos de quienes son v¨ªctimas de aquel incumplimiento por parte de los dem¨¢s.
Es evidente que vivir en democracia y libertad comporta un mayor grado de responsabilidad individual y colectiva. Por ello es preciso que nos esforcemos todos en exigir y exigimos, cada uno desde su puesto, esas responsabilidades que nos honran y nos comprometen.
Estamos inmersos, en un mundo sometido a los m¨¢s grandes traumas de car¨¢cter pol¨ªtico, social y econ¨®mico... Por ello resulta imprescindible el llamamiento a la cordura, a la serenidad y, sobre todo, a ese sentimiento de concordia que en modo alguno debe escucharse como un vocablo ret¨®rico, porque alude, sencillamente, a una realidad vital.
Tengamos clara la conciencia de la importancia de estos problemas y de la necesidad de resolverlos en un ambiente de orden y de normalidad, con el mejor esp¨ªritu de colaboraci¨®n y de sacrificio.
Se?oras y se?ores diputados y senadores:
La consecuci¨®n de los objetivos que los espa?oles desean ver cubiertos en los pr¨®ximos a?os exige el esfuerzo y la colaboraci¨®n de todos.
Ser¨ªa vano pretender que la democracia consiste en una delegaci¨®n de responsabilidades a partir de la cual es leg¨ªtima la indiferencia o la falta de participaci¨®n ciudadana.
El compromiso del pueblo con las instituciones, y de ¨¦stas con el pueblo mismo, debe descansar en un contacto permanente, en una transparencia absoluta y en una informaci¨®n objetiva que ayude a comprender las posiciones de las distintas partes y eleve el grado de control social sobre los distintos centros de poder.
Apoyo de la Corona al Parlamento
Y quienes han hecho de su dedicaci¨®n a la pol¨ªtica raz¨®n de ser de sus vidas son los que m¨¢s han de desear esta evoluci¨®n.
Sabemos que los hombres hacen las leyes, pero son las instituciones las que aseguran su vigencia. Ellas prolongan en el tiempo las vidas y los, afanes de los individuos, y van m¨¢s all¨¢ incluso de los propios hombres que en un determinado momento hist¨®rico las encarnan. Esta es la aut¨¦ntica garant¨ªa de nuestro futuro y en esa esperanza queda abierta la presente legislatura.
En anterior ocasi¨®n dije a nuestros parlamentarios que Espa?a y el mundo miraban hacia estas Cortes. Yo me he honrado en se?alar la admiraci¨®n con que una y otro han observado el per¨ªodo constituyente, es el mejor aval para creer que tambi¨¦n ahora el Parlamento sabr¨¢ ser fiel a la tarea que le aguarda.
Tampoco en esta nueva singladura les faltar¨¢ el est¨ªmulo y el apoyo de la Corona.
Porque el sentido ¨²ltimo de la Monarqu¨ªa es la unidad y la paz de Espa?a, y el trabajo de todos ustedes va a contribuir decisivamente a que alcancemos este futuro de libertad y progreso sobre el que se asienta la verdadera paz.
Para desarrollar y vivir una democracia que sea obra de todos, para lograr el bienestar y seguridad a que se aspira en cada familia y a la que tienen derecho todos los ciudadanos, dirijo al pueblo espa?ol, a trav¨¦s de ustedes que lo representan, un mensaje de confianza en el porvenir y les convoco al trabajo y al cumplimiento del deber como forma de solidaridad y de patriotismo exigente y cr¨ªtico.
Cuando nos asaltan complicaciones de todo tipo, en momentos dif¨ªciles, la abnegaci¨®n y la fe en sus propias fuerzas, de las que siempre han hecho gala los espa?oles, contienen la garant¨ªa de que nada lograr¨¢ apartar a nuestra patria del camino que le reserva la historia.
Queda abierta la legislatura. ?
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