M¨¢s Calcutta
Con estos culos se inaugur¨® la democracia. Fue corno una iron¨ªa por la parte de atr¨¢s, una despedida de la ¨¦poca que se enterraba en un arm¨®n y una losa. Los que se quedaban hundidos en la Historia hasta la cintura, congelados en un cuadrado de hielo intemporal, como ese alpinista que han encontrado el otro d¨ªa; los irrecuperables pol¨ªticos de las monta?as nevadas, irrecuperables incluso para C¨¦sar P¨¦rez de Tudela, que sabe de cuerdas, ¨¦sos s¨®lo pod¨ªan ver, de la Espa?a nueva, la espalda, los culos de todos los sexos que hu¨ªan hacia un futuro de urnas y calcutas. Ahora estrenan la segunda parte.-Parece que hace un siglo de lo de Franco -dec¨ªa el personal.
Qu¨¦ pronto le dio la espalda el pa¨ªs a su salvador. Las espaldas de Oh, Calcutta, y esa zona f¨¦rtil, hortelana y l¨ªrica donde la espalda pierde, cervantinamente, su honesto nombre, eran imagen y signo de todo un pa¨ªs que se volv¨ªa de espaldas a su pasado inmediato y su padre procesal, freudiano y enterrado.
En la sald de espera del doctor Outeiri?o escojo un libro al azar, una historia de la guerra, otra historia de la guerra civil, y doy con aquella parte en que se explican las misteriosas detenciones y retenciones de Franco, en el avance desus tropas, cuando las cosas parec¨ªan irle mejor. ?Cautela, previsi¨®n, c¨¢lculo, inseguridad? Los historiadores franceses, escribiendo siempre con pluma de pavorreal de Versalles, lo llaman pusilanimidad. Cuarenta a?os de pusilanimidad que parec¨ªa iban a cerrarse, tras la muerte del pusil¨¢nime, con un siglo de luto, un valle de tiempo como el de los Ca¨ªdos y un silencio de orfandad. En lugar de eso, ascendieron al cielo azul de Espa?a los globos rosa de los gl¨²teos femeninos, la patria se llen¨® de urnas y culos, lo m¨¢s gozoso del cuerpo sali¨® al aire y se vio que la carne no era triste, como cre¨ªan Mallarm¨¦ y Franco, aunque por distintas razones. Est¨¢bamos salvados.
Si en Portugal hicieron la revoluci¨®n del clavel, aqu¨ª, en Espa?a, puede decirse que hicimos la revoluci¨®n igualmente pac¨ªfica del gl¨²teo, pero los claveles de Soares y Cunhal los ha mustiado la burocracia, y los culos madrile?os de Oh, Calcutta ha habido que renovarlos. Anoche, ya digo, se estren¨® en el Pr¨ªncipe la segunda parte del espect¨¢culo, y el n¨²mero de gl¨²teos renovados era m¨ªnimo, como el n¨²mero de caras renovadas en el Gobierno.
Antonio Gala, V¨ªctor Andr¨¦s Catena, Dami¨¢n Rabal, Pepe Mart¨ªn, Luis Mar¨ªa Ans¨®n, en el estreno. Era como empezar de nuevo, darle una nueva oportunidad a la democracia del sexo, como si a¨²n no hubiera pasado nada, como si no supi¨¦ramos ya que las generales las gana la derecha, las municipales la izquierda y que al final de la obra ellas y ellos se ponen el albornoz constitucional para salir a saludar.
?O yo o el caos?, era el to-be-or-no-to-be apocal¨ªptico y referend¨ªstico de Franco. Pero lo que vino tras ¨¦l fue el Apocalipsis de los culos, una verbena desnuda, este inmenso party nacional en que, mientras los pol¨ªticos se aclaran si son galgos marxistas o podencos socialdem¨®cratas, la hermosa gente se toma la justicia sexual por su mano y hace de su capa parda un sayo, un minishort o un diafragma.
Todo gozoso, en este Calcutta II, pero todo ten¨ªa para m¨ª, anoche, la melancol¨ªa, de un ?empecemos de nuevo?, ?la otra vez no sali¨® bien?, ?esto de la democracia hay que ensayarlo m¨¢s?. Vamos ya por las segundas elecciones generales y por el Calcutta II. ?Cu¨¢ntos Calcuttas har¨¢n falta para que Conesa cace a Hitler?
Con perd¨®n, con respeto y con admiraci¨®n, los mismos culos de siempre. Como en los esca?os del Congreso. Como en el banco azul. Entre los culos, s¨®lo he descubierto una cara nueva, la de Lucrecia Fari¨®n, en cuyos ojos de loba amiga hay efectivamente una Lucrecia, y en cuyo cuerpo hay una Borgia.
Qu¨¦ pena y qu¨¦ alegr¨ªa que s¨®lo est¨¦ empezando. Pero ya es un hallazgo en esta remodelaci¨®n del Gabinete, encontrar un culo nuevo. Alonso Mill¨¢n ha tenido m¨¢s ojo que Su¨¢rez. Su¨¢rez ha tenido que mont¨¢rselo con los de siempre. A su Gobierno le llaman Caras nuevas.
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