La lucha de la filosof¨ªa por justificar su existencia
Conferencia de Emilio Lled¨® en el ciclo sobre el actual pensamiento espa?ol
Emilio Lled¨®, profesor de Historia de la Filosof¨ªa en la facultad de Filosof¨ªa de la Universidad de Barcelona, disert¨® sobre la filosof¨ªa pr¨¢ctica en el ciclo La Filosof¨ªa en el Estado espa?ol, que se viene celebrando en la Ciudad Condal. El profesor Lled¨® trat¨® de explicar c¨®mo llegar a la pr¨¢ctica de la filosof¨ªa por la superaci¨®n de sus textos. Inici¨® su conferencia con una alusi¨®n a esa permanente crisis de la filosof¨ªa, que lleva a una revisi¨®n cr¨ªtica de sus propios fundamentos, pero que hoy aparece dram¨¢tica, debido a la p¨¦rdida de objeto, pues no tiene tema para justificar su existencia.Este hecho ocurre porque las ramificaciones de las ciencias positivas arrebataron a la filosof¨ªa su terreno propio, llegando a afirmar el profesor Lled¨® que ni siquiera se puede construir una ontolog¨ªa como teor¨ªa del ser en su m¨¢s pura generalidad. Al discurso filos¨®fico le falta una demostraci¨®n real, pues carecen de verificabilidad sus afirmaciones. Mientras en la ciencia toda afirmaci¨®n te¨®rica est¨¢ comprobada rigurosamente por la experiencia, la filosof¨ªa no puede saber de ella misma.
De acuerdo con el modelo kantiano, que el conocimiento se busca en la sensibilidad emp¨ªrica, el profesor Lled¨® se plantea las siguientes preguntas: ?Existe una lengua filos¨®fica? ?Vivimos una experiencia filos¨®fica? ?El contraste entre ambas confirma la existencia de ese lenguaje? Es indudable que los textos filos¨®ficos han creado una lengua filos¨®fica, pero para llegar a formularla fue necesario que le precediese la conciencia de la Historia, descubrimiento de Hegel que permiti¨® comprender el presente desde su gestaci¨®n en el pasado, como ese p¨¢jaro del Manual de zoolog¨ªa fant¨¢stica, de Borges, que vuela hacia atr¨¢s. A esta conciencia hist¨®rica se agreg¨® la conciencia ling¨¹¨ªstica, descubrimiento reciente del estructuralismo, cuyo valor esencial consiste, para el profesor Lled¨®, en revelarnos que el lenguaje es comunicaci¨®n que nos enlaza a todos en una espesa urdimbre y nuestro mundo es un vasto sistema de interformaciones. Por ¨²ltimo, cuando el lenguaje se convierte en objeto de reflexi¨®n, llegamos a la conciencia textual.
Vivimos, pues, clausurados en una gigantesca biblioteca de Alejandr¨ªa, empapelados de libros, de c¨®dices que nos tapan el mundo real y vivo. Las cr¨ªticas que ha formulado el profesor Lled¨® contra este barniz significativo de los textos, el an¨¢lisis semiol¨®gico, disecci¨®n cadav¨¦rica de la escritura, las desmenuzaciones formales, que semejan operaciones quir¨²rgicas, fue uno de los aspectos m¨¢s convincentes de su disertaci¨®n. Resumiendo el pensamiento del profesor Lled¨®, podr¨ªamos decir que el texto mata y la lengua no vivifica, sino que enmohece. La experiencia vital exige superar este acartonamiento a que nos ha llevado la textualidad filos¨®fica. El an¨¢lisis ling¨¹¨ªstico desmaya en la neutralidad, al no pronunciarse sobre los contenidos de los textos, y los desconocemos porque ignoramos la subjetividad del que escribe, su palabra viva creadora. ?Nadie escribe por el puro placer de escribir?, afirm¨® Lled¨®. Se escribe para comprender la vida que vivimos. Y los textos son palabra viva, temporalidad inmediata. Ahora bien, con el peso del tiempo se corrompe la palabra y se convierte el texto en anacr¨®nico, temporalidad mediata. As¨ª se crea un conflicto, planteado y no resuelto desde el Fedro de Plat¨®n, entre la letra que nos hace pervivir, venciendo el chisporroteo de la emoci¨®n del instante, pero que hiela y amortaja la palabra viva del que habla. Desde tiempo inmemorial nace as¨ª la oposici¨®n entre la escritura y la vida. Pero hay una verdad simple: la existencia gen¨¦ticamente justificada.
Toda escritura o pensamiento formulado deben mostrarnos al hombre que habla y en qu¨¦ circunstancias hist¨®ricas est¨¢ situado. Los logos, para ser evidentes, tienen que hacerse vivos. Reflexiones just¨ªsimas que recuerdan la filosof¨ªa vitalista de Dilthey. Para conseguir que la filosof¨ªa vuelva a encontrar su objeto perdido es necesario un camino, un m¨¦todo que se identifique con el objeto mismo. Al andar busc¨¢ndole lo vamos descubriendo y de esta forma se entrelazan el objeto y el sujeto. Nuestra misi¨®n filos¨®fica consiste en revelar el sentido en el lenguaje y conocer qui¨¦n habla y desde d¨®nde habla, saber qui¨¦n es su autor, descubrir su experiencia, hacerle hablar desde lo escrito por ¨¦l mismo; en suma, convertir en temporalidad inmediata lo que es memoria o anacronismo.
Despu¨¦s de esbozarnos el proceso hist¨®rico del antagonismo entre el texto y la vida desde los griegos a la modernidad, el profesor Lled¨® termin¨® en la conclusi¨®n rom¨¢ntica que la vida es armon¨ªa palabrera, acuerdo, amistad. Esto es la filosof¨ªa pr¨¢ctica, la pol¨ªtica en un amplio sentido, una raz¨®n hist¨®rica iluminadora, una comunicaci¨®n que es, a su vez, el m¨¦todo para llegar a una inteligencia de la totalidad del mundo. La conferencia del profesor Lled¨® fue una clara demostraci¨®n de su metodolog¨ªa rigurosa y cient¨ªfica. Ahora bien, esta pr¨¢ctica de la filosof¨ªa que busca el profesor Lled¨® es una hermen¨¦utica, una interpretaci¨®n de la filosof¨ªa misma como lenguaje que es, a su vez, una interpretaci¨®n del mundo, y nos propone que tratemos de entender lo que pensamos, hablamos y decimos realmente. Pero esta tarea es puramente te¨®rica, contemplativa, en el trabajo real de unificar los resultados de las ciencias experimentales y no en examinarse a s¨ª misma la filosof¨ªa, prolongando su agon¨ªa especulativa e interpretadora
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.