Teolog¨ªa de la liberaci¨®n
Con estupor -porque uno es tan ingenuo que no termina de curarse de espantos- leo el art¨ªculo de Antonio Garrigues, publicado ayer en su peri¨®dico (9 de mayo, p¨¢gina 11), sobre ?La teolog¨ªa de la liberaci¨®n?. Si fuera un art¨ªculo documentado, merecer¨ªa una contestaci¨®n igualmente documentada, pero como no lo es, creo que basta con una breve carta. Ni el se?or Garrigues parece tener una idea clara sobre ?La teolog¨ªa de la liberaci¨®n? -que no es una ?escuela? ni un sistema, sino una corriente pluriforme- ni resulta serio decir que tal teolog¨ªa ?no es m¨¢s que un periodismo de la liberaci¨®n?. Hace pocos d¨ªas otro ilustre personaje espa?ol se atrev¨ªa a decir en otro peri¨®dico que la teolog¨ªa de la liberaci¨®n era, con la doctrina de la Seguridad Nacional, la gran herej¨ªa de Am¨¦rica Latina. ?Vive Dios que uno no sabe explicarse c¨®mo tan honestos, ilustres, cat¨®licos e hispanos personajes pueden caer en tal c¨²mulo de insensatas banalidades!?Tan dif¨ªcil es informarse a fondo en las propias fuentes, en lugar de juzgar a la ligera sobre refritos? Crear fantasmas para disparar sobre ellos es un ancestral sistema en que no deber¨ªan caer personas tan rigurosas y honestas como el querido don Antonio Garrigues.
En fin, director, basten estas l¨ªneas de protesta. No se trata de estar o no de acuerdo con algo, cosa que cae en la m¨¢s elemental libertad de pensamiento y expresi¨®n. Se trata de que cuando se escribe sobre algo hay que saber lo que se dice. Como m¨ªnimo intelectual exigible.
Con mis respetos para el se?or Garrigues, a quien, por otros motivos, estimo de verdad.
(Director de ?Vida Nueva?)
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