Juicio en Portugal a una periodista que inform¨® sobre una cl¨ªnica de abortos
El juicio iniciado el pasado martes contra la periodista portuguesa Mar¨ªa Antonia Palla est¨¢ suscitando numerosas protestas en los medios de prensa y de las organizaciones feministas nacionales y extranjeros. Varios abogados europeos se han ofrecido para apoyar la defensa.Mar¨ªa Antonia Palla es acusada de ?incitaci¨®n al homicidio y atentado contra el pudor?, al abrigo de la legislaci¨®n salazarista, que penaliza el aborto y no ha sido todav¨ªa revocada. La acusaci¨®n p¨²blica abri¨® el proceso en base a un programa de televisi¨®n titulado Nombre: mujer, realizado hace tres a?os y que dedic¨® un reportaje a una cl¨ªnica privada que realizaba abortos por el m¨¦todo Kartan. Mar¨ªa Antonia Palla era la realizadora del programa y la autora de parte del texto.
El juicio presenta, pues, el doble car¨¢cter de un proceso contra la libertad de informar y de una nueva batalla jur¨ªdica a favor de la despenalizaci¨®n del aborto.
La defensa insiste sobre el primer aspecto: querer esconder una realidad que afecta como m¨ªnimo a 180.000 mujeres portuguesas cada a?o y la muerte de largos centenares de ellas significa querer restablecer la censura, volver a los tiempos en que se prohib¨ªa a los periodistas hablar de ciertas verg¨¹enzas nacionales y que produjeron el tristemente c¨¦lebre proceso de las tres Mar¨ªas. Por este motivo, Mar¨ªa Antonia Palla est¨¢ recibiendo numerosos mensajes de solidaridad.
Pero es imposible ignorar que en el fondo de la cuesti¨®n est¨¢ el aborto y en la materia la defensa se transform¨® en acusaci¨®n. Para Mar¨ªa Antonia Palla, por detr¨¢s de las protestas m¨¢s o menos hip¨®critas contra la perspectiva de la despenalizaci¨®n del aborto, est¨¢n importantes intereses materiales. El aborto clandestino, adem¨¢s de sus graves implicaciones morales y sociales, es tambi¨¦n un comercio muy lucrativo, en el que la mayor parte de los beneficios los cobran personas e instituciones que permanecen siempre en la sombra: cl¨ªnicas, m¨¦dicos, laboratorios y empresas importadoras, entre otros. Quien paga las cuentas cuando un caso de aborto llega a los tribunales es siempre la clientela o quien ejecut¨® materialmente el trabajo.
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