Un estudio de la ONU considera el ruido como principal contaminante
?Es m¨¢s dif¨ªcil tomar medidas contra el ruido, como contaminante ac¨²stico, que contra la propia contaminaci¨®n del agua o del aire. El ruido es omnipresente y tiende a aumentar en la medida del incremento industrial mundial, del perfeccionamiento de la aeronavegaci¨®n, despegues y aterrizajes cortos y verticales, pero, sobre todo, debido al aumento del parque automovil¨ªstico en las grandes ciudades. Los efectos para la salud son nefastos: la sordera es s¨®lo uno de ellos.?
As¨ª puede resumirse lo sustancial de un informe del doctor Mostaf¨¢ Karnal Tolba, director ejecutivo del programa de las Naciones Unidas para el ambiente (PNUMA), elaborado con motivo del D¨ªa Mundial de Medio Ambiente, que se celebra el pr¨®ximo 5 de junio.La capital de Espa?a obtiene menci¨®n especial, al afirmarse que ?el tr¨¢fico rodado produce el m¨¢s molesto de todos los ruidos. Ciudades como Madrid, donde los coches particulares eran escasos hace apenas dos d¨¦cadas, se han convertido en colmenas zumbantes de metal m¨®vil?.
El parque mundial de veh¨ªculos motorizados pas¨® de cien millones en 1960 a doscientos millones en 1970, y probablemente podr¨¢ constatarse el aumento de otros cien millones en 1980. Los niveles de ruido procedentes del tr¨¢fico rodado van a aumentar -se sostiene-, a menos que los fabricantes de coches se vean obligados a introducir cambios t¨¦cnicos que reduzcan la emisi¨®n de ruido.
En el sector industrial, donde las grandes v¨ªctimas son los obreros, las constataciones del problema adquieren caracter¨ªsticas alarmantes. En los estudios del PNUMA se cita el caso de Suecia. La Junta Nacional de Seguros y Compensaciones Monetarias de ese pa¨ªs registr¨® 16.000 casos de p¨¦rdida de audici¨®n por exposici¨®n al ruido industrial en 1977, frente a s¨®lo 5.000 casos en 1973.
En Canad¨¢ y Estados Unidos el nivel permitido de exposici¨®n al ruido es de noventa decibelios para una jornada laboral de ocho horas. Como punto de referencia se establece que con noventa decibelios se puede estorbar una conversaci¨®n en un tono normal entre dos personas situadas a una distancia aproximada de un metro, habi¨¦ndose comprobado que una quinta parte de los obreros expuestos a niveles de noventa decibelios pueden sufrir incapacitaci¨®n por p¨¦rdida de audici¨®n.
El doctor Gordon Atherley, especialista en contaminaci¨®n ac¨²stica de origen industrial, citado en los documentos del PNUMA, se?ala dos procedimientos para atajar el problema: eliminaci¨®n del ruido en la fuente (el m¨¢s costoso), o suministro de dispositivos auriculares protectores. Estos ¨²ltimos, tapones u orejeras, pueden reducir el ruido en treinta o cuarenta decibelios, ?si se emplean adecuadamente, pero deben llevarse el 99,9 % del tiempo de trabajo?.
El mencionado facultativo afirma que este ¨²ltimo sistema ?lo ¨²nico que hace es disimular el ruido?, y se pregunta ??por qu¨¦ deben sufrir los obreros incomodidades o p¨¦rdida de audici¨®n por el mero hecho de que represente un coste excesivo??.
En Estados Unidos, los costes de la contaminaci¨®n ac¨²stica en el sector de la industria (accidentes, absentismo, ineficiencia, pagos de compensaci¨®n) en 1971 ascendieron a 4.000 millones de d¨®lares (320.000 millones de pesetas).
A pesar de que los expertos siguen discutiendo sobre este problema, al estudiarse lo que se califica de ?niveles de seguridad?, es decir, intensidad y duraci¨®n del ruido en el trabajo, ?con qu¨¦ fuerza y por cu¨¢nto tiempo?, una cosa queda clara para los investigadores del PNUMA: ?Un ruido fuerte durante mucho tiempo puede provocar, y de hecho provoca, un deterioro de la audici¨®n.?
Al problema del ruido constante se suma el de los ruidos repentinos o inesperados: un veh¨ªculo motorizado que pasa a alta velocidad, el despegue o aterrizaje de los aviones supers¨®nicos (en las poblaciones cercanas a los aeropuertos especialmente), o las bocinas de los autos, entre muchos otros.
Estos ruidos, se?ala un informe, ponen en funcionamiento el ?timbre de la alarma del cuerpo?, y la respuesta fisiol¨®gica es parecida a los casos de ataque f¨ªsico: ?Entra en funcionamiento el mecanismo de autodefensa. La adrenalina aumenta. Se aceleran los latidos del coraz¨®n y el pulso. Se detienen la digesti¨®n y el flujo de saliva.? Aunque estas y otras reacciones pueden desaparecer a medida que la persona se acostumbra a niveles de ruidos constantes y elevados, se producen algunos cambios fisiol¨®gicos.
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