Carlos Barral en el silencio
Dir¨¦, para empezar, que es la primera y la ¨²ltima carta que dirijo a un peri¨®dico. No es el tipo de ingenuidad que impulsa a estas acciones el que me domina de costumbre, y, si lo hago, de esta manera excepcional es porque el asunto lo es, y tanto que es casi una encrucijada de fallos nacionales, un ejemplo perfecto de la manera espa?ola de relacionarse con la cultura. Me refiero a la desaparici¨®n de la Editorial Barral.La primera noticia que tuve del asunto fue a trav¨¦s de una casi invisible nota, en la que se informaba de la negativa de Explosivos R¨ªo Tinto a seguir apoyando a la editorial, y hasta ahora yo no s¨¦ de nada que haya venido a remediar el b¨¢rbaro desinter¨¦s por estos hechos.
Que todo el reconocimiento que reciba Carlos Barral por una iniciativa tan rara en este pa¨ªs, por una magn¨ªfica labor, que durante tiempo fue adem¨¢s ¨²nica, por un trabajo tan necesario y tan bien hecho, reconocido dentro y fuera de Espa?a, sea un encogimiento de hombros, es una radiograf¨ªa cultural que no s¨¦ a qui¨¦n debo agradecer.
Nadie de los que durante a?os han estado benefici¨¢ndose de su labor y hasta sinti¨¦ndose un poco orgullosos porque esta tierra hubiese dado un ¨¢rbol tan ex¨®tico, nadie, que yo sepa, se ha inmutado. ?Bonita actitud de lactantes de la cultura, que lo mismo les da teta que biber¨®n! Es decir, por el lado del lector- par¨¢sito, ni un signo. Pero ?qu¨¦ decir del silencio de los escritores, que tanto ruido y tanto congreso organizan? Empezando por los que en esta editorial han publicado y terminando por lo dem¨¢s, todos deber¨ªan alarmarse ante la oscura desaparici¨®n de una empresa cultural de las que aqu¨ª no abundan. No me puedo imaginar a Grasset, Suhrkamp, Einaudi, etc¨¦tera, desapareciendo sin pena ni gloria ante un opresivo silencio, propio de analfabetos.
Desconozco, y no me importan, las razones econ¨®micas que hayan llevado a Explosivos R¨ªo Tinto a vigorizar su ya grande poder con una poda tan en¨¦rgica. Me atrevo, sin embargo, a pedirles que reconsideren su poco edificante actitud y a recordarles que la cultura tiene sus razones que la econom¨ªa desconoce. Y, a los escritores, poetas y pintores, quiero recordarles la fealdad de un silencio y la importancia, de una deuda que deben apresurarse a pagar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.