El viaje del Rey a Rabat disminuido por la visita de Su¨¢rez a Argel
Los efectos que esperaba obtener la diplomacia marroqu¨ª con el viaje de los Soberanos espa?oles a este pa¨ªs el pr¨®ximo 4 de junio quedar¨¢n bastante disminuidos, seg¨²n se cree en Rabat, despu¨¦s de la visita a Argel, el pasado 30 de abril, del jefe del Gobierno espa?ol, Adolfo Su¨¢rez. Las decarac¨ªones lormuladas en la capital argelina por el jefe del ejecutivo espa?ol con respecto a la descolonizaci¨®n del Sahara, que Espa?a considera no concluida, y la actitud de Madrid en el Magreb en general, se consideran aqu¨ª como un viraje radical de la postura espa?ola.
Aunque te¨®ricamente el Gobierno espa?ol no ha modificado sensiblemente su actitud en relaci¨®n con el acuerdo tripartito de Madrid de 1975, las quejas marroqu¨ªes conciernen, ante todo, y al parecer, a los supuestos compromisos y pactos verbales secretos que acompa?aron el citado acuerdo, y que cuatro a?os despu¨¦s de su firma, y a pesar de las presiones, no ha sido posible esclarecer.La reacci¨®n marroqu¨ª, que hasta el presente no es todo lo violenta que pudiera ser, probablemente para no colocar a los Reyes de Espa?a en una, tesitura demasiado dif¨ªcil para su viaje, ser¨¢ indudablemente dura en los pr¨®ximos meses.
Los apresamientos de pesqueros espa?oles, la reactivaci¨®n de las reivindicaciones de Ceuta y Melilla, que pueden llegar a ser apremiantes, seg¨²n los resultados de la visita real, y las restricciones a la exportaci¨®n espa?ola, ahora que Espa?a se ha convertido en el segundo suministrador de Marruecos, e incluso Canarias, pueden entrar en juego en unas relaciones que salvo acontecimientos espectaculares se inclinan hacia la confrontaci¨®n.No obstante, hoy d¨ªa no puede atribuirse solamente al incumplimiento por parte de Espa?a de esos supuestos pactos verbales que acompa?an o acompa?aron a los acuerdos tripartitos, sino a toda la confusi¨®n e improvisaci¨®n con que parecen conducidas las relaciones entre ambos pa¨ªses.
Diferencias
De una parte era previsible y l¨®gico que el Gobierno espa?ol, a la b¨²squeda de una pol¨ªtica para el Magreb, hiciese un gesto antes del viaje real a Rabat para mitigar la impresi¨®n dada por Marruecos de que las relaciones entre Madrid y Rabat podr¨ªan adaptarse a una conversaci¨®n entre monarcas. La gesti¨®n personalista del poder por Hassan II permitir¨ªa suponerlo as¨ª, si el ejecutivo espa?ol no hubiese definido previamente las posturas.
El problema, sin embargo, es que las declaraciones formuladas por el presidente Su¨¢rez en Argel, seg¨²n estiman aqu¨ª, se aproximan m¨¢s a una adecuaci¨®n ad hoc de la pol¨ªtica espa?ola a las circunstancias que a la definici¨®n de una verdadera actitud. Lo cierto es que el viaje de Su¨¢rez a Argel y sus declaraciones han dado la impresi¨®n a los marroqu¨ªes de que Espa?a ha apostado ahora por uno de los dos interlocutores del conflicto del Magreb, en contra de la intenci¨®n varias veces expresada por el partido del Gobierno de querer ser mediador entre las partes.
La confusi¨®n de los marroqu¨ªes es tanto m¨¢s comprensible s¨ª se tiene en cuenta que la misma diplomacia espa?ola del Magreb -civil y militar- confiesa no entender muy bien los objetivos de esta pol¨ªtica, y en muchos casos no la comparte.
Adem¨¢s, nadie, al parecer, en Madrid se ha preocupado por deshacer el equ¨ªvoco, tanto de diplom¨¢ticos como de interlocutores marroqu¨ªes, entre los cuales se abri¨® camino el sentimiento de que una cosa es UCD y otra el Gobierno espa?ol, si es que acaso las actuaciones del presidente Su¨¢rez en Argel y con el Polisario comprometen realmente a UCD, y no al Gobierno espa?ol.
Como confirmaci¨®n de este equ¨ªvoco est¨¢n las cr¨ªticas virulentas de Rabat contra Su¨¢rez y UCD, y las pasadas displicencias de Argel contra el ministro de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja.
La clarificaci¨®n de la postura de Espa?a, al margen de las inclinaciones particulares del partido del Gobierno o del palacio de Santa Cruz, si es que son ciertas, es tanto m¨¢s urgente por cuanto este conflicto puede desembocar en una guerra en la que, qui¨¦rase o no, directa o indirectamente, Espa?a se ver¨ªa envuelta.
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