Coppola y Schloendorf, premiados con la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes
La Palma de Oro del XXXII Festival Internacional de Cine de Cannes se entreg¨® ayer, seg¨²n la decisi¨®n del jurado, ex aequo, a las pel¨ªculas Apocalypse now, de Francis Ford Coppola (Estados Unidos), y El tambor, de Wolker Schloendorf (Rep¨²blica Federal de Alemania). El premio a la mejor interpretaci¨®n femenina se adjudic¨® a Sally Field, por su trabajo en Norma Rae, de Martin Ritt, y el de interpretaci¨®n masculina a Jack Lemmon, por The China syndrome, de James Bridges. El espa?ol Luis Racionero obtuvo el Gran Premio del Jurado en el apartado de cortometrajes por su pel¨ªcula La fiesta de los locos. Informa desde Cannes nuestro enviado especial .
En el palmar¨¦s de esta edici¨®n figuran tambi¨¦n el sovi¨¦tico Andrei Mijalkov, premio especial del jurado por su obra Siberiade; el norteamericano Terence Malick, premio a la mejor puesta en escena por Days of heaven. Como mejores interpretaciones de reparto se ha premiado a Stefano Madia por Caro pap¨¢, de Dino Risi (Italia), y a Eva Mattes por Woyzeck, de Werner Herzog (Rep¨²blica Federal de Alemania). El premio del cine joven, a la pel¨ªcula La dolesse, del franc¨¦s Jacques Doillon. En cortometrajes, la Palma de Oro para Harpya, del belga Raoul Servais; premio del jurado a La fiesta de los locos, de Luis Racionero, y de animaci¨®n a Boom, del checo Bretislav Pojar. El h¨²ngaro Miklos Jancs¨® recibi¨® un homenaje especial por el conjunto de su obra.A nous deux, de Claude Lelouch, clausur¨® el certamen con una proyecci¨®n de gala, en la que todos recibieron sus premios con la emoci¨®n y el nerviosismo dignos del caso. John Huston tuvo, el pasado mi¨¦rcoles, el homenaje de quienes le siguen en todas y cada una de sus pel¨ªculas, es decir, de todo el mundo que llenaba la sala del Grand Palais.En la ¨²ltima cr¨®nica les inform¨¢bamos de la pasi¨®n que sinti¨® Michael Fitzgerald al leer a la obra de Flannery O'Connor, pasi¨®n que supo transmitir a John Huston, y ¨¦ste, por obra y gracia del cine, a todos los espectadores. Sin duda, esa es una de las grandes ventajas del medio cinematogr¨¢fico: la capacidad de proyectar emociones. Despu¨¦s vienen las leyendas, el anecdotario m¨¢s o menos cierto, la base de lo que los mit¨®manos convertir¨¢n en tema inagotable de conversaci¨®n; pero el recuerdo de la emoci¨®n sentida en la sala oscura demuestra, una vez m¨¢s, la impotencia del texto, al menos cuando se habla de cine m¨²sica, pintura, gastronom¨ªa y los dibujos animados.Huston y esa fant¨¢stica mujer que debi¨® de ser Flannery O'Connor, muerta a los 39 a?os de edad, y a la que Charles Bukowski deber¨ªa tener en el mejor sitio de su nevera, justo al lado de la cerveza, nos hablan de un predicador fan¨¢tico que se acabar¨¢ arrancando los ojos para evitar en lo posible la mentira de un falso predicador borracho que pide por las calles, un fan¨¢tico que habla con convicci¨®n de la ?Iglesia cristiana aut¨¦ntica sin Jesucristo?, que se coloca en un momento dado los cilicios m¨¢s reales del cine, que se acuesta con una prostituta de cuatro d¨®lares, cien kilogramos de peso, un salto de cama rosa, tres botellas por el suelo y una fotograf¨ªa de Elvis Presley en la cochambrosa pared de su cuarto; que tiene un amigo-esclavo que saluda cinco veces a un gran gorila falso, hasta que consigue hacerse con el disfraz del tosco sure?o. Huston, Michael Fitzgerald, su mujer y Flannery O'Connor han vuelto a demostrarnos a todos que la edad fisica es una de las mayores estupideces que se ha inventado esta civilizaci¨®n, que se puede ser joven a los setenta a?os, a los 39 y a los veintid¨®s, y que tambi¨¦n se puede ser un viejo gag¨¢ a los dieciocho o 45. Cuando ustedes vean Wise Blood, lo que esperamos sea pronto, entender¨¢n la ovaci¨®n que recibi¨® su realizador, con esa cara repleta de estr¨ªas y surcos humanos y un esp¨ªritu excesivamente vital para la inmensa mayor¨ªa de los quincea?eros.
Siberiada, premio especial del jurado, rodada con un presupuesto de m¨¢s de setecientos millones de pesetas, dos a?os de rodaje y todas las facilidades burocr¨¢ticas pertinentes, es, a nuestrojuicio, la digna superaci¨®n de Novecento, de Bertolucci, a quien Kontchalovski rinde homenaje permanente. Y la supera porque el realizador es sovi¨¦tico -ruso habr¨ªa que decir, para ser m¨¢s concisos- y en su tronco familiar m¨¢s inmediato surgen los nombres de creadores (Vassili Sourikov y Piotr Kontchalovski, el dramaturgo Serguei Mikhalkov y la poetisa Nathalia Kontchalovska¨ªa, mujer del anterior) con una profusi¨®n anormal. Esa diferencia con Bertolucci (tambi¨¦n vinculado a la poes¨ªa y a la sensibilidad en su entorno familiar) le permite llegar hasta el l¨ªmite de la propuesta. La cr¨ªtica mundial se dividi¨®, entre otras razones, en base a los partidarios y enemigos del final de Novecento.
Kontchalovski da la raz¨®n a quienes propugnan el triunfo de los sentimientos y la belleza de los instantes por encima de las ideolog¨ªas. Y si en la pel¨ªcula de Bertolucci las ideas, representadas en banderas, modificaban sustancialmente el discurso original, Siberiada tiene el fin que anhelan los que aman a las personas por encima de los conceptos.
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