Ate¨ªsmo pol¨ªtico
Por ejemplo, los aut¨®nomos. El m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa en el circular arte del activismo pol¨ªtico. Al final del cada vez m¨¢s angosto pasillo de la izquierda nuclear ya no est¨¢ el nihilismo, ni siquiera el irracionalismo, como por ah¨ª siguen repitiendo los despistados, que ahora son los llamados Movimientos Aut¨®nomos quienes ocupan esas movedizas arenas lit¨²rgicas de la disidencia m¨¢s o menos infantil. Es complicado de escribir su tinglado, pero se entiende inmediatamente su intr¨ªngulis: frente al jesuitismo desesperante de los partidos pol¨ªticos y de las organizaciones sindicales, y como superaci¨®n del quietismo de los que pasan de todo, surgen en Espa?a, Francia e Italia estos incr¨¦dulos de la pol¨ªtica dispuestos a corregir el curso de la Historia al violento modo y al margen de cualquier organizaci¨®n tradicional; incluso de las terroristas, con las que suelen ser, lamentablemente, analogados. Ah¨ª tienen raz¨®n; el terrorismo es el paradigma de la organizaci¨®n y de la burocracia.El modelo formal de los aut¨®nomos, estas gentes que ya no creen en la viabilidad de la f¨¢brica roja, es la delincuencia; de la misma manera que el arquetipo del movimiento hippy y sus secuelas fue la pobreza de solemnidad, la vagabundia, la pordioser¨ªa. Lo que ahora se mimetiza de la criminalidad como pen¨²ltimo recurso revolucionario es la metodolog¨ªa y el status social del forajido. Desde la tercera persona del plural, el aut¨®nomo no se distingue del maleante: ambos roban, desvalijan cabinas telef¨®nicas, asaltan supermercados, falsifican cheques, destrozan parkings, atracan noct¨¢mbulos, saquean tiendas, practican el pillaje indiscriminado, act¨²an por libres, espont¨¢neamente, e intentan vivir permanentemente de la infracci¨®n de los c¨®digos de derecho civil, mercantil y penal, con la mirada puesta en el procesal.
El aut¨®nomo se diferencia del navajero, del carterista o del gamberro por cuestiones de teor¨ªa. Es la gran paradoja de estos fan¨¢ticos del activismo pol¨ªtico destilado que efect¨²an m¨¢s all¨¢ de las cl¨¢sicas herej¨ªas ideol¨®gicas: sus prosaicas delincuencias est¨¢n fundadas en los m¨¢s refinados an¨¢lisis sobre la doctrina burguesa del Estado; son resultado de penosas discursiones de seminario universitario, producto de enrevesadas disquisiciones sobre la ciencia pol¨ªtica, hijas del pesimismo filos¨®fico refinado, ecuaci¨®n de eruditos dogmas acerca del fracaso hist¨®rico de las revoluciones.
El delincuente atraca al peat¨®n a la moda mundana; el aut¨®nomo, en ira, lo hace al estilo acad¨¦mico. Puede ser un consuelo, pero es una lamentable contradicci¨®n. El aut¨®nomo copia del criminal com¨²n su praxis; sin embargo, le traiciona aquello que m¨¢s detesta en las organizaciones de izquierda: las categor¨ªas pol¨ªticas, la teor¨ªa de laboratorio, la ontolog¨ªa general del asunto de marras.
Los aut¨®nomos a la moda insisten en que es muy distinto asaltar un supermercado o una gasolinera para triturar la tradicional relaci¨®n asim¨¦trica que mantenemos con el Estado y canalizar el futuro del proletariado sin esperanza, que para solucionar por unos meses el modus vivendi, a ser posible en Benidorm, como sue?a la choricer¨ªa dominante. Los muy estudiados muchachos del Movimiento Aut¨®nomo est¨¢n a favor del vandalismo por rechazo al sistema de intercambio mercantil que funciona por estos litorales mediterr¨¢neos, pero los chicos deber¨ªan de saber que cuando le colocan en la nuca una pistola a un militante de UGT o de CCOO que est¨¢ de sereno en el negocio, el hombre es incapaz de averiguar en tan escasos minutos si es v¨ªctima por razones de derecho com¨²n o por teor¨ªas del Estado.
Aqu¨ª est¨¢n los primeros ateos de la pol¨ªtica. Hasta la fecha, las modas revolucionarias nac¨ªan y mor¨ªan como las herej¨ªas de anta?o: aplastadas por el Santo Oficio, o de tristeza consum¨ªstica. El Movimiento Aut¨®nomo inaugura la modalidad del ate¨ªsmo pol¨ªtico. Su verdadero drama es que ya tiene nombre.
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