El Partido Socialista puede regresar al area del poder en Portugal
El anuncio, por el Partido Socialista, de la presentaci¨®n de una moci¨®n de censura contra la pol¨ªtica del Gobierno Mota Pinto aumenta las probabilidades de una nueva crisis pol¨ªtica en Lisboa y de un regreso del partido de Mario Soares al ¨¢rea del poder.
La solemnidad de que se rode¨® la presentaci¨®n p¨²blica ayer, por Mario Soares rodeado de los miembros del secretariado nacional del partido, de un documento pol¨ªtico del PS en el que se anuncia la presentaci¨®n, el pr¨®ximo lunes, de una moci¨®n de censura, revela la voluntad del mayor partido portugu¨¦s de querer cerrar el per¨ªodo de los Gobiernos llamados ?independientes?.Un per¨ªodo que, seg¨²n el Partido Socialista, tuvo el m¨¦rito de demostrar ?la impotencia de la derecha y su incapacidad de crear una alternativa?.
Dado que el Partido Comunista ya anunci¨® tambi¨¦n la presentaci¨®n de una moci¨®n de censura, pueden perfectamente encontrarse reunidas ya la pr¨®xima semana las condiciones para la ca¨ªda del Gobierno, es decir: dos mociones de censura aprobadas en el plazo de un mes. El ¨²nico punto que no es a¨²n conocido es el de las mayor¨ªas que cada grupo conseguir¨¢ para hacer vencer su propuesta. Pero de la misma manera que el Partido Comunista esper¨® el plazo exigido por los socialistas para que estos est¨¦n en condiciones de votar la censura (despu¨¦s de aprobado el presupuesto) es pr¨¢cticamente seguro que Mario Soares no tom¨® la iniciativa que acaba de anunciar antes de disponer de una mayor¨ªa segura. Pero esta puede ser asegurada por los socialdem¨®cratas disidentes o por el grupo parlamentario socialdem¨®crata.
Un consenso no descartado
Otra hip¨®tesis que no debe ser descartada es la de un consenso autodefensivo. Los disidentes del PSD han sido los primeros en hablar claramente, en el Parlamento, de un eventual apoyo de su parte a un nuevo Gobierno si esto se revelaba necesario para salvaguardar las instituciones democr¨¢ticas. La agitaci¨®n, real o supuesta, registrada ¨²ltimamente en los altos mandos del Ej¨¦rcito puede haber tenido, como m¨¦rito principal, el de provocar esta reacci¨®n de ?leg¨ªtima? defensa de los partidos pol¨ªticos. De facto, los pronunciamientos de los Estados Mayores sobre la ley de Aminist¨ªa y el proyecto de ley de Defensa Nacional presentado por el actual ministro de Defensa Loureiro dos Santos, han restado mucha credibilidad a las afirmaciones de neutralidad de la jerarqu¨ªa militar y a las promesas de obediencia al poder pol¨ªtico civil.No habr¨¢ servido de nada la repentina moderaci¨®n de Carlos Mota Pinto minutos antes del voto del presupuesto: ni la aceptaci¨®n anticipada de todas las alteraciones que el Parlamento quiera introducir en el articulado de la ley de Finanzas, ni la impl¨ªcita disposici¨®n de promover un reajuste ministerial, han sido consideradas suficientes por el PS para salvar al actual poder ejecutivo. El propio Gabinete est¨¢, adem¨¢s, dando muestras de un estado avanzado de desintegraci¨®n interna y es muy posible que cuando se publiquen estas l¨ªneas est¨¦ confirmada la dimisi¨®n del viceprimer ministro y ministro de Hacienda, que arrastrar¨ªa a la casi totalidad de los ministros econ¨®micos, a quienes los socialistas prodigaron en el Parlamento, mucho respeto y moderaci¨®n.
La nueva crisis pol¨ªtica puede prolongarse unas semanas, pues no parece posible, cualquiera que sean los compromisos secretos asumidos, que el PSD pueda celebrar acuerdos consistentes -a su derecha o a su izquierda- antes de la celebraci¨®n de su congreso nacional, a mediados de junio.
Resulta tambi¨¦n dif¨ªcil la situaci¨®n del presidente Eanes, obligado a tener en cuenta los imperativos de su doble cualidad de presidente de la Rep¨²blica y de Jefe de Estado Mayor General de las FFAA. Como jefe de Estado no puede, como se lo record¨® ayer Mario Soares, ignorar la correlaci¨®n de fuerzas existentes en el Parlamento, como comandante supremo de las FFA.A, debe, como m¨ªnimo, cerciorarse de la realidad de las preocupaciones del medio militar, que han sido manifestadas por los jefes de Estado Mayor. El apoyo ostensible de los altos mandos al veto pol¨ªtico del presidente a la ley socialista de Amnist¨ªa puede ser interpretado como un ultimatum. El paso ha sido dado para aplaudir o deplorar la intromisi¨®n de los generales en diversos medios. En sentido contrario, pero igualmente inc¨®modo para el general presidente, se ejerce el elogio del Partido Comunista. El cuidado puesto por los diputados comunistas en distinguir la acci¨®n estabilizadora del jefe del Estado de la pol¨ªtica del Gobierno ha sido severamente criticado por los otros sectores de la izquierda.
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