El destino de los impuestos

?( ... ) En este mes de junio de 1979 los espa?oles vamos a pagar a la Hacienda p¨²blica m¨¢s que nunca. En cifras individuales, por la elevaci¨®n de los tipos o escala impositivos y por el a?adido del impuesto sobre el patrimonio. En cifras relativas, porque padecemos un elevad¨ªsimo grado de inflaci¨®n -que reduce a modo impresionante el poder adquisitivo real de unos nominalmente elevados salarios- porque contin¨²a la crisis econ¨®mica nacional y porque, adem¨¢s, la cascada tributaria nos sigue echando encima los impuestos indirectos, las deducciones de la Seguridad Social, etc¨¦tera.Pagamos m¨¢s que nunca. Pero a cambio, ?cu¨¢nto recibimos? Aunque dejemos a un lado -?que ya es dejar! - el incremento de los gastos dedicados a mantener las plantillas, nada parcas, de los funcionarios p¨²blicos, centrando la atenci¨®n en los bienes o servicios a que nos da derecho, al menos en teor¨ªa, el pago de los impuestos, la conclusi¨®n es decepcionante. Recibimos, a cambio, menos que nunca.

Del orden p¨²blico y de su inmediata y obligada traducci¨®n en seguridad ciudadana, en protecci¨®n a personas y cosas, vidas y haciendas, m¨¢s vale no hablar. De las obras p¨²blicas -que podr¨ªan ayudar al intento de la reactivaci¨®n econ¨®mica- tampoco puede decirse nada que no se refiera a su paralizaci¨®n total o parcial. Y ?qu¨¦ decir de la ense?anza gratuita, aun descontadas las debidas subvenciones a los colegios privados? ?Qu¨¦ m¨¢s a?adir, cuando se advierten por doquier insuficiencias y regresiones en las inversiones p¨²blicas? ( ... )?

, 10 de junio