Noches de Luca de Tena
Desde la obligada noche en vela a que me tiene obligado un grupo de alborotadores que, desde hace alg¨²n tiempo, ha sentado sus reales en la plaza de Luca de Tena, en torno a un quiosco de bebidas, pretendo denunciar en una carta lo que ya he hecho dos veces por tel¨¦fono al 092 (Polic¨ªa Municipal) y al 091 (Polic¨ªa Gubernativa), a ver si as¨ª hay m¨¢s suerte.Son las dos y media de la madrugada del d¨ªa 13 de junio. Hace ya una hora que mi mujer ha llamado al 091 y le han dicho que lo haga al 092. (El reparto de competencias, est¨¢ visto que a veces s¨®lo sirve para crear incompetencias.)
Veinte minutos despu¨¦s de la llamada al 092 ha llegado un coche patrulla. En el ¨ªnterin, un grupo de jovencitas, por lo que se ve con m¨¢s de una carencia, ha estado coreando a voz en grito: ? vecinos, bajad ?, ? vecinos, bajad ?; tal vez porque les sorprend¨ªa la discreci¨®n del vecindario ante el alboroto. Los municipales han dado un vistazo y se han ido, dejando el foll¨®n tras de s¨ª.
A las dos he vuelto a llamar al 092 para decir que segu¨ªa el alboroto, y tengo la sensaci¨®n de haber hablado m¨¢s bien con la pared de turno. ?El coche patrulla ya ha estado ah¨ª, se?or, y les han dicho que se callen. ? ? Pero no se han callado, se?or guardia.? ??Y qu¨¦ quiere que haga yo?? ?Simplemente que nos dejen dormir a los vecinos de la plaza, si no es mucho pedir, a estas horas de la madrugada.? ?Ya ha ido un coche patrulla y no va a estar yendo y viniendo al mismo asunto.? ?Por lo que veo s¨®lo me queda denunciar la ineficacia de sus agentes.? ?Es usted muy libre de hacer lo que quiera?, corta finalmente el escucha del 092. Me hubiera gustado decirle que soy libre de hacer lo que quiera, menos dormir.
Son las tres menos cuarto y abajo siguen los mismos alborotadores de todas las noches, mientras el due?o del quiosco, con las puertas entornadas, sigue sirviendo bebidas refrescantes -?tan excitantes de los malos modos son esos preparados?- casi a las tres de la ma?ana. ?Qu¨¦ hace la polic¨ªa encargada de vigilar los cierres de los locales?
Me gustar¨ªa terminar diciendo tambi¨¦n: ??Cu¨¢n gritan estos malditos, / pero un mal rayo me parta / si en acabando esta carta / no pagan caros sus gritos.? Pero en un Estado de Derecho no son los ciudadanos, espada en ristre; los encargados de poner orden; para eso pagamos a la polic¨ªa. Se?or Ros¨®n, se?or Tierno, por favor.
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