Pintura h¨²ngara contempor¨¢nea
?Muy Europa central.? La expresi¨®n, encontrada en una novela de Ghyka, sugiere una atm¨®sfera, aunque sin precisar sus contornos, lo cual cuadra bastante con la idea que nos hacemos de la Europa que empieza en Viena. Ya pueden venir fr¨ªas guerras, nacionalidades y nacionalismos, fronteras y murallas, que a nosotros esa Europa lejana -tejido de razas, culturas, religiones, Estados-, ante todo, nos va a parecer siempre ?muy Europa central?. Y no s¨®lo por sus mitos. Sin menoscabo de identidades particulares, por lo menos tres ciudades -Viena, Praga, Budapest- han vivido un clima relativamente com¨²n. Comunes les han sido batallas de ideas, contagios y trasvases. Encrucijada geogr¨¢fica, tierra de paso, ¨¢mbito de cultura: ?ser¨¢ eso lo que nos atrae en la Europa central de los expresos?Luk¨¢cs, Bartok, Endre Ady, Pet¨®fi, como referencia po¨¦tica y heroica: en Espa?a sabemos poco de Hungr¨ªa, y menos de su cultura. Intuyo que a un h¨²ngaro, por ejemplo, le parecer¨ªa mal mi empe?o en hablar de su pa¨ªs en una perspectiva cosmopolita. Me recordar¨ªa el alma nacionalista de los h¨²ngaros en su eterna lucha contra el turco o contra el ?protector? austriaco. Me recordar¨ªa que su historia cultural es un largo camino hacia la identidad nacional.
Arte h¨²ngaro contempor¨¢neo
Palacio de Cristal del Retiro.
Pero no es intenci¨®n de esta nota definir a la ligera qu¨¦ es lo h¨²ngaro. Una exposici¨®n como la inaugurada en el Palacio de Cristal hay que considerarla m¨¢s bien como primera toma de contacto. Lo que encontramos en ella es una peque?a muestra de un arte que -?muy Europa central?- vive permanentemente dividido entre las tentaciones internacionales y la afirmaci¨®n de lo propio. As¨ª, J¨®zsef Nemes Lamp¨¦rth, temprano seguidor de fauves y expresionistas, puede constituir una revelaci¨®n con obras como su Autorretrato de 1911, o el impresionante Catafalco del a?o siguiente. Lajos Kass¨¢k es el hombre-orquesta de las vanguardias; mal representado aqu¨ª (se exhiben obras tard¨ªas), hay que recordar su desbordante actividad, en frentes tan diversos como el futurismo, Dad¨¢, el constructivismo de resonancias sovi¨¦ticas. Revolucionario, en plena revoluci¨®n de 1919, polemiz¨® sobre arte con el propio B¨¦la Kuri. Su revista M¨¢ fue una tribuna -primero en Budapest, m¨¢s tarde en Viena- de importancia internacional. Vinculado a M¨¢, B¨¦la Uitz representa por su parte, con sus Pescadores y sus Constructores de 1919, un arte casi refinadamente ¨¦pico. Nombres como los de Vajda, Egry, Amos, completan aquella escena entre vanguardista y nebulosamente rom¨¢ntica. Quien m¨¢s incatalogable resulta es Gyula Derkovits, poscubista en la Sagrada cena, ir¨®nico cronista de lo cotidiano en Tres generaciones, inquietante creador de ambientes en Al lado de la v¨ªa del ferrocarril.
Ausentes por justificada decisi¨®n de los organizadores, tanto los h¨²ngaros de Par¨ªs (Arpad Szenes, Keni¨¦ny, Vasarely, Sch¨²ffer, Hajdu) como los h¨²ngaros de La Bauhaus (Moholy Nagy, Breuer), la segunda mitad de la muestra recoge unos cuantos nombres significativos posteriores a 1945. Nada del otro jueves; nada, desde luego, comparable a lo comentado hasta ahora. Todo bastante soso, anticuadamente moderno, seg¨²n patrones cuya universalidad es la universalidad de lo trivial. Puestos a ser ben¨¦volos, tal vez citar alg¨²n cuadrito abstracto, la disparatada y sombr¨ªa pintura de Kokas, las siluetas Nueva Generaci¨®n de Deim. Pero la peculiaridad nacional de todo esto es su no pertenencia al arte vivo de nuestro tiempo. Hungr¨ªa ya no vive, ni siquiera contradictoriamente, en ninguna encrucijada cultural.
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