Atar¨¦s, un congreso y el 6,5%
Diputado del PSOE por SegoviaAtar¨¦s es el apellido de un general que se ha hecho famoso por su personal enfrentamiento con Guti¨¦rrez Mellado, rememorado recientemente ante los tribunales militares, ?Por qu¨¦ este incidente ha sido supervalorado hasta hacer contener el aliento a muchos? Pues, porque, como en tantos otros casos, en Espa?a hoy se habla m¨¢s por s¨ªmbolos y gestos que con palabras, y a lo llano. Parece como si a¨²n subsistiera ese ambiente de cobard¨ªa ciudadana que generan las dictaduras. La realidad es que el impacto del proceso y su resoluci¨®n final tienen un origen b¨¢sico: una reforma militar en democracia.
Se ha dicho por alg¨²n comentarista que Manuel Guti¨¦rrez Mellado lo ha hecho bien, aun a sabiendas de las animadversiones que habr¨ªa de desatar. No estoy totalmente de acuerdo. La reforma militar se est¨¢ haciendo lentamente, poco clara en sus objetivos y escasamente transparente tanto ante la opini¨®n p¨²blica como ante la propia familia militar. Que a estas alturas del proceso pol¨ªtico no sepamos c¨®mo va a ser la pieza b¨¢sica de la defensa de nuestra soberan¨ªa, nuestra independencia, nuestra integridad y nuestra Constituci¨®n es por lo menos una laguna que alguien deber¨ªa explicar. Me precio de conocer algo al Ej¨¦rcito espa?ol. Creo que nadie discute que estamos ante unas Fuerzas Armadas (FFAA) extremadamente conservadoras e incluso giradas a la derecha. Pero tampoco nadie puede negar la enorme comprensi¨®n y aceptaci¨®n que han demostrado hac¨ªa una situaci¨®n que ha dado lugar a un r¨¦gimen democr¨¢tico con notable presencia de las organizaciones de izquierda.
Cierto que ha habido dificultades en el acoplamiento a la nueva situaci¨®n, a veces -incluso- han aparecido insensatos (insensatos hay en todos los estamentos sociales), pero siempre se ha mantenido el m¨¢s alto nivel de responsabilidad. Lo que tienen en cualquier caso derecho a saber las FFAA es qu¨¦ se pretende hacer con ellas. Quien corresponda debe decirlo claramente, con gallard¨ªa y sin ambig¨¹edad. Me juego doble contra sencillo a que si se hubiera operado as¨ª, nadie sabr¨ªa hoy qui¨¦n es el general Atar¨¦s. Cuando uno mismo tiene amigos militares que a pesar de considerar un disparate el socialismo, lo aceptan, sencillamente porque hay espa?oles socialistas, no se explica que haya quien cometa la torpeza de la desconfianza expl¨ªcita o encubierta ante el colectivo militar y menos desde su propio seno.
Un aliado definitivo
No he de negar valor a los hombres que han iniciado esa gran operaci¨®n que, en definitiva, no es m¨¢s que la recuperaci¨®n de nuestras propias FFAA. Pero que tampoco se coloquen demasiadas plumas; tienen un aliado definitivo: el Rey. ?Qu¨¦ poco hubieran avanzado sin ¨¦l! As¨ª de claro. ?Por qu¨¦ no empiezan a hablar todos este lenguaje? La ambig¨¹edad en los temas militares no es s¨ªntoma de habilidad, sino de todo lo contrario.
El segundo hecho definitorio del momento es el congreso prolongado del PSOE. Y, ?qu¨¦ tiene que ver esto con lo anterior? Pues s¨ª, tiene en com¨²n el que lo que se est¨¢ debatiendo en ese congreso, en medio de una simbolog¨ªa oscurecedora, es si la instituci¨®n Partido Socialista acept¨® o no la claridad y la sinceridad hacia dentro y hacia fuera.
Los partidos -como toda la vida pol¨ªtica de la transici¨®n- han venido siendo poco sinceros. Quiz¨¢ porque tuvieron que serlo. Pero hoy seguir as¨ª ser¨ªa seguir viviendo psicol¨®gicamente en el franquismo. El PSOE tiene la ocasi¨®n (y parece que la ha cogido por los cuernos) de ser el primer partido espa?ol que se sincera. Dos preguntas tiene que contestar para lograrlo: ?qui¨¦n soy?, ?qu¨¦ ofrezco? Pero no va a valer hacerlo con gestos o s¨ªmbolos, sino con lenguaje llano y directo. El primer pol¨ªtico que ha empezado a adoptar este aire de sinceridad ha salido de las filas socialistas y no habr¨¢ nadie que dude de la rapidez con la que ha sintonizado con el pueblo. No entro en este art¨ªculo a analizar si Felipe Gonz¨¢lez tiene o no tiene raz¨®n en su forma de entender el socialismo espa?ol hoy. Lo que quiero subrayar es la claridad y la sinceridad que ha tenido en su mensaje. Ha sido un paso enorme en el proceso, a¨²n escasamente iniciado, de eliminar esa triste herencia del pasado reciente que significa la doblez.
El incremento del coste de vida
El tercer tema procede del resbaladizo campo de la econom¨ªa. Me temo que el list¨®n del 6,5 % de incremento del coste de la vida va a ser superado al sexto mes del a?o 1979. ?Qu¨¦ torpeza de quien prefij¨® por decreto este tope! O mejor, ?qu¨¦ insensatez la de quien rechaz¨® las negociaciones que las centrales obreras y organizaciones patronales estuvieron a punto de cuajar a finales de 1978! Cuando el oto?o se complique en las empresas, ser¨ªa interesante que se publicasen las memorias de los que hicieron fracasar aquellas negociaciones. Porque el oto?o viene pre?ado de tormentas. Y otra vez la falta de sinceridad es el origen del desaguisado. ?Qui¨¦n va a tener en su pasivo la nota negra de todo el coste de los trastornos sociales y econ¨®micos que el cruce del 6,5 % va a desencadenar? No hay duda: el equipo gubernamental rector de la econom¨ªa del pa¨ªs. Pero ?por qu¨¦?, ?qu¨¦ falta hac¨ªa este choque frontal que se puede avecinar? Nadie normal podr¨ªa contestarlo. Pero hay que conocer la personalidad de algunos componentes del equipo Su¨¢rez. Un orgullo sin l¨ªmites les lleva a operar siempre con una mezcla de seguridad en s¨ª mismos y de desprecio por los dem¨¢s. Creen tener la raz¨®n siempre y que el objetor o el espectador son menores de edad. La teocracia de la t¨¦cnica jam¨¢s lleg¨® a tales niveles. ?No resulta tremendo que ante una crisis econ¨®mica del porte de la que vivimos y ante las dificultades energ¨¦ticas que se avecinan, los responsables de estas parcelas compliquen sistem¨¢ticamente el di¨¢logo entre empresarios y trabajadores?
Volvamos al hilo conductor de este art¨ªculo: falta sinceridad para presentar al pa¨ªs la situaci¨®n tal como es; falta valor para negociar la salida de una crisis que nos afecta a todos; sobra peque?a pol¨ªtica entre amigos. Cuando la crisis energ¨¦tica no s¨®lo no remite, sino que las grandes potencias se preparan para d¨ªas a¨²n peores, el Gobierno plantea ante el pa¨ªs discusiones est¨¦riles sobre galgos y podencos.
Sinceridad, claridad y decisi¨®n: ?qui¨¦n tiene estas antiguas recetas?
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