Un Valencia indefinido, campe¨®n de Copa
El Valencia ya no es bronco y copero. No tiene la personalidad de anta?o. Est¨¢ a medias entre las exquisiteces y el corredor de fondo. No est¨¢ definido. No se sabe qu¨¦ y qui¨¦n manda. E n el equipo falta precisamente quien ordene, quien imponga su personalidad, quien galvanice al equipo. Hay genios, pero no l¨ªderes. Falta el mito local. como el Puchades de otros tiempos. El Valencia se salva. es campe¨®n de Copa. porque cuenta con un jugador capaz de dar la nota aguda en el momento cumbre de la funci¨®n. Kempes le gan¨® la Copa al Valencia. Los dem¨¢s casi fueron unos simples acompa?antes.Dos argentinos tuvieron anoche la oportunidad de enderezar los rumbos de sus respectivos equipos. El argentino Kempes, el Kempes coraz¨®n del pasado Mundial. supo incrustar el bal¨®n en la red. En la primera ocasi¨®n, con la pierna derecha, que es justamente la mala. La segunda vez, en el instante final del partido, cuando a¨²n en el coraz¨®n de los madridistas lat¨ªa la esperanza de una pr¨®rroga que hab¨ªa estado cerca.
Marito Kempes se queda en el Valencia con un final de temporada en alta cotizaci¨®n. Se queda siendo el jugador de antes, porque su Pichichi este a?o lo ha conseguido en la Copa. O lo que es lo mismo, cuando m¨¢s lo necesitaba el Valencia. Quique Wolffse va a Argentina porque la absurda reglamentaci¨®n deportiva de este pa¨ªs le impide seguir usando sus derechos de ciudadano adquiridos mediante la nacionalizaci¨®n. Quique Wolffse va con la pena de haber fallado el penalti que hubiera supuesto el empate en la primera parte. Wolffse va con una meta no conseguida, la que s¨ª ha adquirido el Valencia para que no pueda acusarse de jugar la Recopa por carambola.
El Valencia no necesita que el Madrid le ceda los trastos para la alternativa en la Recopa europea El Valencia se gan¨® el derecho, yo dir¨ªa que justamente, aunque sin la brillantez a que estaba obligado por las cicunstancias que rodeaban al adversario. El Valencia fue superior en el primer tiempo y no supo aprovecharse de las ventajas que le proporcionaba un Madrid capitidisminuido. Ocurri¨®, adem¨¢s, que antes del cuarto de hora va se hab¨ªa retirado Santillana y hab¨ªa tenido que salir en su lugar Vitoria, con lo que el esquema madridista quedaba partido por su propio eje. En un principio, el Madrid Jugaba a ganar con tres hombres en punta: Aguilar, Santillana Y Roberto. En un principio, el Valencia jugaba a amagar, porque adelante solamente quedaban Saura y Felman, ya que, el mism¨ªsimo Kempes buscaba la zona intermedia para arrancar, al tiempo que se llevaba tras ¨¦l a San Jos¨¦, con lo cual la defensa madridista quedaba un tanto descolocada.
El Valencia, cuando empez¨® a darse cuenta de que pod¨ªa ser campe¨®n, contraatac¨® con m¨¢s asiduidad y en un partido en el que la nota caracter¨ªstica era una especie de boda colectiva en la que los pap¨¢s, Madrid y Valencia, invitaban a la uni¨®n de Castellanos con Del Bosque, de San Jos¨¦ con Kempes, de Benito con Felman, de Stielike con Bonhof, de Solsona con Garc¨ªa Hern¨¢ndez, de Botubot con Santillana, de Roberto con Cerver¨®, de Carrete con Aguilar y de Saura con Isidro, solamente Wolff y Arias quedaban como padrinos por libre y Garc¨ªa Rem¨®n y Manzanedo como testigos del enlace, en el que todo lo m¨¢s que pod¨ªa verse era un peloteo a veces, y en ocasiones, hasta obtuso.
En 1967, en la ¨²ltima final disputada por valencianistas y madridistas, Di St¨¦fano estaba a la espera de hacerse cargo del equipo de Mestalla y gan¨® un Madrid diezmado a un Valencia que era favorito. Las circunstancias casi se repitieron anoche y hasta se demostr¨® que los suplentes madridistas estaban m¨¢s enteros que los titulares del Valencia. Por eso, en el segundo tiempo, cuando el Madrid sac¨® el cl¨¢sico coraje, fue capaz de poner en un brete a un Valencia que no hab¨ªa sabido aprovechar las ventajas que se le hab¨ªan brindado.
El Madrid acab¨® el partido teniendo que echar mano de Mat¨¦ para que supliera a Garc¨ªa Rem¨®n; el guardameta, una vez m¨¢s, se hab¨ªa mostrado con toda la seriedad que necesita un hombre en quien repose la seguridad de la zaga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.