Precisiones sobre el planeamiento del noroeste de Madrid / y 2
Arquitecto urbanista
Cuando en concreto se solicita ahora del PAI, y por tanto de la pol¨ªtica metropolitana, una inmediata evaluaci¨®n de temas como La Vaguada, se olvida que estos ejemplos no son m¨¢s que resultados coherentes con el proceso por el que se ha producido la ciudad y su aceptaci¨®n, en la mayor¨ªa de los casos expl¨ªcita y con arreglo a la ley, por administraciones precedentes. La coherencia de estos ?compromisos legalizados? constituye, no s¨®lo para Madrid, el aut¨¦ntico drama de las pr¨®ximas d¨¦cadas del urbanismo nacional: deshacer el tejido de decisiones bien atadas, sobredimensionadas y, por tanto, capaces de presuponer un gran peso en la oferta de suelo y estructuras para un futuro no tan inmediato.
Repetimos que s¨®lo en este PAI Noroeste existen compromisos para asentar un aumento de poblaci¨®n de casi tres veces la dimensi¨®n actual y dotaci¨®n de equipamiento, basadas en una estructura urbana y calidad ambiental bien distintas a la que hoy propondr¨ªamos.
Analizar el conflicto entre la ciudad heredada y su reinvenci¨®n significativa para la trama social ocupante exige recorrer las distintas escalas y momentos del sistema de producci¨®n de esta ciudad y del nuevo sistema a establecer para su redise?o. Todo ello supone no una discusi¨®n t¨¦cnica, sino un aut¨¦ntico debate ideol¨®gico, en el que no pueden faltar argumentos de evaluaci¨®n ¨¦tica.
- La inexistencia de una aut¨¦ntica pol¨ªtica de ciudad ser¨ªa desde este punto una laguna principal. Se asume un alto grado de irracionalidad, superposici¨®n de competencias, y conflicto de intereses, entre aspectos generales y resoluci¨®n oportunista de problemas locales, entre los que cabr¨ªa destacar:
- El tratamiento del Anillo Verde de Madrid, por ejemplo, no supone aceptarlo como soluci¨®n actual estructurante, sino como alternativa concreta ante el hecho de que se ha consumido casi un tercio de su calificaci¨®n inicial, de que el resto ni existe como zona verde ni siquiera es accesible a la comunidad, de que, por tanto, o se recalifica como no urbanizable al amparo de un nuevo plan general, se expropia o se pacta para su transformaci¨®n y rescate parcial con el riesgo de su atomizaci¨®n y de que aparezcan en ¨¦l casi 80.000 nuevas viviendas. Se trata de decisiones graves s¨®lo admisibles tras un debate transparente y a trav¨¦s de decisiones pol¨ªticamente asentadas en el reparto real de la representatividad municipal y metropolitana.
- La utilizaci¨®n del monte de El Pardo, la Casa de Campo o el ecosistema del Guadarrama, aunque afecten al plusvalor de su entorno inmediato, no puede ser contemplada mas que con una visi¨®n al m¨¢s largo plazo. El deseo de su incorporaci¨®n a la vida del ocio ciudadano debe contrastarse con la meta de su mantenimiento como recurso escaso para el Madrid de los pr¨®ximos cien a?os. Cualquier alternativa media entre su congelaci¨®n o su apertura debe ser cuidadosamente medida con criterios ecol¨®gicos y, en todo caso, abiertamente planteada a la nueva conciencia del usuario.
La tecnolog¨ªa del transporte y su impacto
- Pocos aspectos de la estructura urbana podr¨ªan ser tan cambiantes como el de la tecnolog¨ªa del transporte y su impacto en espacios abiertos tan distintos como calles, plazas y autopistas. Este espacio ?negativo?, ambiguo, multidimensional por excelencia, y que gracias a su propiedad p¨²blica permanece sin comercializar, es una de las grandes reservas de espacio urbano para la creaci¨®n de convivencia y experimentaci¨®n del dise?o de ciudad con intencionalidad est¨¦tica y responsabilidad funcional. No parece ofrecer dudas que hipotecar este espacio con infraestructuras innecesariamente dimensionadas, con utilizaci¨®n a velocidad interurbana y costo denunciable de consumo de energ¨ªa y riesgo de accidentes exige una revisi¨®n profunda de los planteamientos de hace quince a?os. Tampoco parece dudoso que el eje viario Atocha-nudo Norte es la reserva para espacio ?verde? futuro de mejor integraci¨®n urbana en Madrid.
- La reproducci¨®n de las plusval¨ªas, en el contorno de la ciudad consolidada, ha supuesto la destrucci¨®n de tejidos unifamiliares semirrurales en Pe?agrande, Pozuelo o Majadahonda a partir de su transformaci¨®n pieza a pieza en tejido de edificaci¨®n abierta en altura. El resultado asombroso en su desorden ha alcanzado cotas de degradaci¨®n y caos paisaj¨ªstico inimaginables hace s¨®lo veinte a?os, cuando el trazado de la ciudad supon¨ªa un orden asumido.
- Frente a ello, las grandes actuaciones urban¨ªsticas del desarrollismo han supuesto ejemplos de fracaso profundo. El gran capital no ha podido ni sabido hacer ciudad, en la hip¨®tesis de que su objetivo fuera otro que el de maximizar el beneficio a trav¨¦s del marketing. El ?pol¨ªgono de Valverde?, la ?ampliaci¨®n de la Casa de Campo?, o muchas de las urbanizaciones comprometidas o a medio hacer plantean una rotura entre el deseo de su reforma y la capacidad de interferir procesos administrativos dif¨ªcilmente reversibles.
- En el otro extremo, la producci¨®n del equipamiento comunitario se presenta como la gran contradicci¨®n y quiebra del sistema de producci¨®n de ciudad capitalista que decide participar en la producci¨®n acelerada de estructuras comercializables mientras la iniciativa p¨²blica produce las instalaciones no rentables con otros tiempos y objetivos. Los tres campus universitarios de Madrid o las grandes instalaciones hospitalarias supondr¨ªan el extremo de esta ineficacia en la adecuaci¨®n del equipamiento a su espacio social.
Una ciudad de pobres es una ciudad pobre. Las medidas f¨ªsicas y espaciales a que nos tiene acostumbrados el planeamiento oficial dif¨ªcilmente resolver¨¢n aspectos normativos, de localizaci¨®n de empleo o distribuci¨®n de la renta, o incluso de h¨¢bitos sin los que una pol¨ªtica de barrios quedar¨¢ reducida a su envolvente edificatoria, que es necesario elevar hacia dimensiones de lo humano.
En ausencia de esta pol¨ªtica alternativa ser¨ªa pretencioso creer que los PAI podr¨¢n resolver m¨¢gicamente la diversidad y dimensi¨®n de los problemas heredados. Se trata, al menos, de ofrecer una plataforma de debate a los niveles del barrio, el municipio o el conjunto metropolitano, previos al planeamiento formalizado y la toma de decisi¨®n por los representantes de la comunidad, democr¨¢ticamente elegidos.
Posibles alternativas de acci¨®n
En el caso concreto de actuaciones inmediatas y ?comprometidas? (Vaguada, Tercer Cintur¨®n, etc¨¦tera), el PAI no puede responsabilizarse mas que de, por una parte, distinguir si estos compromisos son jur¨ªdica, t¨¦cnica, econ¨®mica o socialmente irreversibles, y en su caso determinar el ?costo econ¨®mico o social? de su reversi¨®n; si son, o no, negociables, o si ni siquiera han cumplimentado los requisitos formales para su legalizaci¨®n. Se han analizado para ello planes parciales, proyectos de urbanizaci¨®n y m¨¢s de 1.600 licencias.
Se trata de evaluar las posibles alternativas de acci¨®n. Es en este sentido en el que el ?cierre? del Tercer o Cuarto Cintur¨®n, o su eliminaci¨®n, son, por ejemplo, ofrecidos como posibilidades a los responsables de la gesti¨®n urban¨ªstica que parece ya descentralizarse desde Coplaco, a los concejales responsables o incluso a las juntas de distrito.
El dilema ?continuar o terminar lo empezado? es, por tanto, un tema b¨¢sico frente al que estas administraciones deben definir su postura m¨¢s o menos voluntarista de ruptura, y no, desde luego, achacable a las decisiones del equipo t¨¦cnico del PAI.
En todo caso, y suponiendo que haya de partirse de decisiones ?firmes?, como datos, el PAI se propone incidir directamente en el ?c¨®mo hacer? planteando alternativas muy concretas al dise?o de las v¨ªas urbanas con car¨¢cter de autopista, que parece ya un defecto tradicional de la concepci¨®n de la Red Arterial de Madrid. Existen en esta zona, afecciones de suelo de 450 metros de anchura para el Tercer Cintur¨®n, resultado de plantear un uso masivo del autom¨®vil a velocidades que afectan directamente dimensiones, calidad, seguridad y grado de poluci¨®n, que deben ser rescatadas para equipamiento local.
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