Precios: el susto de Abril, en julio
EL GOBIERNO parec¨ªa dispuesto a darnos un susto con el precio de la gasolina y lo que ha conseguido es dejar noqueada a la opini¨®n p¨²blica, derramando sobre el pa¨ªs una cascada de subidas generalizadas -y generadoras, a su vez, de posteriores aumentos de precio de otros productos y servicios-, no s¨®lo de la energ¨ªa derivada de los crudos de petr¨®leo, sino de fletes, tarifas a¨¦reas y ferroviarias y hasta telef¨®nicas. Todo ello como p¨®rtico a inminentes subidas de las tarifas el¨¦ctricas y del peaje de las autopistas. Excelente comienzo para las vacaciones estivales y magn¨ªfico colof¨®n para la econom¨ªa dom¨¦stica reci¨¦n castigada por la declaraci¨®n sobre la renta. Todo un tratamiento de shock no suficientemente explicado por el se?or Abril Martorell, al que, en el mejor de los casos, le ha faltado suministrar los c¨¢lculos del Gobierno sobre la tasa de inflaci¨®n con que piensa finalizar el a?o.Por lo que respecta a las subidas de los derivados del petr¨®leo, baste decir que el Gobierno no s¨®lo reparte los mayores precios establecidos por los pa¨ªses de la OPEP, sino que adem¨¢s aumenta la fiscalidad, es decir, los impuestos recaudados. Este peri¨®dico ha proclamado repetidamente la necesidad de aceptar la nueva situaci¨®n energ¨¦tica y, en cons¨¦cuencia, las alzas de precios que viniese reflejando el mercado. Pero sin que esto sirviese de pretexto para remendar otros descosidos. Si nuestros c¨¢lculos no son demasiado disparatados, nos encontramos con que en el primer trimestre del a?o la tonelada de petr¨®leo importada ha costado, como media, 7.754 pesetas (impuesto un precio de 14,59 d¨®lares/barril y un tipo de cambio de 69,03 pesetas-d¨®lar) y para la segunda parte del a?o su coste ser¨ªa de 10.664 pesetas (con un barril a veinti¨²n d¨®lares y al tipo de cambio actual de 66,07 pesetas-d¨®lar). Si estos precios los comparamos con lo que costaba una tonelada de gasolina al consumidoir (37.000 pesetas hasta hoy) y lo que vale ahora (46.000), nos encontramos con que la fiscalidad por litro ha subido en seis pesetas. O sea, que quien ha desembarcado en Tarifa no son los ¨¢rabes, sino la Comisi¨®n Delegada para Asuntos Econ¨®micos, capitaneada por don Femando Abril.
Naturalmente, el Gobierno tiene sus razones para cargar la mano en la gasolina, como tambi¨¦n las tiene para hacerlo con los gas¨®leos tipo C para calefacciones, donde los aumentos son desde 6,50 a doce pesetas: pr¨¢cticamente un 100 %. Una parte de esas razones es que se trata de productos de consumo cuyo destino final no es te¨®ricamente repercutible en precios. El consumidor paga y calla y luego negocia el convenio. La contrapartida en esos incrementos es la m¨¢s moderada del fuel-oil, cuya elevaci¨®n s¨®lo es de un 10%. De ¨¦ste modo, se debe estar pensando en no encarecer proporcionalmente los costes industriales de quienes, como las f¨¢bricas de cemento, utilizan directamente el fuel. Pero el fuel constituye el grueso de nuestro consumo de derivados de petr¨®leo, y una de las maneras m¨¢s eficaces para desanimar su importaci¨®n y proceder a su sustituci¨®n por otras fuentes de energ¨ªa es permitir que las alzas de costes repercutan en su precio, lo que permitir¨ªa r¨¢pidamente acabar con las subvenciones al carb¨®n nacional e iniciar una mayor actividad importadora de carb¨®n polaco, o surafricano, o colombiano.
La estrategia seguida ha consistido en encarecer por encima de donde se?ala el mercado los precios de los productos finales de consumo y continuar subvencionando los derivados del petr¨®leo utilizados por la industria. Y como superpuesto a este razonamiento aparece el de conseguir recursos impositivos adicionales para un sector p¨²blico que est¨¢ resultando m¨¢s pr¨®digo que lo inicialmente. previsto al comenzar el a?o. Se aprovecha la elevaci¨®n de los crudos en origen para aumentar la fiscalidad, ya qUe si el encarecimiento calculado -siempre con arreglo a nuestros n¨²meros- de la tonelada importada es de 2.910 pesetas, el aumento de la tonelada de productos derivados del petr¨®leo para las industrias o los consumidores es de unas 3.500 pesetas. El Estado recaudar¨¢ aproximadamente entre 70.000 y 80.000 millones de pesetas m¨¢s, como resultado del alza de la fiscalidad de los productos derivados del petr¨®leo, de los que la mitad corresponden a la gasolina, y de este modo compensa parcialmente los mayores d¨¦ficit del sector p¨²blico.
Los organismos internacionales han calculado que un alza de un 10% en los precios del petr¨®leo se traduce en una elevaci¨®n directa del 1 % en el alza del coste de la vida, mientras la repercusi¨®n de los efectos indirectos puede estimarse en otro medio punto. Las autoridades espa?olas han debido calcular meticulosamente los efectos totales de las alzas acordadas sobre los precios interiores; pero, sin ser demasiado pesimistas, es de temer que la repercusi¨®n global sea, por lo menos, de unos dos o tres puntos entre julio y finales de a?o. Quiz¨¢ hubiera podido elegirse una l¨ªnea m¨¢s moderada, renunciando a cualquier elevaci¨®n adicional de la fiscalidad y continuando con la pol¨ªtica antiinflacionista seguida desde el verano de 1977.
Pero el Gobierno, despu¨¦s de reconocer hace unos d¨ªas que el ¨ªndice de alza de precios en mayo hab¨ªa supuesto una buena alarma, se l¨ªa la manta de los precios a la cabeza y nos dirige hacia unos horizontes tenebrosos, poblados por la sombra de la inflaci¨®n y de una menor actividad productiva, una Mienor demanda y una menor producci¨®n, reduci¨¦ndose, por supuesto, las expectativas de nuevos puestos de trabajo. Esto era inevitable de alguna manera, por los mayores precios del petr¨®leo, pero lo que una pol¨ªtica econ¨®mica cuidadosa debe hacer es no acentuar l¨¢s dificultades e introducir m¨¢s desestabilizaci¨®n, y con lo que una pol¨ªtica de ahorro energ¨¦tico tiene que enfrentarse es con la sustituci¨®n del petr¨®leo convertido en fuel por carb¨®n o energ¨ªa el¨¦ctrica.
La prisa es mala consejera y los apresuramientos del fin de semana nos han llevado a una aut¨¦ntica ruptura en la lucha contra la inflaci¨®n, sin afrontar nada serio, por el momento, a la hora de sustituir el petr¨®leo por otras fuentes de energ¨ªa.
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