A¨²n quedan restos calcinados sin identificar
Entre las tremendas an¨¦cdotas sucedidas en el incendio del hotel Corona de Arag¨®n se siguen conociendo algunas de especial relieve. En una de las habitaciones fue hallado ?un bloque calcinado que formaban un matrimonio y su hijo unidos en un estrecho abrazo?, seg¨²n dijo un funcionario del centro funerario del cementerio municipal de Torrero. El gerente de la funeraria La Estrella, Ram¨®n Unzueta, cuenta que acompa?¨® al hotel la noche anterior a un vecino suyo: ?Y ha muerto. Se llamaba Tom¨¢s Revuelta, casado, padre de una hija. Ten¨ªa 53 a?os y era representante. Hab¨ªa venido a Zaragoza, desde La Coru?a, por razones de negocios y deb¨ªa haberse marchado a las 6.30 de la ma?ana. Se ve que se durmi¨® y eso le result¨® fatal. ?Olor a quemado
No resulta menos espeluznante el relato que hace cualquier superviviente. Manuel Nebra, venezolano de nacionalidad, catal¨¢n de nacimiento, 65 a?os, se ha salvado, al igual que su esposa, y ambos est¨¢n ingresados, por intoxicaci¨®n de mon¨®xido de carbono, en el Cl¨ªnico. ?Regres¨¢bamos de ver a la familia en Barcelona. Hab¨ªamos parado en Zaragoza para estar con unos amigos, nos instalamos en el hotel la tarde anterior al desastre. Nos despertarnos a las 7.30 o a las ocho, mi mujer dice que eran las ocho?, empieza a narrar el se?or Nebra. ?Sent¨ª un fuerte olor a quemado. Cre¨ª que era en el ba?o, pero no. Fui a abrir la puerta de la habitaci¨®n y menos mal que no pude, la cerradura se hab¨ªa dilatado. Abrimos el balc¨®n y vimos el humo. Ya estaban los bomberos y nosotros no hab¨ªamos o¨ªdo nada, ninguna alarma. Est¨¢bamos en la habitaci¨®n 325, tercera planta. Atamos s¨¢banas al balc¨®n, pero se quedaban cortas para llegar al suelo. La escalera de los bomberos pasaba de largo. Deb¨ªan vernos de pie y atend¨ªan a otros en peor estado. Fui a decirle a mi mujer que se preparase a bajar y ya la vi inconsciente. Es que ven¨ªa una nube de humo tremenda. Hice se?as hacia la escalera de bomberos y entonces vino, yo cargu¨¦ a mi mujer y bajamos.?
Este hombre opina que la asistencia sanitaria ha sido inmejorable, pero critica que una ciudad como Zaragoza disponga ?de tan mal equipo t¨¦cnico de bomberos?. ?Hasta la manga echaba agua por montones de sitios. Los bomberos, en cambio, trabajaron con un tes¨®n y una entrega admirables.?
"Pens¨¦ tirarme a la calle"
De forma similar se manifiesta el alem¨¢n Hans Gert Bueycker Loens, ingeniero qu¨ªmico de 55 a?os, residente en Barcelona, donde trabaja en la empresa Bayer. Este hombre cuenta as¨ª su experiencia: ?Estaba en el hotel con un amigo que ocupaba la habitaci¨®n de al lado. El ha muerto. Yo estaba enojado con la centralita de tel¨¦fonos, porque no me daba comunicaci¨®n. Me decid¨ª a salir a protestar personalmente, y al abrir la puerta vi llamas y entr¨® humo. Cerr¨¦ por instinto, me puse un pa?uelo en la boca y me fui al balc¨®n, estuve all¨ª unos tres cuartos de hora, hasta que fui rescatado por los bomberos. Ya empezaba a notar la asfixia, me dol¨ªa la cabeza, se me cerraban los ojos, me fallaban las fuerzas. Entre tanto, vi a mi amigo ca¨ªdo, muerto, en la terraza. Pens¨¦ en tirarme a la calle, pero s¨®lo como ¨²ltimo recurso. ?
Hay otro matrimonio, el de Jorge Utrilla Ari?o y Aurora Medilero, con dos hijos, que, por fin, se han reunido todos a salvo. Uno de los peque?os se daba por muerto. Apenas pueden hablar, pasan por un continuo estado emocional de fuerte crisis que los sume frecuentemente en el llanto.
Otro hombre herido insiste en la b¨²squeda de su suegro. Guillermo Madariaga est¨¢ convaleciente junto a su mujer, Lidia A¨ªnsa, y su hijo Jos¨¦ Mar¨ªa. Aqu¨¦l habla de que su suegro, Santos A¨ªnsa, ha desaparecido. Dice que tiene 71 a?os, pelo blanco, que iba vestido y con documentaci¨®n, y que llevaba en un dedo un sello blanco con las iniciales ?SA?. Nadie encuentra a este anciano.
La tensi¨®n y la tragedia no han terminado
Mientras tanto, entre los heridos, se teme que se produzcan m¨¢s v¨ªctimas. Por ejemplo, una se?ora, Bego?a Alvarez, mantiene un estado cl¨ªnico, al parecer, irreversible. La esposa del general Vig¨®n, Concepci¨®n Garc¨ªa Llorente, sigue muy grave. Alfredo Mart¨ªnez ha sufrido un infarto despu¨¦s de estar ingresado. En resumen, la tensi¨®n y la tragedia no han terminado.
Simult¨¢neamente, se sigue trabajando en medidas de seguridad respecto a los escombros en el hotel, as¨ª como en la b¨²squeda de posibles v¨ªctimas y objetos. La empresa Turismo Zaragoza, SA, ha tenido, al menos, una reuni¨®n extraordinaria del consejo de administraci¨®n para tratar el tema, aunque no ha facilitado informaci¨®n sobre ello, si bien parece que los da?os materiales los calcula en unos trescientos millones de pesetas. Los trabajadores han salido a los pueblos donde ser¨¢n enterrados sus compa?eros muertos. Y entre el Instituto Anat¨®mico Forense y el nuevo centro funerario del cementerio de Torrero se han hecho los preparativos adecuados para la identificaci¨®n de cad¨¢veres, su instalaci¨®n en velatorios, as¨ª como el traslado a los distintos lugares donde recibir¨¢n sepultura.
Traslado al centro funerario de Torrero
Como ya se ha informado en un principio, los cad¨¢veres fueron trasladados al Instituto Anat¨®mico Forense. Este es un edificio vetusto, de p¨¦simas condiciones ambientales e higi¨¦nicas. Por decisi¨®n del Ayuntamiento, los cad¨¢veres fueron trasladados, a medida que se identificaban, a un moderno edificio -a¨²n sin inaugurar oficialmente- en el cementerio de Torrero, destinado a centro funerario, con c¨¢mara frigor¨ªfica, velatorios, capilla para diversos cultos religiosos y crematorio. En la vieja morgue, m¨¢s propia de una historia tenebrosa del siglo pasado que de una ciudad europea de finales del siglo XX, los cad¨¢veres se agolparon en el suelo de una peque?a habitaci¨®n, que muy pronto se llen¨® de moscas.
El traslado al centro funerario de Torrero continu¨® ayer por la ma?ana. Entre los ¨²ltimos identificados se encuentra una empleada del hotel, Mar¨ªa Teresa Berdor Labe, que fue reconocida por un reloj de pulsera que hab¨ªa adquirido pocos d¨ªas antes. Su cuerpo estaba completamente calcinado.
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