El ¨²ltimo libro de K¨¹ng y la cristiandad espa?ola
El grueso volumen del muy discutido te¨®logo de Tubinga, Hans K¨¹ng: ?Existe Dios?, es, en realidad, una amplia conversaci¨®n o di¨¢logo con unos cuantos altos esp¨ªritus de la humanidad que no s¨®lo se han hecho esta pregunta, sino que, al responder a ella, han transformado la cuesti¨®n misma. Hans K¨¹ng es, ciertamente, un poco o un mucho el ?enfant terrible? de la Iglesia cat¨®lica por la sencilla raz¨®n de que una cierta tradici¨®n de cors¨¦ intelectual y de conformismo en ¨¦sta pueden convertir a cualquiera en ?enfant terrible? e incluso en ?oveja negra?, a poco que elija un camino m¨¢s o menos personal en el plano del pensamiento, y es tambi¨¦n un ?enfant terrible? porque ¨¦l mismo gusta de este papel -ahora, desde luego, con limitadas consecuencias- y parece disfrutar haciendo fruncir el ce?o a ciertas autoridades eclesi¨¢sticas, vaticanas o no, Aunque no como un deporte maligno y fr¨ªvolo, sino como el ejercicio de una libertad intelectual que todav¨ªa no es tan obvia en la Iglesia cat¨®lica, incluso despu¨¦s del Vaticano II. As¨ª que K¨¹ng es, ante todo, un testigo de esa libertad y de algo no menos importante: la honestidad.En cierto sentido, la tarea de K¨¹ng es, en cuanto a talante y dentro del ¨¢mbito de la Iglesia cat¨®lica, una tarea similar a la Rudolf Bultman en la Iglesia luterana, cuando con toda honestidad y coraje sac¨® a la luz todas aquellas preguntas por la racionalidad de la fe y su aceptabilidad por el hombre moderno, que todo el mundo se hac¨ªa, pero que nadie se atrev¨ªa a formular. Tambi¨¦n la Iglesia de Bultman se llev¨® las manos a la cabeza, pero, como dijo Bonhoeffer, s¨®lo ten¨ªa que ser agradecido y muy profundamente: desde ese momento, el cristiano no tendr¨ªa que seguir poni¨¦ndose unas orejeras para no ver a sus lados, ni dividiendo su lealtad entre la fe y las exigencias de la raz¨®n moderna. Y, por supuesto, que tambi¨¦n ten¨ªa que ser criticado y cernido, pero esta es otra cuesti¨®n. Y esto es tambi¨¦n lo que le ocurre a K¨¹ng: ¨¦l mismo afirma, con cierto tono travieso y un tanto volteriano o de total libertad cristiana, y haciendo referencia a otro libro suyo, que arm¨® no poco revuelo, que no es infalible.
Ni siquiera se trata, en efecto, de decir que K¨¹ng ha acertado siempre en este libro con el planteamiento de todas las cuestiones o con todas las respuestas que, por lo dem¨¢s, ¨¦l se limita a proponer. Con la pregunta ??Existe Dios??, K¨¹ng se enfrenta a Descartes y a Pascal, a Hegel, Marx, Freud, Nietzsche, Wittgenstein, Bloch o Horckheimer, y expone con absoluta honradez sus respuestas: sus respuestas intelectuales, es obvio, pero se?alando a la vez el fondo existencial desde el que esas respuestas brotaron y aportando finalmente un contraluz cr¨ªtico. Al mismo tiempo, no deja tampoco de subrayar cr¨ªticamente -a K¨¹ng le gusta repetir que ¨¦l no es un converso y que, por tanto, como est¨¢ instalado muy s¨®lidamente en su Iglesia, puede hacer toda clase de excursiones fronterizas y mantener muy altos sus niveles cr¨ªticos- las actitudes de la Iglesia cat¨®lica, de las otras Iglesias cristianas y de la cristiandad entera, contagiadas, m¨¢s de lo que quisieran confesar, de las ideas y cosmovisiones filos¨®ficas del siglo y afectando a ellas e incluso hipotecando a ellas la formulaci¨®n de la fe. Y as¨ª, K¨¹ng denuncia, por ejemplo, el cartesianismo sin Decartes y ad usum Delphini que hace la Iglesia cat¨®lica en el Vaticano II, tratando de estructurar el acto de fe como el asentimiento a una serie de enunciaciones ?claras y netas?, y reduciendo la realidad de Dios a un objeto de conocimiento o las nebulosas casi l¨ªricas en que se desenvuelve hoy cierta teolog¨ªa protestante. Plantea honradamente los problemas que suscita todav¨ªa el texto b¨ªblico, y que suelen disimularse p¨ªamente, y la insistente tendencia a presentar como ¨²nica expresi¨®n de fe la lectura o la interpretaci¨®n eclesi¨¢sticas. Pero, como digo, es la misma actitud cr¨ªtica que pone en contrapunto de cada doctrina y de cada pensador interrogados en estas p¨¢ginas: a Marx y al marxismo y sus pretensiones de filosof¨ªa cient¨ªfica, a Freud y al freudismo y su intenci¨®n de cosmovisi¨®n total, etc¨¦tera.
Por el lado de la Iglesia, K¨¹ng llama la atenci¨®n de una doble necesidad: la de la racionalidad que pregunta -y en esto asume toda la gran tradici¨®n cat¨®lica, desde Anselmo de Canterbury o Tom¨¢s de Aquino- y la de la fidelidad al Evangelio. Por el lado de la filosof¨ªa, advierte, con igual lealtad, del peligro de su dogmatismo, del absolutismo racionalista, del hecho de que el hombre y la historia no pueden asumirse en su plenitud y con respeto estricto a toda su realidad, sin contar con los aspectos no conceptualizables. La ciencia exige racionalidad a la fe y la fe exige de la ciencia que no se convierta en religi¨®n y absoluto, seg¨²n las ideas de Gogarten.
En mi opini¨®n, las p¨¢ginas m¨¢s endebles del libro son las dedicadas a Kierkegaard y a lo que ¨¦ste llamar¨ªa ?el salto ? o la opci¨®n por la fe. K¨¹ng se muestra a este respecto como movi¨¦ndose en la m¨¢s segura l¨ªnea de la tradici¨®n cat¨®lica de la ?razonabilidad de la fe?. Y la ¨²ltima parte del libro, en la que se plantean los problemas existenciales del hombre de hoy frente a la fe, se me antoja algo apresurada, aunque suficiente para inquietar, es cierto; suficiente para mostrar, de nuevo, la honestidad de un cristiano, y de un cristiano cat¨®lico concretamente, que no se niega a ver todo aquello que cuestiona su fe y la torna, a veces, angustiosa e incluso dubitativa, y que acepta y valora las b¨²squedas y rechazos del hombre de hoy ante esa fe y la siempre deforme encarnaci¨®n que de ella ofrecen la cristiandad y las Iglesias.
En un pa¨ªs como ¨¦ste, donde el catolicismo no se ha hecho jam¨¢s pregunta alguna -o quien se la ha hecho ha sido en seguida puesto en cuarentena, desde fray Luis de Le¨®n hasta nuestros d¨ªas-, y donde el fr¨ªvolo y vistoso ate¨ªsmo de hoy tampoco se hace cuestiones, el libro de K¨¹ng podr¨ªa ser todo un revulsivo. El que necesitamos precisamente. Pero lo dudo mucho, incluso dada su calidad de best-seller. S¨®lo cabe esperar que quiz¨¢ se abran de todos modos, algunas de sus p¨¢ginas y por aqu¨ª dentro comience a circular, por fin, el aire: el de las ideas y el de la honestidad. Y que nuestras seguridades y la tan tr¨¢gica frivolidad, que ahora es reina, atrapen siquiera un constipado o les salga un grano de duda. Algo es algo.
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