El precio de la raz¨®n
Secretario general de UGTEl hecho de que UGT haya culminado su larga ronda de conversaciones con la CEOE con la firma de unos acuerdos y que nuestra central no haya considerado oportuno secundar la jornada de paro contra el estatuto de los trabajadores promovido por CCOO parece haber producido una especie de catarsis en el mundo sindical. Acostumbrados como est¨¢bamos a que en las relaciones patronaI-sindicatos el enfrentamiento y las posturas encontradas fueran la regla, y el di¨¢logo, la excepci¨®n, resulta hasta cierto punto comprensible que desde la perspectiva de determinados sectores caracterizados por su mal disimulado esp¨ªritu sectarista se haya atacado con tanto ¨ªmpetu la firma de estos acuerdos UGT-CEOE. El escaso ejercicio de virtudes como la coherencia y la objetividad les impide valorar en su justa dimensi¨®n el esfuerzo desplegado por UGT de cara a lograr en estos momentos un marco democr¨¢tico de relaciones laborales absolutamente necesario a los intereses de los asalariados.
Desde afirmaciones tan gratuitas como que hemos roto la unidad de la clase obrera, a otras tan peregrinas como que los acuerdos con la gran patronal constituyen un verdadero pacto social, se observa un inusitado inter¨¦s por desvirtuar la letra y el esp¨ªritu de unos acuerdos que, pese a quien pese, constituyen el paso m¨¢s importante en el campo de las relaciones industriales desde la legalizaci¨®n de las centrales sindicales. Evidentemente, no es sino el primer paso que permitir¨¢ seguir avanzando en la consecuci¨®n para este pa¨ªs de una legislaci¨®n laboral y sindical progresista, en consonancia con la que ya existe en otros pa¨ªses de la Europa occidental y que tantos a?os de lucha ha costado a sus respectivos sindicatos. Han sido, simplemente, unos acuerdos que benefician, aqu¨ª y ahora, a la clase obrera espa?ola, la gran olvidada y la m¨¢s sacrificada de todo el proceso de transici¨®n democr¨¢tica.
Hemos repetido hasta la saciedad que ante la presentaci¨®n por parte del Gobierno del proyecto de ley de estatuto de los trabajadores, UGT consider¨® necesario establecer una serie de conversaciones bilaterales con el Gobierno y la CEOE y agotar todas las posibilidades que ofrec¨ªa el di¨¢logo antes de proceder a cualquier tipo de presi¨®n a trav¨¦s de la huelga o las movilizaciones de los trabajadores. Eramos plenamente conscientes de que las posibilidades de llegar a un acuerdo total en torno al contenido global del proyecto de ley eran ut¨®picas, pero se valor¨® que en estas conversaciones se podr¨ªan hallar coincidencias sobre determinados aspectos que hasta ahora hab¨ªan sido motivo de radicales enfrentamientos entre empresarios y trabajadores, y que, por otra parte, en la actual situaci¨®n econ¨®mica y social que vive el pa¨ªs hab¨ªa que hacer un serio esfuerzo por dar los primeros pasos en el camino de la racionalidad de las relaciones laborales.
La adopci¨®n de esta v¨ªa de la negociaci¨®n estaba clara.: la entrada en el Parlamento de un proyecto de estatuto que en su actual redacci¨®n resulta inasumible por UGT, y el consiguiente peligro de su r¨¢pida discusi¨®n y aprobaci¨®n en la C¨¢mara a trav¨¦s de la habitual mayor¨ªa mec¨¢nica de la derecha traer¨ªa consigo indefectiblemente la adopci¨®n de unas leves laborales lesivas a los intereses de los trabajadores, y que, como central de clase, ten¨ªamos la obligaci¨®n de tratar de impedir, huyendo de la falsa alternativa presi¨®n- negociaci¨®n.
Otro factor esencial al que deb¨ªamos tener en cuenta es la coyuntura actual del pa¨ªs, con miles y miles de trabajadores amenazados a consecuencia de la crisis econ¨®mica por el desempleo, a los que es preciso a?adir el m¨¢s de mill¨®n y medio de los actualmente desempleados, y cuya situaci¨®n exig¨ªa anteponer sus intereses a cualquier otra consideraci¨®n sectaria de tipo partidista basada en una supuesta y patol¨®gica tesis de Gobierno de concentraci¨®n o de amplia mayor¨ªa, tan cara a determinado partido.
Para UGT era necesario abordar el pr¨®ximo oto?o con la existencia de un m¨ªnimo marco legal de relaciones laborales aceptable por ambas partes sociales, que asegurara prioritariamente el protagonismo y potenciaci¨®n de las centrales sindicales como garant¨ªa de que los intereses de los trabajadores van a ser defendidos adecuadamente durante los meses de duras negociaciones de convenios que se avecinan. El coste que ha pagado UGT con la firma de estos acuerdos con la patronal ha sido muy simple. Ha sido el precio de la raz¨®n, del esfuerzo de la central socialista por abrir una brecha de sensatez en medio del caos 3, de la constante crispaci¨®n que hasta el momento hab¨ªan sido la nota imperante en las relaciones industriales. Con prudencia, pero tambi¨¦n con audacia, ten¨ªamos la responsabilidad hist¨®rica de romper con esa inercia del di¨¢logo de sordos entre el capital y las fuerzas del trabajo y acercarnos al modelo de relaciones europeo. Hab¨ªa que negociar, en suma, que la democracia entrara por fin en las f¨¢bricas y los talleres.
La unidad de acci¨®n
En este contexto, afirmar que UGT ha roto la unidad de la clase trabajadora constituye, cuando menos, una irresponsable ligereza. La unidad de acci¨®n se puede plantear tanto en un contexto de movilizaciones como de conversaciones, pero nunca, desde nuestro punto de vista, puede pasar por la mera aceptaci¨®n sin m¨¢s de todas y cada una de las tesis y planteamientos de la otra central representativa, y mucho menos cuando esas mismas tesis est¨¢n subordinadas o hipotecadas a una determinada estrategia pol¨ªtica, muy respetable por otra parte, pero que pueden impedir la toma en consideraci¨®n de las medidas m¨¢s adecuadas a la situaci¨®n sindical que vivimos.
Unidad de acci¨®n s¨ª, pero basada en el mutuo respeto y la salvaguarda de la propia identidad de las organizaciones sindicales, que no siempre pueden coincidir en la adopci¨®n de ciertas acciones.
Las movilizaciones son un arma que en ning¨²n momento UGT descarta, pero supeditadas a la valoraci¨®n del justo momento y circunstancia. No se puede lanzar alegremente a la clase trabajadora a unos paros, por muy simb¨®licos que se quieran presentar, para no conseguir nada de lo que se dice perseguir con su convocatoria, entre otras cosas, porque puede dejar una amarga secuela de frustraci¨®n entre quienes la han secundado. La direcci¨®n de una central obrera ha de estar imbuida tambi¨¦n de la objetividad necesaria para saber escoger en cada circunstancia qu¨¦ tipo de acci¨®n es la m¨¢s adecuada y beneficiosa para los trabajadores a los que se tiene la responsabilidad de representar, y resulta evidente que, en los momentos actuales, no son las movilizaciones la v¨ªa m¨¢s conveniente para la consecuci¨®n de los fines que se dec¨ªa perseguir
El valor de unos acuerdos
Este importante paso de desbloqueo de las relaciones laborales que se plasma en la firma de los acuerdos con la CEOE tiene unos contenidos indiscutibles que, de una forma u otra, van a condicionar el dictamen de la comisi¨®n parlamentaria que discuta el proyecto de ley del estatuto de los trabajadores. Se ha abierto una brecha en el espinoso tema de la presencia sindical en el seno de la empresa, en la l¨ªnea del reconocimiento de las. secciones sindicales, una de las m¨¢s viejas aspiraciones de la clase trabajadora y de UGT. Se ha eliminado el intervencionismo de la Administraci¨®n en materia de homologaci¨®n de convenios y el arbitraje obligatorio, suprimiendo la generalizaci¨®n de los laudos y reduciendo ¨¦stos a supuestos excepcionales, y se ha logrado, asimismo, iniciar el camino hacia la negociaci¨®n articulada, fij¨¢ndose como techo de representatividad el del 10%. Por ¨²ltimo, y para no hacer una disecci¨®n minuciosa de los acuerdos, por otra parte ya ampliamente divulgados por la prensa, hay otra conquista indudable para la clase trabajadora, como es el aumento autom¨¢tico de los salarios reales, al haberse superado en el pasado mes de junio el 6,5% de aumento en el ¨ªndice de precios al consumo.
Indudablemente, hay otros puntos que UGT mantiene para su defensa ante la Administraci¨®n y el Parlamento, que ni siquiera fueron discutidos con la CEOE, pero que nuestra central reivindica, tales como la negativa al cierre patronal, la reducci¨®n de jornada laboral a cuarenta horas semanales, la fijaci¨®n de un m¨ªnimo de treinta d¨ªas de vacaciones, impedir las discriminaciones que se dan actualmente en las indemnizaciones por despido, reforzar las facultades y competencias de los comit¨¦s de empresa y conseguir el derecho de negociaci¨®n colectiva para los funcionarios p¨²blicos.
En este camino de la negociaci¨®n bilateral plantea su estrategia UGT. Tras los acuerdos con la CEOE, estamos inmersos ahora en una din¨¢mica de conversaciones con el Gobierno y los grupos parlamentarios, para explicarles el alcance y contenido de los acuerdos con la CEOE.
La revisi¨®n salarial
A la Administraci¨®n, UGT le plantea la urgencia de articular los mecanismos necesarios que conduzcan a la devoluci¨®n del patrimonio sindical, tanto el hist¨®rico como el acumulado, as¨ª como la revisi¨®n inmediata de los salarios, en funci¨®n de que ¨¦sta afecte a todos los convenios, al salario m¨ªnimo interprofesional, pensionistas y funcionarios, as¨ª como que la revisi¨®n, autom¨¢tica, se lleve a cabo sobre salario real y en funci¨®n del aumento del coste de la vida.
Para cuantificar la revisi¨®n, UGT toma como elementos, de una parte, el aumento medio sobre 1978 de los salarios pactados en convenio correspondientes a 1979 (13,5%), y de otra, el aumento medio de los precios previsto en este a?o sobre 1978 (16,5%). Por tanto, para mantener el poder adquisitivo de los trabajadores en estos meses, estimamos que la cuant¨ªa de la revisi¨®n debe fijarse en torno al 2,5-3% anual. Como la revisi¨®n se cobra a partir del segundo semestre, el aumento real sobre junio a partir de julio ser¨ªa, aproximadamente, del orden del 5-6%. Con esta f¨®rmula defendemos el poder adquisitivo ajustando los convenios, y adem¨¢s, permite ampliar la revisi¨®n a los sueldos de los funcionarios, jubilados y pensionistas, y al salario m¨ªnimo -puntos irrenunciables para UGT- al nivel que realmente van a subir los precios este a?o respecto del anterior, y no se hipotecan en modo alguno las reivindicaciones salariales que deban plantearse en el pr¨®ximo per¨ªodo de negociaci¨®n colectiva de cara a los salarios de 1980.
Firmeza en la negociaci¨®n
A pesar del realismo de esta f¨®rmula que UGT propugna, el Gobierno no parece estar dispuesto, en principio, a que los salarios y dem¨¢s rentas de los trabajadores recuperen la parte de poder adquisitivo que vaya a perderse por la subida del precio de los carburantes, por lo que vamos a tener que defender con firmeza este criterio de revisi¨®n en las reuniones que esperamos mantener con el Gobierno.
Ser¨¢, pues, a trav¨¦s de la negociaci¨®n, con el prop¨®sito de agotar las posibilidades que ofrece la v¨ªa del di¨¢logo, donde plantea, aqu¨ª y ahora, UGT su estrategia de cara al estatuto de los trabajadores y los dem¨¢s temas anteriormente apuntados.
Si el sentido com¨²n se impone entre todas las partes afectadas en el campo de las relaciones laborales, estamos seguros que al igual que se han sorteado obst¨¢culos mucho m¨¢s dif¨ªciles en este per¨ªodo de democratizaci¨®n -y ah¨ª tenemos el caso del Estatuto vasco-, la derecha asumir¨¢ tambi¨¦n por este camino el desarrollo constitucional de las relaciones industriales sin necesidad de caer en posturas irracionales que fuercen a las centrales sindicales de clase a tener que hacer uso de la pres l¨®n en las f¨¢bricas y en la calle como ¨²nica salida en la defensa de los intereses de los trabajadores. UGT, responsablemente, asume hasta el justo l¨ªmite el camino del di¨¢logo y la negociaci¨®n. Democratizar las relaciones laborales sin traumas ni cerriles enfrentamientos bien merece que las otras partes valoren este esfuerzo.
La postura de UGT sobre el actual momento socioecon¨®mico cierra el panorama de opiniones (ayer ofreci¨® EL PAIS la posici¨®n de CCOO) de las fuerzas sociales acerca de la situaci¨®n sindical y laboral, a falta tan s¨®lo de los planteamientos de la CEOE, que declin¨® la invitaci¨®n de este peri¨®dico en este sentido.
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