"La contracultura es la inversi¨®n de los valores establecidos"
Entrevista con Alfred Willener, soci¨®logo de los movimientos contraculturales
Pregunta. ?Qu¨¦ puede entenderse hoy por cultura?Respuesta. La cultura es un t¨¦rmino que se ha empleado en sentidos extremadamente diferentes. Existen muchas formas de definirla. Esta es una dificultad de entrada. A ello hay que a?adir las diferencias culturales que existen dentro de cada grupo social. Por una parte tenemos la cultura cl¨¢sica, la cultura de los sabios. Por ejemplo, la de los grandes m¨²sicos, como Alb¨¦niz, Falla; la de los grandes pintores, como Goya, o la de los grandes poetas. Pero hay una cosa muy diferente que se llama contracultura. Este es un t¨¦rmino muy vago que hace referencia a conceptos completamente diferentes seg¨²n los pa¨ªses y seg¨²n las ¨¦pocas. Y existe todav¨ªa un tercer t¨¦rmino que se utiliza mucho hoy: la anticultura.
P. ?Por qu¨¦ han surgido la contracultura y la anticultura?
R. En principio hay que distinguir la cultura como forma de vivir de la cultura corno producci¨®n, como corriente de productos art¨ªsticos de cine, teatro, libros. Dos autores norteamericanos han definido de una manera relativamente clara la contracultura: Theodor Roszak, que ha escrito el libro El nacimiento de la contracultura, y Charles Rich. Los dos se han referido a la contracultura como una manera de vivir entre los j¨®venes. Han llegado a la conclusi¨®n de que los j¨®venes en Estados Unidos, entre los a?os 1965 y 1970, han intentado hacer lo contrario de lo que la sociedad les propon¨ªa. En lugar de ser muy anal¨ªticos, muy cient¨ªficos, muy t¨¦cnicos, seg¨²n la costumbre de su tiempo, ellos han preferido descubrir la mentalidad m¨¢s natural y han invertido los valores cl¨¢sicos propuestos por su sociedad. Se han hecho artesanales. En lugar de insistir sobre el trabajo, sobre la productividad, ellos han insistido en el placer de vivir. En lugar de insistir sobre la competencia, han insistido sobre el amor, el amor en sentido f¨ªsico, de placer y afectivo. En vez de insistir sobre la importancia de la naci¨®n y las diferencias entre los pa¨ªses, han insistido en la afirmaci¨®n de la vida c¨®smica. Dicho de otra forma: la contracultura, entendida de este modo, es una manera de vida que invierte los valores de la sociedad establecida y los valores de las palabras. Tambi¨¦n ha habido, por otra parte, reacciones muy violentas contra los valores sociales establecidos, que han cristalizado en la anticultura, que ya no s¨®lo excluye los valores de quienes les han precedido, sino que defiende que cada uno debe encontrar su manera de vida seg¨²n las reglas que le conviene y que puede imponerlas a los dem¨¢s. Hay que distinguir, por tanto, contracultura y anticultura en relaci¨®n a la cultura tradicional.
El comercio de la cultura
P. ?Cu¨¢les son los efectos de la comercializaci¨®n de la cultura, del auge de las llamadas industrias culturales? P. Nos movemos en una sociedad en la que los media (peri¨®dicos, pero, sobre todo, la televisi¨®n y la radio) desempe?an un papel muy importante, no s¨®lo de definici¨®n de la cultura y de transmisi¨®n de la misma, sino tambi¨¦n de creaci¨®n. En estos medios lo que importa es que los mensajes transmitidos por los programas tengan un efecto sobre el p¨²blico. Esta audiencia tiene la caracter¨ªstica de ser muy grande y, por tanto, permite a la publicidad tener una buena salida comercial. La comercializaci¨®n creciente de la cultura tiende a destruir los valores culturales locales, la posibilidad de la gente de interesarse por los fen¨®menos nuevos o desconocidos. Nos enfrentamos a una creciente uniformizaci¨®n de la cultura. Todos hablan de la misma manera y con parecido vocabulario, leen los mismos libros, oyen los mismos discos, ven las mismas pel¨ªculas. Se produce as¨ª una homogeneizaci¨®n creciente. Paralelamente a este fen¨®meno nos encontramos con el otro de la destrucci¨®n de las culturas locales y regionales. La internacionalizaci¨®n de los medios permite, entre otras cosas, que todos puedan beber la misma coca-cola, o¨ªr los mismos discos y ver el mismo filme, como Holocausto, en televisi¨®n; pero, al mismo tiempo, se?ala una tendencia al empobrecimiento cultural. Por suerte, existen reacciones ante esta amenaza de empobrecimiento cultural. Pienso que existe la posibilidad de una reacci¨®n interesante a trav¨¦s de la televisi¨®n local, que ser¨ªa capaz de realizar emisiones que realmente interesen al p¨²blico m¨¢s cercano. Paralelamente habr¨ªa que luchar en el interior de cada televisi¨®n contra la inflaci¨®n de programas internacionales, que es luchar, en definitiva, contra la uniformizaci¨®n de la cultura, contra la ausencia de diferenciaci¨®n.
P. ?Las culturas aut¨®nomas hasta qu¨¦ punto pueden influir en la configuraci¨®n global de la cultura?
R. Los movimientos autonomistas son una forma de resistencia contra la cultura homogeneizada de masas y, por tanto, una forma de luchar contra el poder de la cultura del capitalismo occidental, contra la comercializaci¨®n despiadada de la cultura. Pero creo que los movimientos autonomistas son tambi¨¦n, en alguna medida, un freno a la innovaci¨®n cultural. El progreso, es decir, la apertura a la cultura mundial, pasa por una cierta centralizaci¨®n de la cultura en cada pa¨ªs. En las sociedades modernas se detecta un cierto movimiento de centralizaci¨®n de la cultura que significa que diferentes fuerzas sociales se unen en la proyecci¨®n de una imagen coherente de la sociedad. El problema de estas tendencias se presenta cuando esta especie de centralizaci¨®n de la cultura es autoritaria. Esto es muy peligroso, ya que la cultura es dirigida entonces por t¨¦cnicos, economistas y minor¨ªas burocr¨¢ticas o pol¨ªticas. El concepto de centralizaci¨®n de la cultura deber¨ªa entenderse como una coordinaci¨®n de las aportaciones de las diferentes fuerzas sociales. En este contexto, el movimiento de las culturas aut¨®nomas es peligroso, si s¨®lo se manifiesta como un repliegue sobre su propia historia, sin avanzar, sin abrirse a las nuevas tendencias, porque ello conduce tambi¨¦n al empobrecimiento cultural del pa¨ªs. Existe una soluci¨®n alternativa a este grado de centralizaci¨®n de la cultura: es la soluci¨®n autogestionaria, que incluir¨ªa no s¨®lo la autonom¨ªa, sino tambi¨¦n la coordinaci¨®n entre todas las fuerzas locales sobre la panor¨¢mica general del pa¨ªs.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.