El gobernador proh¨ªbe un refer¨¦ndum sobre un proyecto urban¨ªstico de Ricardo Bofill
La suspensi¨®n por parte del gobernador civil en funciones de la provincia de Santander del acuerdo adoptado el pasado 29 de junio por el Ayuntamiento de Castro Urdiales, en el que se decidi¨® someter a refer¨¦ndum municipal la continuidad del ambicioso proyecto de edificaci¨®n de Castro-Novo, ha creado un gran malestar en la villa c¨¢ntabra, en la que hoy habr¨¢ un pleno extraordinario de la Corporaci¨®n para analizar la decisi¨®n gubernativa. El proyecto es obra de Ricardo Bofil y ha sido ideado como una respuesta a la expansi¨®n del Gran Bilbao. La nueva ciudad constar¨ªa de 5000 viviendas.
Seg¨²n fuentes consultadas, pr¨®ximas a algunos de los concejales de aquel municipio que con m¨¢s fuerza, se han opuesto al proyecto, la declaraci¨®n de nulidad del acuerdo podr¨ªa haberse producido fuera del plazo legal establecido para que la autoridad gubernativa pueda oponerse a los acuerdos de las corporaciones locales. En estos momentos, juristas cercanos a la coalici¨®n Izquierda Castrense Unida (ICU) preparan un recurso contra la decisi¨®n, que viene a revocar un acuerdo adoptado por la gran mayor¨ªa de los concejales castre?os. Tan s¨®lo dos votos en contra del refer¨¦ndum se dieron en el citado pleno: el del alcalde, Manuel Guti¨¦rrez, y el de una concejal de su coalici¨®n, en tanto que el resto de sus compa?eros de candidatura, que son mayor¨ªa en el Ayuntamiento, unieron sus votos, favorables a la consulta popular, con los de los concejales de UCD, PSOE e ICU.
El proyecto de Castro-Novo es una ambiciosa realizaci¨®n del arquitecto catal¨¢n Ricardo Bofill, cuyo inicio se remonta al a?o 1967, al crearse la Sociedad Castromar, SA, financiada con capital vasco y con una importante participaci¨®n de Bankuni¨®n, que adquiere unos terrenos en las cercan¨ªas de Castr¨® Urdiales, en los que hab¨ªa sido denegada la instalaci¨®n de una f¨¢brica de cemento. Para legalizar la futura construcci¨®n, el Ayuntamiento aprob¨® modificaciones parciales del plan general de 1965, por lo" que los terrenos citados pasaron de calificaci¨®n rural a ser zona residencial, extremo que finalmente ser¨ªa ratificado en 1976.
Un a?o despu¨¦s, la comisi¨®n provincial de urbanismo concede la licencia de edificaci¨®n al aprobar cuatro planes parciales que desarrollaban el plan general ya modificado. A ello se opuso el Colegio de Arquitectos de Santander, al que se unir¨ªan posteriormente arquitectos, soci¨®logos, partidos pol¨ªticos, centrales sindicales, asociaciones de vecinos y, finalmente, el Colegio de Arquitectos de Madrid. El macroproyecto elaborado por Bofill, al que los detractores no niegan su car¨¢cter innovador coma arquitecto, pero del que rechazan de plano sus concepciones urban¨ªsticas, calific¨¢ndolas de ?desfasadas?, no tiene ni por volumen ni por su costo —se calcula en 15.000 millones de pesetas lo que invertir¨ªa la inmobiliaria Castromar —precedentes en Cantabria.
Castro Urdiales, con una evoluci¨®n de poblaci¨®n realmente equilibrada —en 1977 hab¨ªa 13.144 habitantes por 14.191 a principios de siglo—, se enfrentar¨ªa, de pronto, a una ?nueva ciudad?, con 5..000 viviendas asentadas sobre 1.200.000 metros cuadrados, capaces de recibir, a 25.000 nuevos habitantes. Esta ciudad sat¨¦lite, que el propio arquitecto Ricardo Bofill define, como ?zona de descongesti¨®n del Gran Bilbao? se encontrar¨ªa, una vez construida la nueva autopista del Cant¨¢brico, a tan s¨®lo doce minutos del centro de Bilbao.
Los que se oponen al proyecto primero a trav¨¦s de un pujante movimiento ciudadano y ahora desde el seno de la Corporaci¨®n, sin que se hayan olvidado las movilizaciones populares, basan su posici¨®n en las consecuencias que supondr¨ªa hacer realidad tal proyecto: p¨¦rdida de la identidad de Castro Urdiales, degradaci¨®n urban¨ªstica y cultural, freno del desarrollo industrial, situaci¨®n conflictiva entre dos formas de vivir distintas (la vasca y la c¨¢ntabra), aumento del coste de la vida y eliminaci¨®n de zona de expansi¨®n ecol¨®gica.
Por su parte, los que se muestran favorables al proyecto, entre ellos el actual alcalde de la villa y que tambi¨¦n lo era en el momento de aprobarse definitivamente la licencia de edificaci¨®n, insisten continuamente en que la creaci¨®n de Castro-Novo generar¨¢ riqueza y puestos de trabajo.
Un largo y farragoso debate, al que la decisi¨®n del Ayuntamiento de someter a refer¨¦ndum popular, su viabilidad o inviabilidad, podr¨ªa haber puesto fin. La decisi¨®n de suspender el acuerdo, tomada por el gobernador civil, vuelve a replantear un asunto.
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