Invitaci¨®n al joven Mar¨ªas
El se?or Javier Mar¨ªas, que parece no saber lo que es una generaci¨®n, tal vez por haber le¨ªdo m¨¢s a su perseguida mam¨¢ que a su ilustre pap¨¢ (by the way: ?por qu¨¦ esa fascinaci¨®n de la generaci¨®n de Mar¨ªas, Jr., por sus mam¨¢s, hasta el punto de haber prescindido alguno, como el se?or Fernando Savater, del apellido paterno?)... Repito: este joven escritor, que se apresur¨® tanto a coger la generaci¨®n en boga, que es incapaz hoy de saber lo que es una generaci¨®n fiteraria (la etiolog¨ªa del trauma es clar¨ªsima: destete prematuro - esquizofrenia precoz - renegaci¨®n de sus propias condiciones, entre ellas la filiaci¨®n, m¨¢s claro, el agua), y que, peg¨¢ndoselas de novelista, no por ello renuncia a desbarrar en art¨ªculos de opini¨®n, como todo hijo de vecino. Vuelvo a las mismas: este joven tan precoz y tan traumado, que dice no tener d¨®nde publicar, teniendo todas las puertas abiertas (recapitulaci¨®n del diagn¨®stico: dementia precox), tampoco -y no es extra?o con tanta interferencia en la percepci¨®n-, tampoco parece saber c¨®mo funcionan las revistas. No digo ya las literarias, que se ve que nunca lee, a la vista del asombro que en ¨¦l desata el estilo (?tabernarlo?, ?v¨¢lgame Dios! ?El que tanto alaba Treasure Island y aquello de ? ?una botella de ron! ?) de La Ba?era (perdone el nuevo inciso: ?Su cultura inglesa llega s¨®lo a Stevenson o se remonta igualmente a Addison y Steele y el doctor Johnson?). No, Little Mar¨ªas, Jr., tampoco sabe c¨®mo funcionan las revistas en general: no sabe, por ejemplo, que cuando no existe la famosa coletilla en los cr¨¦ditos: ?Esta revista no se hace responsable del contenido de los art¨ªculos en ella publicados? es porque el consejo de redacci¨®n asume la totalidad del contenido y, a fortiori, los art¨ªculos sin firma. ?A qu¨¦ se hace de nuevas don Mar¨ªas, Jr., cuando, aparte de esto, sabe perfectamente que es parte de la redacci¨®n, y su conjunto por solidaridad, los que escriben la secci¨®n titulada El caso literario, llena de supuestos insultos a ?individuos? que no son generaci¨®n, seg¨²n ¨¦l, pero que forman cohorte?Si m¨¢s no bastara para definir una generaci¨®n, los ataques que desde su aparici¨®n, hace apenas tres meses, viene recibiendo La Ba?era por parte de ex nov¨ªsimos, ex l¨²dicos y ex berzorrealistas, coaligados todos ellos por el com¨²n amor hacia el ?fantast¨ªc? y la novela policial, bastar¨ªan al m¨¢s incompetente cr¨ªtico para marcar la diferencia: la generaci¨®n de la que Little Mar¨ªas, Jr., es el wonder boy no aguanta los insultos. Y no por narcisismo, que es cosa sana, sino por sentido de la herencia o solidaridad de escalaf¨®n. Una pena, ?verdad? Creerse los ¨²nicos y su propiedad en la villa y corte (y luego dir¨¢n que el se?or Rojas Marcos no tiene raz¨®n) y que vengan de pronto los pueblerinos a disputar el escaso plato de lentejas del mercado.
Sorry, dear. Si te sientes solo y desprotegido. Si el lobo te persigue por las estepas y la infancia recuperada te resulta insoportable, ya sabes, tenemos una hermosa secci¨®n de cartas en La Ba?era, regida por la amabil¨ªsima se?ora Miniver, parienta de Veneranda Cuahutemoc, Paco Ignacio Mambo III, Alfons Pint¨¢ y todos los malvados tab¨¦rnarios que escriben en nuestro caso literario. Aceptamos incluso colaboraciones suyas: somos una generaci¨®n abierta, que miramos las cosas por la obra y no por la edad.
Coordinador de "La Ba?era"
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