Detener la mano asesina de Videla
?El dictador argentino Videla, al crimen de los desaparecidos acaba de agregar el escarnio. En virtud de un decreto del Gobierno militar de Buenos Aires "se asigna una serie de derechos a la percepci¨®n de pensiones retiros y beneficios sucesorios a las personas emparent¨¢das con aquellos cuya muerte se presume". La decisi¨®n provoca escalofr¨ªos. Los familiares que firmen una petici¨®n de derechos "sucesorios", ?no estar¨ªan firmando, al mismo tiempo, la pena de muerte de los desaparecidos que a¨²n pudieran supervivir -o sobremoriren las mazmorras de los servicios secretos de Videla? Y en los casos -segura y tr¨¢gicamente dominantes- en que la muerte -el asesinato- ha tenido lugar, ?puede ocultarse el crimen y la culpabilidad del Gobierno argentino con la concesi¨®n de "derechos sucesonos"?La decisi¨®n de Videla pone de relieve el grado de degeneraci¨®n y monstruosidad a que su dictadura ha llegado y, como es tan repetido en las dictaduras totalitarias, subraya los rasgos demenciales con que los culpables en el poder pretenden escapar a sus responsabilidades. "Los mat¨¦, puedo matarlos a¨²n, pero vean c¨®mo respeto los bienes sucesorios", parece que se nos erupta al rostro desde la Casa Rosada presidencial de Buenos Aires. "Caus¨¦ la muerte de un mill¨®n de espa?oles, pero vean qu¨¦ fara¨®nico pante¨®n les he hecho construir por los presos pol¨ªticos supervivientes", se nos dijo aqu¨ª.
?Los desaparecidos! 30.000, seg¨²n familiares y organizaciones c¨ªvicas argentinas, 15.000 seg¨²n "Amnesty International". 1.723 pretend¨ªa recientemente el general Hardindeguy, ministro del Interior. Acaso ya nunca pueda conocerse el n¨²mero preciso, dado que la dictadura lleva a?os dando como "terroristas" o "guerrilleros" muertos en acciones represivas a hombres y mujeres secuestrados en sus hogares, lugares de trabajo o en la calle y luego "desaparecidos".
No se trata de llorar -aunque las l¨¢grimas de tantos son inevitables- ni de hacer literatura y declamaciones vanas sob re los "derechos humanos". Se trata de actuar, de intervenir, de reaccionar. Lo hecho en estos meses, lo que las madres de la plaza de Mayo vienen haciendo con grave riesgo -tan grave que una de ellas ya ha "desaparecido"-, ha conseguido romper el muro de silencio tras el que los "gorilas" de Buenos Aires perpetraban sus cr¨ªmenes. Hoy, ning¨²n gobierno, ni entidades internacionales y nacionales pueden alegar ignorancia. Ni pretextar que se les hab¨ªa dicho se trataba de "terroristas"' y "guerrilleros". Han sido -y son- miles y miles de ciudadanos pac¨ªficos, dem¨®cratas,activistas sindicales, escritores, peTicidistas, otros profesionales, los capturados sin mandato judicial, los secuestrados sin ingreso, oficial en las c¨¢rceles. Los desaparecidos a quienes el dictador pretende hacer desaparecer definitivamente para borrar sus testimonios, como los hitlerianos pretendieron hacer desaparecer a los "¨²ltimos" de los campos de la muerte.
Urge que los Gobiernos y la Comisi¨®n de Derechos Humanos de la ONU intervengan. Y que a nivel nacional e internacional las organizaciones democr¨¢ticas, humanitarias, la prensa, todos cuantos podemos movilizar a las opiniones p¨²blicas y presionar con ellas sobre nuestros Gobiernos, exijan, exijamos, la reaparici¨®n de los desaparecidos supervivientes y la rendici¨®n de cuentas ante la justicia por parte de los culpables del genocidio argentino. (...)?
, 2 de septiembre
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