Los suecos decidir¨¢n sobre propuestas energ¨¦ticas y fiscales, m¨¢s que pol¨ªticas
El debate pol¨ªtico preelectoral sacude estos d¨ªas a la tradicionalmente estable y tranquila sociedad sueca. El pr¨®ximo d¨ªa los electores -se espera que en una proporci¨®n de m¨¢s del 90%- se acercar¨¢n a las urnas para decidir democr¨¢ticamente qui¨¦nes habr¨¢n de regir los destinos de su pa¨ªs durante los pr¨®ximos tres a?os. Con la elecci¨®n de los nuevos gobernantes, los suecos pueden decidir un nuevo modelo de sociedad y desarrollo, que culminar¨¢ en la aceptaci¨®n o el rechazo de la energ¨ªa nuclear en el refer¨¦ndum convocado para marzo de 1980. Jos¨¦ R. Ari?o ha elaborado el siguiente informe tras visitar Suecia.
Las calles y, plazas de pueblos y ciudades est¨¢n adornadas con los emblemas y esl¨®ganes de los diferentes partidos que aspiran a canalizar la opini¨®n de sus conciudadanos. Toda la propaganda se realiza en carteles de papel pegados sobre una estructura de cart¨®n o madera, f¨¢cilmente trasladables y desmontables. Ni una sola pintada ennegrece la campa?a.En los lugares c¨¦ntricos, sabiamente escogidos por los responsables publicitarios de los partidos, se alzan peque?as caba?as de madera, las tradicionales stugas, donde grupos de militantes informan a los transe¨²ntes y reparten propaganda en mano de las diferentes soluciones propugnadas por los mismos. De cuando en cuando, los diferentes candidatos visitan estos centros de propaganda y, micr¨®fono port¨¢til en, mano, exponen su programa y dialogan -a veces durante horas- con todo el p¨²blico que tiene a bien detenerse para escucharles.
En la mayor¨ªa de las ocasiones, las diferentes opiniones de los presentes y las cr¨ªticas consumen m¨¢s tiempo que el discurso del candidato, quien debe improvisar y echar balones fuera como puede. El espect¨¢culo, impensable en otras latitudes, es sano, impecablemente honesto y bastante divertido.
Las elecciones de 1976, que dieron la victoria al bloque de partidos burgueses y pusieron fin a la hegemon¨ªa de 44 a?os de gobierno socialdem¨®crata, dejaron entrever profundos cambios en los h¨¢bitos de conducta de los votantes e introdujeron un porcentaje de inseguridad en el hasta entonces uniforme y moderado panorama pol¨ªtico sueco.
La inestabilidad del electorado rompi¨® la regla de que la extracci¨®n social condicionaba el voto por un partido determinado.
Suecia, como todos los pa¨ªses desarrollados europeos grandes consumidores de energ¨ªa, se vio afectada por la crisis del alza del precio de los crudos de 1973-1974. La crisis comenz¨® a golpear brutalmente a la econom¨ªa y a la sociedad sueca en 1976.
Tras dos a?os de ?vacas flacas?, en que la depresi¨®n econ¨®mica y el desempleo consiguiente alcanzaron niveles s¨®lo comparables en Suecia a la crisis general de 1929, parece que el pa¨ªs recupera la iniciativa econ¨®mica y que las perspectivas vuelven a ser optimistas. Se espera que el PNB aumente en un 5% durante 1979.
Todo este r¨¢pido remonte de la crisis se ha conseguido gracias a la extraordinaria cohesi¨®n y solidaridad entre los diferentes grupos de la sociedad y al papel del sector p¨²blico como creador de empleo, acompa?ado de avanzadas medidas de pol¨ªtica laboral.
Se han gastado las reservas de los buenos anos para pasar el bache y evitar en lo posible el desempleo, que no obstante lleg¨® a alcanzar al 2,5 % de la poblaci¨®n activa, y en el caso de los j¨®venes menores de veinte a?os este ¨ªndice se elevaba a casi un 5%.
El debate nuclear
La crisis del petr¨®leo, agravada por los acontecimientos de Ir¨¢n, ha hecho muy vulnerable a la econom¨ªa sueca, econom¨ªa muy desarrollada y en una zona clim¨¢ticamente muy fr¨ªa, que compraba grandes cantidades de petr¨®leo.El debate pol¨ªtico se centr¨®, en las elecciones de 1976, en el tema energ¨¦tico, especialmente en lo referente a la entrada en funcionamiento de nuevas centrales nucleares. El partido que supo desde un principio encabezar el movimiento antinuclear, organizado a nivel de base por numerosos grupos ecologistas, fue el Partido del Centro. Su l¨ªder, F?lldin, un granjero con ideas originales y una gran dosis de honradez, lleg¨® a ser primer ministro gracias a su habilidad para tratar el tema energ¨¦tico y utilizarlo como arraa contra los socialdem¨®cratas. Estos, despu¨¦s de gobernar durante 44 a?os y haber creado el llamado ? modelo sueco ?, eran ?el sistema? del pa¨ªs, con todas las ventajas y desventajas que ello acarrea. Hab¨ªan sido los autores en 1975, con apoyo de los conservadores, de un ambicioso programa energ¨¦tico que preve¨ªa el funcionamiento de trece centr¨¢les nucleares.
Es muy curioso destacar que la postura de los partidos ante el tema nuclear difiere mucho de unos a otros, a pesar de su ideolog¨ªa similar. Dentro del bloque socialista, los socialdem¨®cratas chocaron con el rechazo absoluto de la energ¨ªa at¨®mica por parte de los comunistas. En el bloque burgu¨¦s, los centristas destacan como los m¨¢s antinucleares, apoyados d¨¦bilmente por loi liberales, mientras que los conservadores se manifiestan a favor de dicha fuente de energ¨ªa, junto a los socialdem¨®cratas.
Las fisuras en la coalici¨®n burguesa sobre el tema obligaron a dimitir a F?lldin en octubre de 1978, al no poder cumplir su programa electoral y verse obligado a autorizar una nueva central nuclear. Le sustituy¨®, a la cabeza de un Gobierno minoritario de transici¨®n, el liberal Olla Ullsten, a¨²n en funciones hasta la nueva consulta electoral.
El programa nuclear se vio totalmente paralizado a ra¨ªz del accidente de la central norteamericana de Harrisburg, y todos los grupos decidieron posponer la decisi¨®n final y consultar al pueblo, por medio de un refer¨¦ndum que se celebrar¨¢ en marzo de 1980. Se ha dicho que el accidente de Harrisburg ha tenido m¨¢s influencia en Suecia que en el propio Estados Unidos.
En estas elecciones no s¨®lo se discute el modelo energ¨¦tico a seguir y sus consecuencias econ¨®micas. Las pol¨ªticas fiscal y familiar de cada partido son debatidas tambi¨¦n, punto por punto, a nivel ciudadano. En cuanto al tema fiscal, la divisi¨®n entre los grupos alinea a socialdem¨®cratas, comunistas y centristas, partidarios del aumentoo, al menos, del mantenimiento de la actual presi¨®n fiscal, base de los excelentes servicios sociales, frente a conservadores y liberales, quienes proponen una reducci¨®n de dicha presi¨®n, que grava alrededor de un 50% los ingresos del ciudadano medio, en el pa¨ªs que un economista defini¨® como ?una democracia de servicios p¨²blicos?.
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