Un episodio en Afganist¨¢n
LA INTENCI?N de un golpe de Estado no se conoce nunca hasta que se pesan y se miden sus hechos posteriores; sobre todo, en pa¨ªses de palacios, secretos, como Afganist¨¢n. El pa¨ªs tiene dos fronteras peligrosas, con Ir¨¢n y Pakist¨¢n, y una frontera nutricia para su r¨¦gimen, la de la URSS. Del Ir¨¢n le llega la ola religiosa de los chi¨ªtas, la ?guerra santa?, que mueve a los iluminados afganos y sus ayatollahs contra el r¨¦gimen prosovi¨¦tico; del Pakist¨¢n, guerrillas bien adiestradas, armas y dinero para los rebeldes, movidos por la mano no tan lejana de Estados Unidos, que trata de librar a Kabul de la presi¨®n sovi¨¦tica. El hombre fuerte del nuevo r¨¦gimen y primer ministro del anterior, Hafizullali Amin, reprochaba al presidente Taraki su blandura, su falta d¨¦ decisi¨®n para enfrentarse con esas situaciones: ello a?adido, naturalmente, a su ambici¨®n personal, que es un motor genuino en cualquier golpe de Estado. Hay una interpretaci¨®n parad¨®jica: que Amin es m¨¢s prosovi¨¦tico que la propia URSS, y que si ¨¦sta aconsejaba a Taraki la blandura que se le atribuye, o la ductilidad negociadora, Amin quiere que el pa¨ªs sea mucho m¨¢s r¨ªgido, mucho m¨¢s represivo. Hay otra m¨¢s directa -la que parece aceptar Washington-, que es la de que la propia Uni¨®n Sovi¨¦tica decret¨® el derrocamiento y muerte de Taraki.Probablemente el golpe de Estado que eleva por ahora a Amin a la fuerza m¨¢xima en el pa¨ªs no es m¨¢s que un ep isodio de la larga descomposici¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs -uno de los m¨¢s pobres del mundo-, debatido entre distintas corrientes religiosas -ch¨ªitas y sunnitas-, el marxismo, el prooccidentalismo, la atracci¨®n y la repulsa por la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, desde luego, el descontento general; a su vez, Afganist¨¢n es s¨®lo una parte, o un episodio, en todo ese extenso territorio del ?arco de la crisis ? -como lo defini¨® Brzezinski-, que cubre desde el oriente ¨¢rabe hasta las fronteras de China.
La ?revoluci¨®n de palacio? es todav¨ªa mal conocida. Se supone que Amin y su grupo acabaron a tiros con el presidente Taraki y con sus seguidores: no parece que haya habido intervenci¨®n popular, ni se sabe hasta ahora si el Ej¨¦rcito tiene parte directa en la toma de poder. Son, repitamos, los hechos posteriores los que dar¨¢n la clave de si el golpe de Amin potencia a la Uni¨®n Sovi¨¦tica o si, por el contrario, trata de iniciar una etapa diferente. Tampoco hay ninguna seguridad de que vaya a estabilizarse durante muchos a?os: es un episodio, un simple episodio, dependiente de muchos factores que le son externos.
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