La guerra del Ulster como tel¨®n de fondo
Desde que el papa Juan Pablo II tom¨® la decisi¨®n de visitar Irlanda han llovido sobre el Vaticano informaciones de todo tipo. Hubo presiones para que renunciara al viaje, despu¨¦s se intent¨®, por todos los modos posibles, de convencer a Wojtyla para que al menos no pusiera el pie en el Ulster, es decir, en Irlanda del Norte. Pero m¨¢s que las amenazas, lo que convenci¨® al Papa para renunciar a visitar la ?Irlanda en guerra? fue el clima que se hab¨ªa creado despu¨¦s del atentado mortal contra Lord Mountbatten. Por eso, en el programa oficial figura que Juan Pablo II visitar¨¢ s¨®lo Irlanda del sur, aunque se acercar¨¢ hasta la frontera de ?la otra Irlanda?, donde participar¨¢ en una ceremonia en Drogheda.A pesar de que se ha hablado mucho de los peligros que corre el Papa con este viaje, en el Vaticano se muestran m¨¢s bien tranquilos y los emisarios episcopales que en d¨ªas pasados han llegado al Vaticano desde Irlanda aseguran que ?al Papa no le suceder¨¢ nada?, que a nadie interesa un atentado contra Juan Pablo II y que la Irlanda cat¨®lica se est¨¢ preparando para ofrecerle un recibimiento apote¨®sico.
?El sue?o de todo irland¨¦s?, dijo en Roma el padre John Hanly, vicedirector del Colegio Irland¨¦s, ?es no morir sin ver al Papa. Todos los a?os vienen a casarse a Roma m¨¢s de quinientas parejas de novios. Roma sigue siendo el coraz¨®n de Irlanda cat¨®lica.? Y a?adi¨® con no poco orgullo cat¨®lico: ?A pesar de dos siglos de persecuci¨®n para convertir a los irlandeses al protestantismo, con las misas prohibidas y con un premio dado a cada cabeza de cura cortada, Irlanda ha sido siempre fiel a su fe.?
De todos modos, en el Vaticano existe la convicci¨®n de que el problema de Irlanda no es una ?guerra de religi¨®n? entre cat¨®licos y protestantes, sino m¨¢s bien una guerra de clases entre pobres y ricos. Y aunque normalmente coincide sociol¨®gicamente que los cat¨®licos pertenecen al proletariado m¨¢s pobre y los protestantes a la clase alta y media, no se trata de un conflicto de ideolog¨ªa religiosa, sino pol¨ªtico. ?Es un problema?, dijo el padre Hanly, ?que ya no pueden resolver s¨®lo los cat¨®licos y protestantes, entre los cuales a nivel religioso existe hoy un gran di¨¢logo. Lo debe resolver Gran Breta?a, porque Irlanda?, afirm¨®, ?hasta hace muy poco estaba unida y era una sola?.
Pasividad de la jerarqu¨ªa
En realidad, seg¨²n informaciones recogidas por EL PAIS en los ambientes m¨¢s progresistas de Roma, tanto en el campo protestante como cat¨®lico, lo que aparece claro es que dif¨ªcilmente se podr¨¢ resolver el problema de la guerra de Irlanda mientras los ingleses no renuncien a su ?¨²ltima colonia europea?. Y al mismo tiempo, hasta que las iglesias, tanto la cat¨®lica como la protestante, no tengan el valor de abrazar la causa de todos los que de un modo u otro est¨¢n luchando para preparar una Irlanda unida, independiente, aut¨®noma, democr¨¢tica y pac¨ªfica.
El clero m¨¢s abierto critica a la jerarqu¨ªa ?por haber sido siempre demasiado pasiva con respecto a las fuerzas invasoras; por haber predicado la resignaci¨®n, en vez de defenderla justicia; por hacer grandes declaraciones abstractas en favor de la paz y de los derechos humanos, pero, al mismo tiempo, de condena s¨®lo con palabras?.
La pasividad de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica ha sido criticada tambi¨¦n por los mismos movimientos revolucionarios. En una publicaci¨®n republicana (Iris) han escrito: ?El Ej¨¦rcito ha venido y ha luchado en contra de la gente pobre y los obispos han pedido resignaci¨®n y han hablado s¨®lo en abstracto de violencia.?
Se cree que el futuro de la Iglesia de Irlanda, donde a pesar de las apariencias ya se ha abierto m¨¢s de una brecha con el movimiento de secularizaci¨®n, depender¨¢, en gran parte, de la actitud que la jerarqu¨ªa adoptar¨¢ en este momento: ?O se pone al servicio de los m¨¢s oprimidos, rescatando su pasado colonial, o quedar¨¢ relegada a instrumento de gobierno de una burgues¨ªa neocolonial socialdemocr¨¢tica?, ha afirmado un l¨ªder irland¨¦s pacifista, a?adiendo que en Irlanda las diversas iglesias cristianas ?han sido buenas administradoras de ritos en los d¨ªas comunes, pero se han desorientado cuando la realidad los ha puesto frente a las grandes cuestiones, temas de la explotaci¨®n y de la justicia, de la tiran¨ªa y de la libertad, de la resignaci¨®n y de la liberaci¨®n?.
En este contexto existe mucho inter¨¦s por saber qu¨¦ dir¨¢ el Papa. Se afirma que Wojtyla considera a Irlanda un poco como a Polonia. Se espera que defender¨¢ con fuerza los derechos humanos pisoteados, pero, en este caso, ?qu¨¦ dir¨¢ a los brit¨¢nicos? Nadie espera que Juan Pablo II apoye a ninguno de los grupos terroristas, pero hay mucho inter¨¦s por saber qu¨¦ dir¨¢ a los obispos, es decir, si apoyar¨¢ el movimiento restaurador que desea un ?pacto? con los ingleses a costa de mantener a Irlanda del Norte de alg¨²n modo bajo el control de Gran Breta?a o si, despu¨¦s de haber condenado los m¨¦todos terroristas, pedir¨¢ solemnemente que se permita a los irlandeses resolver el problema en libertad, considerando que, a pesar de todas las semejanzas, Irlanda no es Vietnam y que hasta los m¨¢s moderados dif¨ªcilmente conciben hoy en Europa un r¨¦gimen colonialista.
De los discursos del Papa ya preparados no se ha filtrado la m¨¢s peque?a indiscreci¨®n. Ser¨¢n un nuevo test para el pontificado del papa Wojtyla. El Papa de los derechos humanos.
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