Un mill¨®n de personas en la fiesta del PCE
Un mill¨®n de personas asistieron este fin de semana a la fiesta organizada por el Partido Comunista de Espa?a (PCE) en la Casa de Campo, de Madrid, seg¨²n fuentes del propio partido. La fiesta ha sido considerada por sus organizadores como un gran ¨¦xito, ?aun mayor que el del pasado a?o?, tanto a nivel de participaci¨®n, como de rentabilidad econ¨®mica.
Durante los tres d¨ªas que ha durado la fiesta, no se produjo ning¨²n incidente en todo el recinto. Un eficaz servicio de orden montado por los comunistas -registro de bolsos a la entrada, vigilancia distante pero constante de los asistentes-, logr¨® que los m¨²ltiples actos celebrados durante estas jornadas se desarrollaran en un clima de completa normalidad.El total de la recaudaci¨®n conseguida, todav¨ªa no ha sido facilitado por el partido, sin embargo, todo parece indicar que la inversi¨®n realizada para organizar la fiesta (treinta millones de pesetas) se ha visto ampliamente amortizada. La simple entrada al recinto costaba 150 pesetas, lo cual, en base a un mill¨®n de participantes, supone un total de 150 millones de pesetas. Al margen, est¨¢ la recaudaci¨®n obtenida de la entrada a espect¨¢culos taurinos (veinticinco pesetas) y, especialmente, el producto de la venta de todo tipo de consumiciones y objetos regionales en las diferentes casetas. Todo el personal que ha trabajado en la fiesta, m¨¢s de 5.000 personas, estaba formado por militantes del partido.
En general, puede decirse que el festejo organizado por el PCE ha sido un ¨¦xito a nivel general y, no solamente para los militantes, ya que a lo largo y ancho del recinto se pod¨ªa disfrutar de distracciones, tanto para ni?os como para mayores. Prueba de esta afluencia puede ser el enorme atasco automovil¨ªstico que se mont¨® en los accesos durante los tres d¨ªas, especialmente el s¨¢bado. Familias completas, muchas de ellas con distintivos pec¨¦, se dirig¨ªan a la Casa de Campo a pasar el d¨ªa.
Hasta pasadas las dos de la madrugada, no se apreci¨® ninguno de los d¨ªas un descenso en la asistencia. Hasta esa hora, aproximadamente, se prolongaban los espect¨¢culos al aire libre; luego, en plan despedida, la ¨²ltima copa en alguna de las casetas.
Lo peor de la fiesta fue, sin duda, la burocratizaci¨®n a la que hab¨ªan de someterse los que intentaban comer o beber cualquier cosa. Primero, hab¨ªa que hacer cola para comprar un bono y luego repetir la operaci¨®n -a veces totalmente crispante- para volver a enfilar a la espera de la consumici¨®n. El sistema no era solamente malo para la clientela, sino tambi¨¦n para los organizadores, porque cuando la espera se eternizaba, muchos optaron por agarrar distra¨ªdamente un bocadillo o una botella y, en plan despiste, se largaban sin pagar. Con todo, el resultado de las tres jornadas ha constituido un importante ¨¦xito.
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