El paro agr¨ªcola se ha duplicado en Sevilla en doce meses
El lunes ¨²ltimo continu¨® lloviendo en Sevilla, y Antonio Cardoso, Pericote, volvi¨® a recorrer in¨²tilmente la vega del Genil a su paso por Ecija, buscando faena y jornal. El viernes hubo m¨¢s suerte: ?Hab¨ªa recorrido ya un mont¨®n de fincas con la moto, cuando, ya harto, llegu¨¦ a una en que nos dijo el manijero (encargado de las fincas), que ¨¦ramos muchos y que hoy tampoco se puede recoger el algod¨®n. "Pues usted tiene hasta su puro", le dije, "y aqu¨ª que no se vaya naide y a coger algod¨®n toos." Y al t¨ªo no le qued¨® m¨¢s remedio que decir: "Bueno, pues cojan dos sacos."?Pericote, que tiene 43 a?os, es jornalero desde siempre (?Desde que recuerdo?), lo mismo que su abuelo y lu padre. Trabaja tres meses al a?o (un mes en el algod¨®n, donde saca jornales de dos mil y pico pesetas; otro en la remolacha, que le supone jornales de 1.200 pesetas, y un tercero en la riebusca de garbanzos, caracoles y palodulce, a lo que salga). Completa sus ingresos anuales con el dinero del paro comunitario -dos o tres d¨ªas a las semana, con jornales de 945 pesetas-, cuando el ayuntamiento tiene fondos. En total, re¨²ne unas 130.000 pesetas al a?o. En el bar donde le conocimos nos lo present¨® un concejal del PSA; alguien bromea con su aspecto f¨ªsico y Pericote se siente obligado ajustificar su solter¨ªa: ?Que no, que no, que a m¨¢s feos que yo los quieren. Digo... ?c¨®mo voy a mantener parienta con lo que gano??
Pericote no es ning¨²n l¨ªder sindical, no est¨¢ afiliado a nada, ni representa a nadie. Es s¨®lo un jornalero de Ecija que lo mismo te ayuda a colarte en la finca de la Chacona (venerable anciana de misa y novena que deja que la aceituna se pudra en las ramas de los ¨¢rboles), que te cuenta las piller¨ªas del oficio: entreverar alguna que otra piedra en el algod¨®n para que los sacos recogidos pesen m¨¢s y procurar madrugar m¨¢s que los dem¨¢s para lograr el trabajo que escasea. Pericote es, simplemente, uno de los 440.000 jornaleros que hay en Andaluc¨ªa, seg¨²n datos el Sindicato de Obreros del Campo (SOC). Sus problemas no difieren demasiado de los del resto dejorrialeros. Seg¨²n Francisco Casero, secretario general del SOC, en Lebrija, que es considerada una zona buena, un jornalero trabaja por t¨¦rmino medio noventa d¨ªas al a?o (veinte en la vendimia, treinta en el algod¨®n y cuarenta en la remolacha), mientras que en la Campi?a (Los Morales y Utrera) la media se reduce a 75 d¨ªas (veinticinco en la aceituna de verdeo, treinta en la de molino y veinte en tareas agr¨ªcolas diversas).
Cada vez peor
? Lo ¨²nico que no est¨¢ parado en Andaluc¨ªa es la demograf¨ªa?, coment¨® a EL PA?S un dirigente de CCOO del campo, al referirse a la cr¨ªtica situaci¨®n social que se vive en el campo andaluz. Los pocos jornales que anualmente proporciona el campo son demandados cada d¨ªa por un mayor n¨²mero de personas, con lo que, de forma progresiva, el n¨²mero de jornadas-hombre trabajadas y, consecuentemente, los ingresos disminuyen. El paro agr¨ªcola crece de forma alarmante: en agosto del a?o pasado, seg¨²n datos de las oficina de empleo, hab¨ªa 10.741 parados agr¨ªcolas en Sevilla; doce meses despu¨¦s el paro se situaba en 19.560. Es decir, pr¨¢cticamente se ha doblado el n¨²mero de parados agr¨ªcolas en Sevilla. Este brutal incremento no es atribuible exclusivamente al crecimiento vegetativo, ni tampoco puede achacarse a la propia Andaluc¨ªa. Es el resultado de la crisis econ¨®mica general. Muchos andaluces que abandonaron el campo en la d¨¦cada de los sesenta para emigrar al extranjero u ocuparse en otras actividades (construcci¨®n, industria o servicios) han perdido su empleo y han retornado a la tierra. Este fen¨®meno, junto a la imposibilidad para el campo andaluz de continuar expulsando mano de obra excedente, constituyen el fondo del problema.
A ello habr¨ªa que a?adir otros factores, como la mecanizaci¨®n del campo y la siembre de cultivos que precisan poca mano de obra, que han disminuido la oferta de jornales. Seg¨²n algunas estimaciones, las p¨¦rdidas de puestos de empleo en la agricultura andaluza, entre 1971 y 1980, ascender¨¢n a 138.600 en las cuatro provincias orientales, y a 125.800, en las occidentales. En Extremadura, la p¨¦rdida de pues tos se cifra en 80.400.
La sombra de Casas Viejas
La situaci¨®n de pobreza creciente amenaza ya la subsistencia de muchas familias andaluzas, y la crispaci¨®n de las gentes empieza a ser generalizada. Marcelino Camacho, secretario general de CCOO, ha advertido hace meses que la situaci¨®n puede desembocar en episodios del tipo de Casas Viejas (grav¨ªsima represi¨®n de los campesinos en 1933). Cuando aquellos sucesos, el subsecretario de Gobernaci¨®n, Carlos Espl¨¢, cometi¨® la torpeza de declarar: ?En Casas Viejas no ha pasado m¨¢s que lo que ten¨ªa que pasar.? Hoy, 46 a?os despu¨¦s, Rafael Escuredo, presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, ha comentado: ?Parece que el Gobierno no va a tomarse en serio Andaluc¨ªa hasta que haya muertos.?
Y en Andaluc¨ªa puede haber muertos en cualquier momento. Durante las campa?as agr¨ªcolas abundan las huelgas de jornaleros, que a veces revisten especial violencia, como el incendio de dos turismos el lunes en El Arahal, y fuera de campa?a son frecuentes las ocupaciones de fincas mal explotadas, promovidas por el SOC, o las concentraciones, manifestaciones y huelgas en demanda de fondos para el empleo comunitario. Los enfrentamientos entre jornaleros y Guardia Civil, en estas acciones, han deparado ya algunos heridos en Baena y Fuentepalmeda.
En Andaluc¨ªa hay una aut¨¦ntica psicosis de angustia y en muchas zonas se tiene el convencimiento de estar viviendo sobre una bomba de relojer¨ªa que puede explosionar en cualquier momento si no se desactiva pronto. Frases como ?Esto es un polvor¨ªn?, o ?aqu¨ª se est¨¢ larvando otro problema vasco?, son harto frecuentes.
El Gobierno, para el presente a?o, aprob¨® la concesi¨®n de 12.000 millones de pesetas para el empleo comunitario, como forma de aliviar tensiones. Las centrales sindicales, que opinan que este sistema es ?un parche? y no la soluci¨®n al problema del paro, son conscientes, sin embargo, ?que, hoy por hoy, no se puede suprimir este tipo de ayuda a los jornaleros?, pero exigen -a excepci¨®n del SOC- la extensi¨®n del seguro de paro a la agricultura. Esta ayuda, que en un principio deb¨ªa servir para la realizaci¨®n de trabajos de inter¨¦s comunitario, se destina casi exclusivamente -dada su cortedad- a jornales, ya que no es posible retrotraer ninguna parte de la misma para adquisici¨®n de materiales. Los ayuntamientos andaluces, la mayor¨ªa en manos de la izquierda, y los sindicatos tratan de administrar y extender al mayor n¨²mero de parados posible el dinero que les llega del empleo comunitario. Pese a todo, son constantes los encierros de alcaldes y las gestiones en los gobiernos civiles para que se les env¨ªen nuevos fondos.
CCOO, seg¨²n explic¨® en Sevilla el dirigente del campo Antonio Romero, ha estimado que para 1980 se necesitar¨¢n 23.500 millones de pesetas. para el empleo comunitario. Las estimaciones parten de un giro agr¨ªcola medio mensual de 80.000 personas, 69 d¨ªas h¨¢biles por trimestre y jornal de 1.060 pesetas.
La patronal, que observa con temor el continuo deterioro social junto a sus propiedades, pacta en algunas zonas convenios de empleo, reducci¨®n de la utilizaci¨®n de maquinaria agr¨ªcola y cupo de hect¨¢reas para cultivos que demanden mano de obra, con los sindicatos, y coincide con CCOO y UGT en la reclamaci¨®n del seguro de desempleo para los obreros del campo. El SOC, desde una postura m¨¢s radical, rechaza el seguro de desempleo, ?que, producir¨ªa la desmovilizaci¨®n de los jornaleros, financiada por todos los espa?oles, sin que se resuelvan los problemas de fondo?.
La preocupaci¨®n del Gobierno por el tema del campo andaluz y extreme?o ha llevado al ministro de Agricultura a presentar un controvertido proyecto de fincas manifiestamente mejorables (del que nos ocuparemos en un pr¨®ximo cap¨ªtulo), a acelerar expropiaciones del IRYDA y a advertir seriamente a los terratenientes que deben cultivar desde una perspectiva del inter¨¦s social, si no quieren que se proceda a la expropiaci¨®n del uso de sus fincas, as¨ª como un sensible aumento de los presupuestos para la actuaci¨®n del IRYDA e leona, del que una parte importante de las consignaciones -seg¨²n explic¨® el delegado de Agricultura de Sevilla- ir¨¢n destinadas a Andaluc¨ªa y Extremadura.
Repoblaci¨®n forestal, regad¨ªos e Industria
Para Antonio Romero, secretario general del campo de CCOO: ? La potenciaci¨®n de la repoblaci¨®n
El paro agr¨ªcola se ha duplicado en Sevilla en dos meses
forestal y la intensificaci¨®n de obras de regad¨ªo podr¨ªan absorber a corto plazo la oferta actual de mano de obra, lo que, combinado con la creaci¨®n de condiciones para la industrializaci¨®n del campo andaluz (industria de transformaci¨®n, conservera y otras), podr¨ªa suponer el asentamiento de algunos miles de puestos de trabajo fijos en la agricultura. De todas formas, pienso que la soluci¨®n del paro agr¨ªcola pasa por una reforma agraria que permita redistribuir la propiedad y el aprovechamiento agr¨ªcola de los latifundios. En CCOO?, a?adi¨® el l¨ªder sindical, ?creemos que es posible producir en Andaluc¨ªa no s¨®lo con el criterio del m¨¢ximo beneficio, sino con el del m¨¢ximo empleo. Y la conjugaci¨®n de estos dos factores, junto a una ordenaci¨®n de cultivos, un aprovechamiento integral de los recursos naturales (caza, monte, pasto, rastrojo), el fomento de la ganader¨ªa y las medidas ya mencionadas de industrializaci¨®n y extensi¨®n de riegos, permitir¨ªan generar riqueza y empleo para cambiar las formas de vida en nuestra tierra.?Las posturas de UGT, seg¨²n explic¨® el responsable de la Federaci¨®n de los Trabajadores de la Tierra en Sevilla, Juli¨¢n Ch¨ªas, coinciden en l¨ªneas maestras con las expresadas por CCOO. Las del Sindicato de Obreros del Campo, sin embargo, difieren ostensiblemente en algunos puntos: oposici¨®n a la mecanizaci¨®n del campo ?por el gran capital?, a la extensi¨®n del seguro de desempleo y al empleo comunitario (el SOC exige la creaci¨®n de un fondo de empleo rural que cree puestos de trabajo permanentes).
Ignacio V¨¢zquez, que re¨²ne en su persona dos condiciones aparentemente contradictorias: la de latifundista y destacado militante del PCE, afirma tajantemente que el paro no es agrario, sino que es derivado de la crisis econ¨®mica general, y que el campo es totalmente imposible que absorba el desempleo. Pese a mostrarse partidario de recurrir a los cultivos de inter¨¦s social como medida para paliar la grave situaci¨®n de paro, Ignacio V¨¢zquez est¨¢ convencido de que ?mientras no se cambie el modo de producci¨®n, una reforma agraria no cambia nada?.
Javier L¨®pez de la Puerta, presidente de la Asociaci¨®n de Agricultores y Ganaderos (Asaga), patronal en la que est¨¢n integrados los mayores propietarios de tierras, entiende que hay dos temas relacionados pero diferenciados. Los problemas de los agricultores (?necesidad de actualizar con proyecci¨®n clara de futuro la pol¨ªtica agraria, teniendo en cuenta las circunstancias condicionantes, como la adhesi¨®n a la CEE?; poner fin a la infrautilizaci¨®n de los recursos hidr¨¢ulicos, y formulaci¨®n de una ley de financiaci¨®n agraria), y la del sector laboral agrario. Con respecto a ¨¦ste, el presidente de la Asaga coincide con Ignacio V¨¢zquez en que el desempleo no es exclusivamente agrario, es partidario de la extensi¨®n del seguro de desempleo y manifest¨® a EL PA?S el deseo que tienen los empresarios agrarios de colaborar con la Administraci¨®n para paliar la situaci¨®n de paro.
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