Garc¨ªa Vald¨¦s y sus cr¨ªticos
Uno se pregunta qu¨¦ nivel de exigencias era el punto de partida de los firmantes de la carta publicada en EL PAIS de 5 de octubre y del autor del editorial aparecido en ese mismo peri¨®dico al d¨ªa siguiente, cuando manifiestan que Garc¨ªa Vald¨¦s no ha respondido a las esperanzas que en ¨¦l se hab¨ªan depositado. Ciertamente que el director general de Instituciones Penitenciarias no ha modificado el clasismo de nuestra legislaci¨®n represiva, ni ha podido impedir el castigo estatal de aquellos que responden con brutalidad porque la sociedad les ha embrutecido previamente, ni ha encontrado alternativa a la funcionalizaci¨®n del Derecho Penal como elemento compensador de la agresividad, mecanismo de defensa de impulsos criminales e instrumento de exclusi¨®n de los sujetos m¨¢s peligrosos. Pero el que tenga un m¨ªnimo contacto con la realidad penitenciaria de los ¨²ltimos dieciocho meses sabe unos cuantos datos que tanto los firmantes de la carta de 5 de octubre como el editorialista de EL PAIS silencian inexplicablemente: sabe que, empezando por el inspector general, siguiendo por los siete inspectores de zona y acabando por los mandos de los establecimientos m¨¢s importantes, Garc¨ªa Vald¨¦s ha cambiado radicalmente la jerarqu¨ªa penitenciaria heredada del franquismo, que los antecedentes represivos han dejado de ser un criterio de promoci¨®n y que esa reestructuraci¨®n constituye un ejemplo desgraciadamente aislado que no ha sido seguido por los departamentos de otros ministerios; sabe que el ritmo de entrada de nuevos funcionarios ha sido tan r¨¢pido durante la gesti¨®n del director general, que se puede hablar de una aut¨¦ntica renovaci¨®n de los distintos cuerpos penitenciarios; que por primera vez en Espa?a se han introducido los permisos de salida que han beneficiado a miles de reclusos; que, tambi¨¦n por primera vez, se han autorizado las llamadas visitas ¨ªntimas, en las que se practican relaciones sexuales aprobadas y no aprobadas por la moral cat¨®lica ortodoxa; que, como regla general, se ha suprimido la censura de correspondencia y de prensa, por muy er¨®tica y por muy de izquierdas que ¨¦sta sea; sabe que se est¨¢n concediendo masivamente todas las libertades condicionales hasta el l¨ªmite de lo jur¨ªdicamente
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