La monja Mar¨ªa Teresa de la India, laureada con el Prendo Nobel de la Paz
Una monja obtuvo ayer en Oslo el Premio Nobel de la Paz 1979, dotado con 190.000 d¨®lares. Se trata de Mar¨ªa Teresa de Calcuta, la religiosa que desde hace treinta a?os trabaja incansablemente con los ?m¨¢s pobres de los pobres de la India?. Cuando el a?o pasado fueron designados para el Nobel de la Paz Begin y Sadat surgieron cr¨ªticas en varias partes del mundo. Muchos pensaban que un premio semejante no deber¨ªa nunca recaer sobre hombres pol¨ªticos en los cuales es dif¨ªcil distinguir si un esfuerzo por la paz es aut¨¦ntico o interesado para mantener el propio poder. Lo mismo ocurri¨® cuando este premio de tanto prestigio recay¨® sobre Kissingir y Le Duc Tho al t¨¦rmino de la guerra de Vietnam.
Este a?o, aun prescindiendo del hecho que Mar¨ªa Teresa de Calcuta sea una ?religiosa?, no cabe duda que la elecci¨®n ha reca¨ªdo sobre un personaje considerado mundialmente como un aut¨¦ntico testimonio de donaci¨®n total a los m¨¢s miserables. Mar¨ªa Teresa en efecto ha sido siempre enormemente respetada por todas las confesiones religiosas.Incluso las autoridades de la India le han puesto a su disposici¨®n el templo de la diosa Jaly para sus actividades caritativas. Parad¨®jicamente es un templo originariamente dedicado a divinidades sanguinarias, con estatuas con muchos brazos en cada uno de los cuales se ve una cabeza cortada. Madre Teresa recoge a los moribundos abandonados por las calles para ofrecerles por lo menos el consuelo de una muerte ?con dignidad humana?. Por eso la llamaron desde un principio ?madre Teresa de la muerte?.
Esta monja, que apenas si mide un metro y cincuenta cent¨ªmetros, de ojos vivos y muy dulces, muy femenina, tiene 69 a?os. Naci¨® en Skopje, entre Yugoslavia y Albania. Hizo su profesi¨®n religiosa en el Instituto de las Hermanas de Loreto, en Darjeeling (India), en 1931. En 1948 obtuvo permiso de Roma para salir del convento y vivir sola entre los pobres de Calcuta. Dos a?os m¨¢s tarde fund¨® una nueva congregaci¨®n, las Misioneras de la Caridad, aprobada por el Vaticano cuando eran s¨®lo doce religiosas. Ahora son 1.300 en 67 pa¨ªses.
Coraje evang¨¦lico
Madre Teresa tuvo la satisfacci¨®n de recibir la visita personal de Pablo VI cuando visit¨® Bombay. En aquella ocasi¨®n el Papa quiso expresar su agradecimiento a una de las mujeres de la Iglesia cat¨®lica que con mayor coraje estaba viviendo la radicalidad evang¨¦lica con los pobres reales, compartiendo con ellos su miseria. En aquella ocasi¨®n Pablo VI, antes de dejar la India, le regal¨® el coche con el que hab¨ªa viajado por las calles de Bombay. El coche fue subastado y madre Teresa se encontr¨® con un buen fajo de billetes para sus desheredados. Un amigo personal de madre Teresa, escritor italiano, declar¨® que no ha traicionado sus or¨ªgenes de labradora, hija de una familia muy pobre, y basta verla para darse uno cuenta que es una pobre aut¨¦ntica. Lo ¨²nico que la distingue, seg¨²n este escritor, es su capacidad de tolerancia, de di¨¢logo y de apertura, junto con una dulzura muy grande. A sus monjas les recuerda que no es posible ser heroicas ni estar dispuestas a amar a los miserables veinticuatro horas al d¨ªa y por eso les aconseja que si ma?ana se levantan sin ganas de amar que no se entristezcan y que se vayan de nuevo a dormir o a descansar en paz.
Ella y sus religiosas visten el sari de los ?intocables?, es decir el vestido de los m¨¢s pobres, una especie de t¨²nica blanca con dos festones azules y grandes sandalias.
Cuando en Italia intentaron instrumentalizarla pidi¨¦ndole que hablara en una manifestaci¨®n organizada por el Movimiento para la Vida (en contra del aborto), madre Teresa habl¨® a favor de la vida, pero llam¨® la atenci¨®n de todos la fuerza con la cual conden¨® una sociedad que basa su prestigio y su poder en el mecanismo de ?culpar siempre a los pobres?.
En el Vaticano la noticia ha sido acogida con gran satisfacci¨®n. Hay quienes piensan que el hecho que este a?o el Premio Nobel de la Paz haya reca¨ªdo sobre una ?religiosa cat¨®lica? se debe a la gran fuerza de persuasi¨®n y al prestigio que est¨¢ dando al catolicismo el papa Juan Pablo II.
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