La lengua, ense?anza y cultura, aspectos claves del Estatuto de Sau
La lengua, la cultura y la ense?anza constituyen para Catalu?a, tanto hist¨®ricamente como partiendo de la realidad actual, el primer y principal tema de inter¨¦s, desde el punto de vista de obtenci¨®n d¨¦ un autogobierno real, capaz de modular una especificidad cuya caracter¨ªstica primera y determinante es la lengua y, por extensi¨®n, la cultura y la ense?anza.
En el terreno de la lengua en sentido estricto, la formulaci¨®n del Estatuto de 1979 es pr¨¢cticamente id¨¦ntica a la del 1932, si bien en este ¨²ltimo exist¨ªa una mayor concreci¨®n. En ambos casos se opt¨® por la cooficialidad del catal¨¢n y del castellano. No pod¨ªa ser de otra manera. La aplicaci¨®n que se d¨¦ a esta f¨®rmula en el terreno de la legislaci¨®n y la reglamentaci¨®n auton¨®micas ser¨¢ la que permitir¨ªa comprobar si se queda por debajo o por encima del texto de 1932 y del Estatuto interior de 1933, promulgado por el Parlamento catal¨¢n.Persecuci¨®n e inmigraci¨®n
En los 47 a?os transcurridos entre uno y otro Estatuto, la lengua catalana ha retrocedido. Constatarlo es una obviedad que evitan reconocer las fuerzas pol¨ªticas catalanas. Hubo, claro est¨¢, el cruel drama de la dictadura franquista, con su persecuci¨®n militante de la lengua y la cultura catalanas. Pero tambi¨¦n hubo y contin¨²a habiendo un fuerte porcentaje -de imposible c¨¢lculo exacto- de inmigraci¨®n castellano-hablante. Las cifras oficiales, que por razones objetivas se sit¨²an por debajo de las reales, indican que en el decenio 1,960-1970 llegaron a Barcelona y provincia 1.080.000 castellano-hablantes.
Tambi¨¦n las fuentes oficiales indican que el porcentaje de poblaci¨®n aut¨®ctona era, en el mismo decenio, de un 53 % en la provincia de Barcelona, un 70% en la de Tarragona, un 72% en la de Gerona y un 76% en la de L¨¦rida.
En este marco, la posibilidad de conflictos comunitarios es algo muy real. De hecho, tanto en el seno de UCD como del PSC-PSOE, y en ambos casos ante la perspectiva de las elecciones al Parlamento catal¨¢n, se han dado ya bipolarizaciones pol¨ªticas que obedecen b¨¢sicamente a la existencia de dos comunidades sociales -y electorales- cuyo principal elemento diferenciador es la lengua. En este sentido, la simplificaci¨®n obrero igual a castellano-hablantes y catal¨¢n igual a burgu¨¦s carece de rigor, si bien debe ser tomada en cuenta a la hora de la demagogia.
La trayectoria personalista y extremadamente conservadora de la Generalitat ha obrado muy negativamente con relaci¨®n al deseable proceso de integraci¨®n de ambas comunidades. ?Antes y poco despu¨¦s del 15 de junio de 1977?, manifest¨® a EL PAIS una profesora de instituto de Hospitalet de Llobregat, poblaci¨®n de muy fuerte inmigraci¨®n, ?se apreciaba en los hijos de la poblaci¨®n castellano -hablante un fuerte deseo de integrarse ling¨¹¨ªsticamente y socialmente, de sentirse catalanes como el que m¨¢s. Pero esta actitud ha cambiado de signo cuando han visto que, en lugar de una Generalitat de izquierdas a su servicio, se han encontrado con una Generalitat de derechas, que ignoraba sus problemas. Hasta ver c¨®mo Tarradellas ha visitado todas las zonas agrarias y ha evitado conocer las zonas obreras.?
La Generalitat se inhibe
Es suficiente indicar que la Generalitat ha evitado, por ejemplo, toda labor mediadora en los conflictos laborales cuando esta labor de mediaci¨®n no precisa en la pr¨¢ctica ninguna articulaci¨®n legal. Este punto sit¨²a a la Generalitat actual en los ant¨ªpodas de la republicana.
Todo ello configura un marco psicol¨®gico b¨¢sico de imprescindible consideraci¨®n cuando se trata de algo tan individualizado como optar libremente por aprender o rechazar una lengua. Aspecto tanto m¨¢s importante por cuanto que, en todo caso, se desea evitar toda posible coacci¨®n.
El camino natural y evidente para la integraci¨®n ling¨¹¨ªstica es la escuela. Tambi¨¦n en este terreno la hoy por hoy provisional Generalitat tampoco ha mejorado las cosas. En primer lugar hubo el pronunciamiento p¨²blico de Tarradellas en favor de la mera opcionalidad de la ense?anza del catal¨¢n. Posibilidad que siempre hab¨ªan rechazado todas las fuerzas catalanistas y tambi¨¦n las sensatas, incluidos, claro est¨¢, la UCD catalana y el presidente Su¨¢rez. Por ello, se opt¨® por la obligatoriedad de la ense?anza del catal¨¢n, ¨²nico camino capaz de evitar, a largo plazo, enfrentamientos comunitarios.
En este terreno de la ense?anza es en el que se dio una m¨¢s grave diferencia entre lo aprobado por todos los parlamentarios en el texto redactado en Sau y el texto del actual proyecto, resultante de la negociaci¨®n en la Comisi¨®n Constitucional y en el palacio de la Moncloa. La diferencia viene dada ¨²nicamente por una palabra. El texto de Sau daba a la Generalitat competencia ?exclusiva? en toda la administraci¨®n y regulaci¨®n de la ense?anza (con las reservas constitucionales pertinentes). En cambio, el texto actual atribuye a la Generalitat s¨®lo una competencia ?plena?. en este campo.
Ambig¨¹edad en el texto
?El tema de la ense?anza queda oscuro en el proyecto de Estatuto?, afirm¨® a EL PAIS el rector de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona, doctor Josep Laporte; ?nadie sabe qu¨¦ quiere decir eso de "plena".. En terminolog¨ªa universitaria, la palabra permite todo tipo de situaciones. con relaci¨®n al tipo de dedicaci¨®n del profesorado. De hecho, el problema, al usarse esta palabra, queda simplemente pospuesto. hasta el momento que haya que debatir las transferencias en materia de ense?anza. Pero con la competencia "plena" quedar¨¢ claro que siempre subsistir¨¢n ciertas competencias del poder central, que con la competencia "exclusiva" no hubiesen podido subsistir. Es obvio que personalmente me inclino en favor de la competencia "exclusiva" de la Generalitat en el tema de la ense?anza. ?
Respecto a las universidades, todo queda pendiente de la ley org¨¢nica ya aprobada en Consejo de Ministros de 14 de agosto, pero a¨²n pendiente de remisi¨®n a las Cortes. Sobre este punto concreto en los rectorados catalanes predomina el pesimismo. Hay, en efecto, dudas sobre si los parlamentarios catalanes ser¨¢n beligerantes en grado suficiente.
Con relaci¨®n al ¨²ltimo punto a considerar aqu¨ª -la cultura-, el texto del proyecto estatutario atribuye su competencia a la Generalitat. Pero ser¨¢ una competencia que no comprender¨¢ los principales canales de televisi¨®n. En cualquier caso, la creaci¨®n cultural siempre ha dependido de fen¨®menos m¨¢s profundos que el poder pol¨ªtico en su aspecto administrativo. La marginaci¨®n de los temas culturales y la nula atenci¨®n prestada a la normalizaci¨®n de la lengua catalana, funci¨®n que corresponde al Institut d'Estudis Catalans, durante el per¨ªodo preauton¨®mico dejan el tema en una zona donde, seg¨²n muestran los hechos, los pol¨ªticos prefieren no entrar.
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